Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Se hace camino al comunicar

El presidente de la filial holguinera de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales, José Enrique Agüero Pérez, conversó con Juventud Rebelde sobre los desafíos profesionales que asumen él y sus colegas

 

Autor:

Liudmila Peña Herrera

Cuando José Enrique Agüero Pérez trasciende la vía telefónica para valorar personalmente con sus clientes sobre cuestiones de alguna campaña o acción comunicativa, ya no le sorprende adivinar el asombro en el rostro de su interlocutor, sobre todo si no lo conocía personalmente. Asegura que, a veces, las personas tienen una idea prediseñada sobre lo que debe ser un presidente provincial de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales (ACCS).

«Soy el de la voz ronca por teléfono y lenguaje respetuoso por correo —se autodescribe—. Cuando me conocen, ven a un muchacho con barba larga, pelo revuelto y camisa remangada. He reído con eso bastante, porque me consta que ostentar un cargo no te hace competente, pero juzgar de antemano es algo que puede avergonzar a la gente».

Acaba de cumplir 30 años, como la organización que dirige en la provincia de Holguín, desde donde ha soñado proyectos y los ha visto convertirse en realidad. Y no solo los suyos, sino también los de sus colegas. A propósito de las tres décadas de la ACCS, Juventud Rebelde conversó con este muchacho que utiliza cada día su juventud como oportunidad para crecer e impulsar, con sus competencias y su energía, el crecimiento de los demás.

—¿El mundo de la comunicación social fue lo que siempre buscaste o llegaste a ella por algún tipo de influencia?

—Siempre fui un muchacho de letras, me gustaba escribir y sentía atracción por el diseño, las marcas y la publicidad. Un día, leyendo un libro de formación vocacional, vi esas palabras juntas en el apartado Comunicación Social y me dije: «esto es lo que quiero».

«Antes valoré periodismo, quizás influenciado porque vivía en un barrio lleno de colegas de ese gremio. Aroldo García (corresponsal de Radio Rebelde), vecino y amigo de la familia, me trataba como pupilo; pero al conocer más sobre la Comunicación Social supe que mi interés sobrepasaba los medios de prensa».

—¿Cómo fue para ti como recién graduado asumir la vicepresidencia y luego la presidencia de la organización?

—Cursé la carrera en la Universidad de Las Tunas Vladimir Ilich Lenin, y para titularme decidí investigar sobre un tema de Holguín. En el 2014 comenzaba a caminar la estrategia Más holguineros, más podemos, vi la oportunidad y comencé a evaluar su implementación en el territorio. No imaginaba que eso iba a definir mi futuro, porque los autores principales eran diseñadores y directivos de la organización y eso me abrió sus puertas.

«En mayo de 2017 fui electo como vicepresidente, y por vueltas de la vida, ya en enero del 2018, sin cumplir todavía los 27 años, debí asumir la presidencia. Eso no estaba en mis planes: fue casi un escenario de crisis al que tuve que sobreponerme con muy poca experiencia, pero es un ejemplo de la confianza que se deposita en los jóvenes».  

—¿De qué forma logras el diálogo con profesionales muy jóvenes y otros con larga trayectoria profesional?

—Dirigir nunca es fácil, más allá de la edad o la experiencia. En un grupo profesional con tanta amplitud de experiencias se encuentran decenas de caracteres y metodologías con las que lidiar. Lógicamente, la química entre los más jóvenes constituye un área de confort, pero no han existido barreras a causa de edades o diversidad de criterios. He contado con el apoyo de excelentes colegas dispuestos a asesorarme y alertarme ante las novatadas, como también han sido respetuosos y receptivos ante un nuevo estilo de liderazgo. 

—Las instituciones políticas y gubernamentales han contado con ustedes para sus campañas de comunicación. ¿Cuánto les ha ayudado como organización y cuánto han ganado estas instancias en materia de conocimientos sobre el tema?

