La Revolución Cubana, su alma martiana y fidelista, sigue seduciendo y provoca en muchos la curiosidad por cómo, a 60 años de haber triunfado, sigue en pie. Fue ese, en mucho, el hilo conductor de un panel de lujo que este miércoles tuvo lugar en el Palacio de Convenciones de La Habana, en el contexto de la 4ta. Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo, que hoy concluye.
Conocimientos, sentimientos y evocaciones nacieron de intelectuales prestigiosos en el panel que moderó Abel Prieto Jiménez, director de la Oficina del Programa Martiano. A 60 años de su triunfo: significación histórica de la Revolución Cubana y del legado de Martí y de Fidel, fue el tema que unió a todas las ideas compartidas en esa jornada de pensamiento.
Enrique Ubieta Gómez, ensayista y director de la revista Cuba Socialista, comentó tener la edad de la Revolución, y que su vida había transcurrido a bordo de una nave de fe, confianza y de esperanzas, a la cual el enemigo le ha negado siempre las brújulas y cartas de navegación. Es un ataque que, como él mismo dijo, no nos ha derrotado porque en Cuba la «carta náutica, lo que toca hacer, se hace y rehace en las calles».
Por su parte, el joven Elier Ramírez Cañedo, historiador y analista, hizo referencia a las benditas herejías de Fidel en una Isla de intensidades: un gigante contra la hegemonía mundial capitalista, contra todo dogma, contra toda lógica del imposible. Y René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba, realizó un magnífico recorrido por la historia injerencista de Estados Unidos en Cuba, y detalló cómo la Revolución rompió con ese esquema de dominación.
«Nadie ha luchado más contra el capitalismo y el neoliberalismo que Fidel Castro —definió Miguel Barnet, poeta, narrador, etnólogo y presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba—; por eso lo necesitamos cada día más». Y añadió el poeta: «Fidel es el cimarrón más aguerrido de la contemporaneidad. Nadie pudo con él (…). Tenía un poder único que hechizaba a todos».
Frei Betto, sociólogo y teólogo de Brasil, dejó en claro las claves que explican la resistencia de la Revolución: en Cuba se ha construido una organización popular; los hijos de tal suceso están orgullosos de sí; entre ellos las personalidades de la historia no son museo sino útil presente; la Isla es solidaria, autocrítica, y espíritu adentro, está signada por un admirable sentido del humor.
Arrancando aplausos y sonrisas a partir de anécdotas y reflexiones, Eusebio Leal Spengler, director de la Oficina del Historiador de la Ciudad (de La Habana), quien habló también de episodios tristes como el reciente tornado, el cual ha hecho ver cómo la gente se abrazaba en medio de la solidaridad. Pocas han sido las revoluciones, dijo, que han tocado las bases y han cambiado. Y exhortó: perseveremos en la unidad culta y sensible ante los problemas.
Atilio Borón, politólogo argentino, evocó a Fidel de modo poético. Dijo que, en vez de morir, el hombre excepcional había citado a la muerte para aquel día. Y Yeidckol Polenvsky, secretaria general del Comité Ejecutivo Nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), de México, contó sobre cómo descubrió al Comandante en Jefe y a la Revolución, ese suceso que en su entender vino a transformar el mundo.
El legado de Hart
La martianidad en Armando Hart fue exaltada en un panel en su homenaje en el que prestigiosos intelectuales que lo conocieron de cerca, incluso desde la amistad o el amor filial, desgranaron la personalidad de este revolucionario cubano.
De «hombre que con voz propia y dialéctica que nos aporta lo mejor del pensamiento cubano» lo calificó la Doctora Araceli García Carranza, estudiosa de su legado bibliográfico, que hace más de un año es editado en siete tomos de los 16 que conformarán la colección Cuba, una cultura de liberación, y que ella consideró «libros que nos invitan a leer y a pensar a un gran maestro».
Igualmente ilustrativos fueron los recuerdos que llevó al plenario Yusuam Palacios Ortega, presidente del Movimiento Juvenil Martiano, quien destacó de Hart su comprensión de las ideas de Martí y Fidel porque no las extrapolaba, ni las «traía» sin un análisis profundo y crítico. Ese, dijo, es su legado principal.
Enriquecedora para conocer mejor al intelectual y revolucionario, pero también al ser humano, fue la intervención de quien fuera su compañera en la vida, la Doctora Eloísa Carreras, albacea de sus documentos en tanto es directora del proyecto Crónicas, donde se atesoran. Ella ha tenido a su cargo la labor de compilarlos y publicarlos.
Eloísa lo describió como un ser incansable, creativo y perseverante; amante de la emancipación de Cuba y defensor del decoro y la justicia para todos. Para él, recordó, la ética era el tema central de la política.
Interesantísimas fueron también las apreciaciones que de sus encuentros con Hart guarda Frei Betto, quien destacó la importancia que aquel le daba a los temas de la ética, la subjetividad y la religiosidad, y lo calificó de intelectual orgánico que no presumía de su erudición para impresionar.
En su opinión, fueron definitorios en la personalidad de Armando Hart la fuerte influencia de Martí, y su formación marxista no congelada en dogmas, porque la adquirió, apuntó, en la lucha revolucionaria. Tenemos que mantener vivo su legado para las futuras generaciones, exhortó: para que nadie piense que el hombre nuevo que todos buscamos es una utopía.
Momento especial fue el reconocimiento a Graciela Rodríguez, quien trabajara muchos años junto a Hart, y a la que, se anunció, será entregada la primera medalla con el nombre de Armando Hart, que acaba de instaurar la Universidad José Martí, de Monterrey.
Eusebio Leal. Foto:Ricardo Tamayo Pérez.
Ana Sánchez Collazo, directora del Centro de Estudios Martianos. Foto:Ricardo Tamayo Pérez.
Dr. Eloisa Carreras, viuda de Hart. Foto:Ricardo Tamayo Pérez.
Fernando González Llort. Foto:Ricardo Tamayo Pérez.