Amian felicita a la doctora Betsy y la seño Anay, quien llega de revisar los signos vitales de sus pacientes Autor: Mileyda Menéndez Dávila Publicado: 09/03/2021 | 11:25 am
Ayer tempranito me escribió un amigo para felicitarnos por el Día de la Mujer y ofrecer apoyo moral a las que por acá permanecemos lejos de nuestra femenina cotidianidad.
De paso preguntó por qué uso el epíteto de «tripulación» para el equipo de voluntarios, y rápidamente le aclaré que no es invento mío: desde que comenzaron los centros de aislamiento se llaman así, según me cuenta la seño Anay, que ya va por seis misiones de este tipo.
En la práctica, este barco-isla tiene dos tripulaciones que deben bogar juntas: la nuestra de apoyo y la del personal de Salud, que integran seis profesionales. Incluso diría que hay una tercera, grandísima, que incluye al equipo del Instec que se encarga de elaborar la comida y controlar el acceso desde el puesto de mando, y quienes proveen recursos y trasladan la ropa a la lavandería.
Germán y Fabián listos para el turno de la mañana. Fotos: Mileyda Menéndez Dávila
De ese grupo no sabría decir, pero entre los dos primeros hay siete mujeres. En zona restringida, además de las tres voluntarias están la enfermera Anay y la doctora Betsy (que hace dúo con el doctor Daniel), y nuestro enlace exterior con la dirección de Salud Pública lo cubren la licenciada en Rehabilitación y casi tocaya Leida y la epidemióloga Katia, respaldadas por Reinier, un podólogo devenido estadístico.
De los doce huéspedes que cerraron cifra este lunes, también siete son mujeres. La mayor es Leonila, de 82 años, y la más joven Samira, de 16, ambas de la popular Esquina de Tejas. Lástima que no pueda darles un abrazo de auténtica sororidad y compartir con ellas el tiempo suficiente para darles algunas herramientas de yoga, útiles para cuerpo y alma en estos desafíos.
Al menos pude conocerlas brevemente en mi primera salida a zona roja, cuando toqué sus puertas para saber si necesitaban algo antes de irse a dormir el domingo, y el lunes conversé con Samira. La muchacha se parece tanto a las que dibuja mi esposo en sus caricaturas feministas, que me entró cierta nostalgia por no estar, como en otros años, juntos en alguna tarea del Cenesex o la FMC.
Ya de regreso en mi puesto de teletrabajo para terminar esta crónica en la noche, husmeé en las redes sociales qué tal han celebrado el Día en Cuba, pero me mortifiqué con las tradicionales postales que hablan de dulzura, belleza, fragilidad, eterna juventud…
Por obvias razones no he visto completa la cara de Anay, Leida, Betsy, Samira, Leonila. Sin embargo, puedo asegurarles que la belleza exterior no es lo que más importa o brilla en estas Mujeres —así con mayúsculas—, y que no tienen nada de frágiles las manos de Olguita y Yeirys cuando suben y bajan pisos cargadas de alimento para repartir, enfundadas en su traje protector y con guantes que intentan escurrirse al menor descuido.
Mientras en muchas partes del mundo las mujeres vociferan por derechos negados o duramente conquistados, en este centro la vida transcurrió apacible, como un lunes cualquiera. ¡Qué digo lunes! Aquí los días tienen otros nombres: Entrada, Cambio de lencería, PCR y Despedida, y como no llegan todos los pacientes al mismo tiempo, en una semana común tendremos varios de cada tipo.
De todas formas, gracias a todas las personas que nos felicitaron por teléfono o por las redes sociales, y gracias también a la FEU y la UJC de la Universidad de La Habana, que tuvieron la gentileza de llevar un cake a los tres centros de aislamiento en que están sus estudiantes y profes.
El nuestro quedó para acompañar la tertulia de la noche, que por dos días se trasladó para la habitación porque el frío y el viento no andan creyendo en cintas amarillas. No sé qué pensarán las tripulaciones que nos releven dentro de 12 días, pero la nuestra le está cogiendo tremendo cariño a las gruesas sobrebatas, la verdad…
Por cierto, yo tengo otra tripulación virtual que no me abandona en estos días: el grupo Senti2, de Wathsapp. Entre limpieza y tecleo, entro al chat para leer, respondo comentarios, disfruto ocurrencias y participo en las secciones de debate habituales.
Si mi mundo es por estos días una pequeña isla, la virtud que se multiplica a su alrededor es tan vasta como el mayor de los océanos.
Reto del día: Una función límite es aquella en la que vas escaleras arriba llevando careta más nasobuco al cuadrado más infinitos vasos en una bandeja que el viento pretende elevarte al seno en el ángulo de la escalera… y entonces te pica la nariz.