Jóvenes oficiales, sargentos, soldados y civiles de la defensa de Isla de la Juventud visitaron el museo Cuartel Moncada. Autor: Ana Esther Zulueta Publicado: 23/08/2018 | 07:08 pm
Una representación de jóvenes oficiales, sargentos, soldados y trabajadores civiles de la defensa del Sector Militar Especial de Isla de la Juventud (SMEIJ) se acercó a la historia de Cuba atesorada en el oriente del país, como parte de las opciones veraniegas del Ejército Occidental. La tropa tuvo como destino Santiago de Cuba, territorio encargado de custodiar los restos mortales del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz (1926-2016).
Tras recorrer más de 800 kilómetros, la comitiva llegó en la madrugada a la unidad militar que la albergó. A pesar de la lógica fatiga y sin sacudirse el polvo del camino se inició el programa diseñado por el Ejército Oriental.
El primer punto del periplo incluyó el tributo a Carlos Manuel de Céspedes, Mariana Grajales, José Martí y Fidel Castro, quienes —en su momento— se rebelaron con fuerza terrible, como diría el Maestro, contra los que le arrebataban al pueblo su libertad y su decoro.
Al llegar al camposanto la banda de música del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) interpretó Elegía a José Martí, obra de Juan Almeida Bosque (1927-2009), utilizada en la ceremonia del relevo de la guardia, tras la cual los jóvenes depositaron sus ofrendas ante los restos de los hijos eternos de la Patria.
Juannier Álvarez Calunga, santiaguero de cuna y teniente en el Sector Militar de Isla de la Juventud, habló en nombre de sus compañeros: «Estoy conmovido, mi vida está marcada por las ideas de Fidel, su coraje y su capacidad de construir una Revolución para los necesitados. Y sobre todo por legarnos este país con tantas oportunidades», dijo.
En el breve recorrido por el cementerio vieron la última morada de las tantas vidas jóvenes que quedaron en el camino hacia el triunfo en la última etapa de la gesta libertadora. Por eso, es imposible concebir una visita a la Ciudad Heroica en la que no se incluya una parada en el otrora Cuartel Moncada, lugar donde en 1953 se encendió la llama para que cinco años, cinco meses y cinco días después se convirtiera en amanecer de victoria.
Luego de las explicaciones del museólogo Juan Manuel Ayra Cervantes y visionar el documental sobre lo ocurrido el 26 de julio de 1953, el teniente Eiler Redonet Hernández comentó: «Fue realmente un acto de osadía. La reconstrucción con tecnología 3D de aquel suceso, motivó mi interés por conocer más al respecto. Constaté por la acción táctica, que aquellos muchachos eran inexpertos, pero su mayor arsenal era el patriotismo», reflexionó.
«¡Está duro eso…!», exclamó el veinteañero Isaías Ndlovu Téllez —sargento de tercera del grupo de artillería mixto—«por defender la Patria muchos como yo dejaron atrás a la familia y sus sueños personales. Solo tenían de su lado el amor infinito a Cuba y el coraje para defenderla —hace una pausa prolongada— yo hubiera estado entre ellos», aseguró.
CON MACEO HACIA LA GRANJITA SIBONEY
El tercer lugar visitado fue la Plaza de la Revolución, donde la escultura ecuestre del Titán de Bronce está en permanente convocatoria al combate, interpretación de una de los visitantes de lo que concibió el escultor santiaguero Alberto Lescay. En la base del monumento, conocieron sobre los detalles de su construcción y comprobaron el valor que tiene la figura del General Antonio para el pueblo de esa región del país.
La jornada matutina —agotadora por el calor —concluyó con el almuerzo, para partir en la tarde hacia la Granjita Siboney, lugar que concentró a los protagonistas de la gesta del Moncada en aquella madrugada de la Santa Ana. Por encontrarse el inmueble en reparación, no se pudo acceder a la casona, pero sí a la historia.
Lo más impresionante en el lugar fueron los impactos de los proyectiles calibre 50 en la fachada, huella imperecedera de la artera acción de los batistianos para simular un enfrentamiento de los revolucionarios con el ejército y justificar la presencia de cadáveres masacrados de los moncadistas ante la opinión pública.
En las inmediaciones de La Granjita se encuentra el museo de la guerra hispano-cubana-norteamericana, donde los pineros volvieron sobre el momento en que Estados Unidos secuestró la soberanía a Cuba hace 120 años y en cuyas salas se exponen piezas de artillería, torpedos, proyectiles, fusiles y algunos objetos de la época.
Con toda esta historia por preservar y defender regresaron los expedicionarios a la sede que los acogió durante su visita, dispuestos a conocer los encantos nocturnos de la ciudad rebelde fundada en 1515 por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar.
El impacto de los proyectiles en la fachada de la Granjita Siboney impresionó a los pineros.
ADIÓS NO, HASTA PRONTO
El amanecer sorprendió otra vez a los visitantes en la carretera, esta vez rumbo a Mayarí Arriba, a unos 60 kilómetros del centro de la ciudad. Allá les abrió sus puertas el Mausoleo a los Héroes y Mártires del Complejo Histórico del II Frente Oriental Frank País, situado en las estribaciones de la montaña de Mícara e inaugurado por el Comandante en Jefe el 11 de marzo de 1978.
«En este lugar se sintetiza nuestra gesta revolucionaria, su diseño impresiona, la combinación de los colores y el ambiente solemne sobrecogen de manera especial», refirió Yumisleydis Ramírez Gulbourne, de la Marina de Guerra Revolucionaria en el SMEIJ.
«Me llamó la atención el monumento mortuorio dedicado al bailarín español Antonio Gades, amigo de Cuba, y el lugar donde descansará Raúl junto a Vilma, como símbolo de su amor eterno», dijo la capitán Claribel Camacho Lemes.
«Emociona escuchar la música, caminar por el lugar, apreciar su concepción, el simbolismo de las plantas sembradas y el sitio donde descansan los combatientes del II Frente», dijo el primer teniente Carlos Ercia Travieso.
Conmovidos por la visita se dirigieron hacia el Complejo Histórico del II Frente Oriental Frank País, constituido por salas alusivas a la tradición de lucha del pueblo, la casa de vivienda (conocida como la casita de Vilma), la oficina personal de Raúl y por un área exterior dedicada a la Fuerza Aérea Rebelde, y al transporte terrestre utilizado por los guerrilleros en la zona.
A los ojos expertos no escapó el grado de conservación de la técnica allí expuesta, ni el uso de la tecnología 3D para recrear las acciones de la última etapa de la guerra de liberación. «Esta es una forma muy atractiva de acercar el conocimiento de la historia a las nuevas generaciones, propuesta que debería extenderse a todos los museos del país», sugiere Ramírez Gulbourne.
Otra vez con la mochila pertrechada de historia salieron del Complejo para llegar a la Basílica Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, lugar que maravilló a todos.
Convencidos de por qué más allá del eslogan Rebelde ayer, Hospitalaria hoy y Heroica siempre, los jóvenes se despidieron de Santiago de Cuba con la esperanza del retorno. Cuando a las 5:00 a.m. de otro día caluroso la tropa emprendió el regreso, un desvío en el camino suscitó la interrogante: «¿A dónde vamos?», a la que el teniente coronel José Antonio Moizó Serrano respondió: «¡A Birán! No podemos dejar de visitar la casa natal del Comandante en Jefe y el General de Ejército». Ese sí fue un cierre de lujo.
El museo central del Complejo Histórico del II Frente Oriental Frank País acogió la bisoña tropa de combatientes.