Mientras la bizantina polémica sobre quién o quiénes son los encargados de transmitir valores a las nuevas generaciones transcurre entre padres, maestros, especialistas y todo aquel que quiere meter la cuchareta, aunque no sepa nada del tema como casi siempre ocurre, incluso antes de que existiera Facebook, un nuevo actor económico toma el mando y acaba con la quinta y con los mangos: me refiero a los precios.
Dirán que nada tiene que ver el trasero humano con el agua que se precipita del cielo en pequeña escala, pero al parecer sí hay una relación existente entre ambos (precios y valores) dado por la mala interpretación de las nominaciones, el desconocimiento especializado y porque cada vez es mayor la desfachatez intelectual que nos rodea.
Recién ha comenzado el curso escolar 2023-2024 que será como era antes, al decir de los historiadores, como Dios manda, aseguran algunos religiosos, y como estuvo siempre concebido en el plan de enseñanza, según exponen los metodólogos de Educación a todos los niveles. Ha comenzado un nuevo curso que me llena de alegría y trae lindos recuerdos, también nos colma de orgullo, sano y justificado orgullo, que en algunos casos se expresa en cifras de incorporación a las aulas que «aplastan» las probabilidades de todos los países del Tercer Mundo, algunas naciones del planeta Marte y varios astros del sistema solar.
Hablando de solar, cada vez nuestros espacios de intercambio social y económico se parecen más a un solar, a pesar de las cifras que antes señalé, que más o menos se repiten al finalizar el curso como graduados. Dije solar con perdón de algunos asentamientos de viviendas que asumen esta nominación y sin embargo, la vida en ellos transcurre cual un paraíso. Lo cierto es que la escala de valores ha ido en caída, mientras los precios suben y suben.
Dedeté, en su eterno papel de termómetro social, se ha enfrascado en una pequeña encuesta para tratar de verter luz (no la que se perdió al final del túnel) sobre el tema y tener una idea de cuál es la verdadera relación entre precios y valores:
Mariyonesis de la Caridad: «¡Claro, niño, que hay relación! Los precios han subido y todo el mundo lo sabe, por eso mi valor se hace mayor: el jevito que salga conmigo sabe que tiene que pasmar el “baro”. Si el “lager” de afuera está a 160 y la Cristal a 250, no es mi problema. Cada cual tiene que tener bien claro sus valores personales. ¡El que quiera montar esta guagua por detrás, tiene primero que sonar la alcancía!».
Rubén Darío (no el poeta): «Es una relación indestructible, que se cataliza con el bloqueo, la crisis pospandemia, la guerra en Ucrania, el polvo del Sahara, la descongelación de los círculos polares y la próxima destrucción del Sol en unos millones de años… En otras palabras, si el dólar está a más de 200, cuando viajas los valores que alcanzan la compra en el exterior exceden el costo de inversión y por eso los precios se disparan. ¿Me entiendes?».
Maximiliano Durrutí: «Mire periodista, este es el momento de sacar nuestros valores, y afrontaremos los precios con valor y firmeza. He dicho».
Comienza un nuevo curso escolar y recuerdo con mucho agrado a mi profesora de Español de séptimo grado, que además de la gramática de la lengua nos hablaba del lenguaje de la vida. De esos valores que no tienen precio y que nos abrirán mil puertas. También lo hacía mi abuela, en cada cuento, cada moraleja que nos llevaba a la risa, y nos convertía en mejor persona. Quizá el secreto está en lo que nos comentó un viejo y sabio campesino: Sembrar valores es tarea de todos.