—Nos alegra que acudan a nuestro gremio para este tipo de necesidades porque eso demuestra el prestigio que hemos construido colectivamente durante estos años. Hay antecedentes de míticas campañas que, al paso de los años, siguen en la mente de la ciudadanía: Holguín, siempre adelante, de Alejandro Leyva Nicó, es un ejemplo de ellas; y recientemente Más holguineros, más podemos, de Fabio Ochoa y equipo.

«Poco a poco logramos establecer cierta cultura en los actores políticos e institucionales que nos demandan este tipo de piezas. Al inicio, lo que comúnmente se solicitaba era un «logotipo», así, llanamente; pero paulatinamente hemos logrado que se entienda que todas las acciones de comunicación, por sencillas que parezcan, conllevan una seria investigación preliminar para luego conceptualizar y planificar todo lo que va a desplegarse. Así pasamos de logotipos a campañas y estrategias de comunicación».

—¿De qué forma se insertaron ustedes en las acciones de comunicación con el fin de movilizar a la ciudadanía para prevenir la COVID-19?

—Nos percatamos de que la ciudadanía estaba altamente sobresaturada de información asociada a la COVID-19. Tal situación obligaba a producir mensajes o piezas de comunicación que apelasen a la emoción para influir efectivamente en las actitudes a las que se aspiraban.

«Puedo mencionar como ejemplo la colaboración entre nuestra organización y el periódico ¡ahora!, de la cual resultó un conjunto de carteles a modo de campaña, que intentaron transmitir mensajes persuasivos para apelar a la emoción y la esperanza, al tiempo que potenciaban la marca del ente que los comunicaba».

Fotos: Cortesía del entrevistado

—¿Es la Universidad una fuente de la que beben y se retroalimentan?

—Una de las políticas que expresamente decidí potenciar durante este mandato es el vínculo con la academia, en especial con los estudiantes de la Carrera de Comunicación Social. Ser joven naturalmente hace que me identifique con ellos, y por eso hemos hecho todo el esfuerzo para garantizarles espacios de superación y formación extracurricular.

«En tal sentido, hemos contado con el apoyo del claustro de la carrera, del cual también soy miembro, y de los colegas de la Dirección de Comunicación de la Universidad de Holguín. Podría mencionar la institucionalización de las Puertas Abiertas, la invitación a eventos y medios, la activa colaboración de los estudiantes en la campaña por el 30 aniversario de nuestra organización. Han sido verdaderas oportunidades profesionales que juntos hemos compartido».

—¿En qué proyectos se enfoca hoy la organización?

—Los proyectos de la ACCS en Holguín están alineados con los propósitos actuales de la nación. Entre los más importantes ahora mismo está el de acompañar el desarrollo del Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional (Plan SAN). Si bien la comunicación no pone la comida sobre la mesa, sí contribuye a organizar los procesos y relaciones entre los actores involucrados para el cumplimiento de los objetivos del Plan SAN.

«También asesoramos a entidades locales en el desarrollo, producción y comercialización de rubros exportables y para el autoabastecimiento. Para que un producto sea exitoso debe contar con característica de imagen, envase, embalaje y etiquetado. Ahí entramos nosotros».

—¿Cuánto crees que falta para llegar a un nivel de comunicación social verdaderamente efectivo?

—El sistema empresarial y de instituciones cubanas han mejorado su imagen comunicacional, pero los directivos deben convertirse aún más en agentes de cambio, pues es necesario redirigir los esfuerzos y el escaso presupuesto en materia de comunicación de forma estratégica.

«Creo que nos costará avanzar si los comunicadores siguen empeñados solo en desarrollar acciones y no en medir sus resultados para demostrar a los directivos cómo estas contribuyen al cumplimiento de los objetivos organizacionales. Definitivamente falta mucho por andar. Por eso, me atrevo a reconstruir la frase: Comunicador, no hay camino, se hace camino al comunicar».

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