Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Cultivadora de pasiones

En Brasil laboraban 372 colaboradores matanceros como parte del Programa Más Médicos. Hoy su pueblo, junto a las máximas autoridades, los recibe con el cariño que merecen

Autor:

Hugo García

Matanzas.— «Dejamos muchas marcas allá y me conmueve esos pacientes, carentes de recursos y que necesitaban de nosotros y ahora los dejamos de un día para otro».

La doctora Yusmaidy Pérez Reymont, del municipio de Cárdenas, llegó a suelo matancero en horas de la mañana de este viernes. Ella laboró en el Estado Santa Catalina, municipio de San Joaquín, la ciudad más fría de Brasil, en la cual nieva y se pasa mucho frío, según sus primeras impresiones.

«Parecía que estaba en el polo norte, pasé mucho trabajo al principio para acostumbrarme a esas bajas temperaturas», nos dice apenas concluido el recibimiento en el Parque de La Libertad, de la urbe matancera.

«Llegué con cierto conocimiento del portugués, pero siempre es difícil, porque es una ciudad del interior, escasamente atendida por médicos y tuvimos que aprender mucho más de ese idioma para atenderlos mejor y entregarnos más.

«Nunca olvidaré cuando atendí una niña de doce años de edad, y gracias a los médicos cubanos la salvamos, porque si examinamos a los pacientes, lo contrario de los galenos brasileños que no le ponen una mano encima al paciente; la mamá nos dice que la niña estaba muy pálida, cuando la examino en su totalidad aprecio el abdomen como el de una mujer con nueve meses de gravidez, le pregunté a la niña si estaba grávida, si había tenido relaciones sexuales, esa era mi esperanza porque eso es normal allí a esas edades. Le dije a la mamá que si era un embarazo no era tanto problema, pero si era otra cosa entonces si estábamos en dificultades. Logramos que se le realizara un ultrasonido urgente y tenía una tumoración enorme, le pedimos una tomografía urgente que ellos tuvieron que pagar con sus recursos, cuando llegó el resultado tenía un tumor maligno del ovario izquierdo, que le comprimía todos los órganos alrededor del intestino, no sé cómo los padres no se dieron cuenta de aquello.

«Me volví loca, como somos los médicos cubanos, fui corriendo para que me dieran una solución y me dijeron que si la ponían en la lista para que entrara por urgencia la niña se demoraría por lo menos seis meses y les dije, entonces no tiene remedio para esa fecha. ¡Necesito una solución ahora y me la van a dar ahora!, recalqué con fuerza. Nos dieron una solución que no es lo que estaba en el protocolo, pero es lo que nos hace por ser humanos, médicos formados en el humanismo, diferentes al resto de nuestros homólogos en el mundo. Me decía por dentro, a toda hora, no me muevo de ahí hasta que no se resuelva el caso de la niña; le pusimos el carro y entró por emergencia y el oncólogo la vio, la operaron al otro día, no tuvo metástasis y gracias a nosotros está viva, porque si hubiera esperado los seis meses en la fila para operarla, sin dudas hubiera fallecido. Sus padres quedaron muy agradecidos. Después examiné la niña, con una operación enorme, está bien.

«Brasil es un país con mucho desarrollo, pero los médicos no tocan ni le miran a los ojos a los pacientes».

Me siento feliz y honrada por el recibimiento, tanto en La Habana junto al Presidente, como aquí con un acto muy lindo. Regreso a mi patria y a mi familia. Sobre todo la grandeza y riqueza más grande es tu patria, tu familia, tu pueblo.

«Cómo médico me entristeció cómo se trata a los pacientes y pensaba que en Cuba la mortalidad infantil y materna es baja, allí se muere un niño o una embarazada y no pasa nada, o fallece cualquier paciente y nadie responde, aquí tienes el compromiso con los pacientes.

«Me quedaba fría al ver que un paciente con cáncer tiene que estar en una fila uno o dos años para que le hagan una tomografía. Eso me impactó mucho allá, comprobar que no se le brinda mucho valor al ser humano, o pagas bien cara la consulta, que la mayoría no tiene con qué pagarla o no te atienden.

«Regresa la misma doctora, simplemente con un poco más de experiencia de vida, la misma doctora alegre, que ama a su familia y a su pueblo».

Nos recuerda que estuve en Pakistán, cuando el terremoto, como miembro de la brigada Henry Reeve, y también cumplió misión cinco años en Venezuela.

«Ahora cuando el Ministerio de Salud tomó esta decisión pues regresamos a nuestra patria; gané en experiencia y una comparación con respecto a la salud cubana, que como ella no hay ninguna.

«Regresé triste porque dejé pacientes brasileños que no querían atenderse con más nadie que no fuera conmigo; un día me mudaron de un puesto de salud y los paciente fueron a hablar con la secretaria de salud y preguntaron por mí, que no se atenderían con más nadie que no fuera conmigo, y tuvieron que volver a mandarme para ese puesto.

Atendía pacientes de pocos recursos económicos, de una zona rural, pero hicieron una fijación conmigo, decían que yo era diferente porque los escuchaba, le daba un consejo, porque los encaminaba cuando venía con un problema, y realmente me tomaba el tiempo necesario para atenderlos y ellos se sentían maravillados con la doctora cubana, por eso sintieron mucho cuando nos retiramos.

«Estaba en un lugar apartado donde tampoco quieren ir los médicos brasileños, quienes prefieren trabajar en las grandes ciudades. Antes de venir llegó un médico brasileño, de cuatro que convocaron, y solo duró una semana.

«Siento mucho que esos brasileños no van a tener atención médica, infelizmente, porque ya llevábamos dos años atendiéndolos. Los pacientes se apasionan con nosotros porque cultivamos pasiones en los pacientes, que nos respetaban y querían por nuestro humanismo, porque no nos creíamos superiores a ellos».  

Yusmaidy Pérez Reymont (primera a la izquierda) junto a otros tres colaboradores que regresaron de Brasil. Foto: Hugo García

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