La seño Anay toma los signos vitales a cada paciente antes de entrar al centro de aislamiento Autor: Mileyda Menéndez Dávila Publicado: 10/03/2021 | 11:48 am
Hoy nuestra isla recibió 27 nuevos huéspedes, procedentes de San Miguel del Padrón. Cuando se supo que vendrían, Amián enarcó las cejas: «¿Los conoceré?». Esa es una pregunta que deberíamos hacernos cada día cuando en el parte matutino del doctor Durán se reportan coterráneos, por aquello de que, al ponerle rostro, el peligro se nos hace más cercano y real.
Con 39 pacientes (once de ellos en edad pediátrica), esta isla pica cerca de la capacidad diseñada. Los diez primeros entraron el sábado y deben partir entre jueves y viernes, cuando regrese el resultado de sus PCR. A partir de ese día empezaremos a fluctuar en pacientes. Esperemos que las noticias sean más negativas que positivas, en el sentido de la escala epidemiológica habitual.
Por definición, nuestros huéspedes sólo son contactos, más o menos directos, de casos confirmados que están en otros centros. Sin ánimo de estigmatizar, la tripulación trata a todos como positivos hasta tanto se pruebe lo contrario, teniendo en cuenta la estadística de la epidemia en estos momentos.
Hoy, por ejemplo, el 95 por ciento de los 1 041 nuevos casos reportados eran contactos, y buena parte de ellos provienen de centros como el nuestro. Por eso se reduce al mínimo el tiempo de interacción con los arribantes: conducirlos a la habitación, entregarles sus medios de aseo y explicarles el reglamento sanitario y de convivencia para evitar malos entendidos.
Además les pedimos que firmen un acta de responsabilidad por los medios de vida que encontrarán a su disposición: ropa de cama, mobiliario, colchones, instrumentos para aseo del local y los sistemas hidráulico, eléctrico y de ventanas recién instalados.
El Instec, que hoy cumple 40 años, acaba de invertir millón y medio de pesos para rehabilitar su beca, y sería un despropósito que cuando todo pase, sus estudiantes no reciban el centro que merecen para vivir con razonable comodidad y dedicarse a estudiar sin preocupaciones. Buena parte de la matrícula es de otras provincias, y hasta los capitalinos, como mi hijo David y su mejor amigo el sanmigueleño, hacen vida interna en tiempo de exámenes, proyectos o trabajos evaluativos, porque así aprovechan las noches para trabajar en equipo en los acogedores parques de la instalación.
El decano Abel Fundora (izquierda,. fuera del pasillo) nos hace parte de la celebración por el 40 aniversario del Instec. Fotos: Mileyda Menéndez
De los huéspedes actuales, algunos saben bien cómo es este asunto del aislamiento porque ya estuvieron en centros parecidos o han prestado atención a las noticias. Otros están perdidos en un campo de lechugas, como el paciente número 12, que entró ayer tarde muy campechano, pero su rostro mudó de color cuando la doctora explicó que no podría salir de la habitación ni fumar en estos cinco días.
«¡Cinco días! Creí que me harían el PCR mañana…», dijo alarmado y miró su discreto equipaje. Aunque se ha explicado hasta la saciedad por los medios de comunicación, aún hay quien no entiende la importancia de esperar a que un organismo acumule suficientes anticuerpos y carga viral para que la respuesta de cualquier test sea incuestionable y no devolver falsos negativos al entorno cotidiano.
¿Qué en una misma habitación pueden coincidir personas sanas y portadores de la enfermedad? Por supuesto. Por eso se insiste en que usen el nasobuco hasta para dormir y no anden sentándose en cama ajena. La mitad de los casos confirmados cada día en el país (si no más) suelen ser asintomáticos, y aún con las tres visitas diarias de la seño Anay y las dos de los doctores Daniel y Betsy buscando señales sospechosas, no hay nada definitivo hasta que no nos hagan la prueba del palito incómodo por la nariz.
Lo que sí es definitivo en esta isla sanitaria es que el equipo gana experticia en las rutinas de servicio, y elegancia en el minucioso cambio de ropaje cada vez que termina un turno.
A punto de cerrar esta crónica, el decano de la facultad (mejor dicho, Abelito, porque no le gustan los formalismos), se acercó al pasillo que divide ambas zonas para obsequiarnos un pullover con el logotipo de los 40 años de esta cuna de ciencias, tecnología y bondad. Como pitcher no ganará una serie, pero sus lanzamientos fueron genuinos, y saberlo siempre rondando, en físico o por el whatsapp, nos ayuda a sentirnos muy queridos.
Reto del día: ¿Cómo repartes cuatro camas entre seis personas? Ni modo: hay que cargar colchones para que toda la familia quede unida.