Durante la semana de los campamentos de verano, los jóvenes estuvieron en contacto directo con la historia y la naturaleza Autor: Tomada de Facebook Publicado: 21/09/2017 | 06:35 pm
¿Un campamento? La frase se escapó de los labios de la guantanamera Arianne Hernández al conocer la noticia, mientras por su mente cruzaban como ráfagas las imágenes de un sitio en las afueras de la ciudad, quizá hasta asediado por mosquitos…
Tras concluir como mejor graduada el duodécimo grado en el preuniversitario Enrique Soto, de la ciudad del Guaso, y haber obtenido la anhelada carrera de Estomatología, ahora el director de la escuela le anunciaba que había sido escogida por la UJC para participar en el campamento de verano, una novedosa idea de la organización juvenil que desde el 17 y hasta el 24 de julio estimularía en todo el país a jóvenes con un desempeño destacado en los distintos sectores de la sociedad. La idea era que visitaran territorios diferentes a los suyos. En el caso de los de su provincia, deberían ir hasta Santiago de Cuba, una ciudad de la que mucho había oído hablar, pero a la que nunca había ido.
Entre la sorpresa y la reserva se debatía Arianne, mas desde la propia llegada y el recibimiento en la escuela pedagógica Floro Regino Pérez —antigua Escuela Normal para Maestros de Oriente, que sirvió de villa en la Ciudad Heroica—, confiesa con una amplia sonrisa que sus dudas se disiparon.
«Lo primero que nos sorprendió fue que nos hospedaran en este lugar, cuya construcción me encanta. Lo recorrí, me puse a preguntar y me dijeron que es una edificación que data de 1916, que es Monumento Nacional, que aquí estudió Frank País…
«¡Qué privilegio!, venir por primera vez a Santiago y alojarse en el mismo centro histórico, en una instalación confortable, con aire acondicionado y rodeada de historia. Al doblar, el cuartel Moncada, que solo había visto en los libros de la escuela y en los documentales de la televisión; el antiguo hospital Saturnino Lora… Tener la posibilidad de vivirlo enriquece, me ha hecho crecer como persona».
Para Odelquis Hurtado, director de la UEB Granja Urbana, del municipio de El Salvador, la mayor productora de maíz de la provincia de Guantánamo, «momentos como estos se deben repetir, porque son inolvidables, aportan vivencias muy ricas, se conoce la historia un poco más a fondo, se estimulan a los mejores jóvenes, militantes o no».
Motivados por el 26
El júbilo de Sancti Spíritus por ser la sede nacional del 26 de Julio se multiplica al recibir en el campamento de verano a cien jóvenes avileños. Uno de los integrantes del entusiasta y diverso grupo, Miguel Orlando Montero Pérez, instructor de arte en la escuela primaria Fe del Valle, reconoce que aquí pudo vivir días diferentes.
«Desde nuestra llegada percibimos el respaldo popular a las acciones de cambio de imagen de la ciudad. Incluso, nosotros nos insertamos en el embellecimiento y colocación de las sillas de la Plaza de la Revolución».
Como él, el resto de sus coterráneos disfrutó de opciones recreativas que han incluido visitas a centros nocturnos y el disfrute del baño en piscinas y playas.
Sin embargo, el goce mayor ha sido el contacto con los diferentes pasajes y sitios de la historia local.
Al grupo de jóvenes le ha llamado mucho la atención un recorrido que incluye varios sitios, entre ellos la Casa natal Serafín Sánchez Valdivia, las sedes de las filiales espirituanas de la Sociedad Cultural José Martí y la Asociación Hermanos Saíz, la Casa de la Guayabera, el Museo de Lucha contra Bandidos y el Monumento Alberto Delgado.
«Llegar a Caballete de Casa y poder tocar con tus manos por donde pasó el Che, así como conocer in situ cuáles son las condiciones del lugar, son hechos trascendentales», refiere, pues «la vida urbana es muy diferente a la rural, y la juventud precisa conocer los diferentes procesos que tienen lugar en esos entornos, para poder comprender también esta nación».
Al mismo tiempo, el periplo por Ciego de Ávila llevó a jóvenes espirituanos por el Museo del Azúcar en el central Patria, la ciudad de Morón, el destino turístico Jardines del Rey, las montañas de Boquerón y la ruta de Camilo y su columna rebelde camino a Las Villas. Además, fueron a la Empresa de Cultivos Varios La Cuba —donde efectuaron un trabajo voluntario—, a la Unidad de Frutales de la Empresa Agroindustrial Ceballos y a la Empresa Ruta Invasora, entre otros lugares.
Lisbetty Pérez Valdés, estudiante de Medicina y secretaria del comité de base del Comité Primario del Área Clínica, confesó que le asombra el sentido de pertenencia de los avileños por su territorio, aun con los objetos más pequeños y cotidianos, como puede ser un árbol. También la manera en que hablan de la historia.
«Eso lo hemos palpado, y algo que ha marcado es la manera en que nos hemos acercado a la historia: sin solemnidades pero con respeto y deseos de aprender. Esas visitas al Gallo de Morón y a la zona donde estuvo Camilo fueron impactantes», reconoció.
Por su parte, Dariel Suárez Concepción, médico especialista en Medicina General Integral, piensa que estos campamentos de verano son como un tercer décimo Congreso de la UJC. «Todo esto ha sido una Conexión Necesaria; pero para mí lo más importante es que nos hemos acercado al país».
Encuentro familiar... 12 años después
A sus 16 años Ernesto Correa Izquierdo es un joven estudioso, ejemplo para sus compañeros del preuniversitario Mártires de Guajaibón. Es presidente de la FEEM en el municipio de Bahía Honda y uno de los más de 60 artemiseños seleccionados para integrarse al campamento de Pinar del Río, con sede en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Federico Engels.
El día de la bienvenida, Ludey Liudys Izquierdo Carballo, presidenta del Movimiento Juvenil Martiano en el territorio, les dirigió unas palabras. Mientras hablaba, el joven Ernesto reconoció en ella unos rasgos familiares que lo trasladaron de inmediato a su infancia. Ludey es su tía materna y hacía 12 años no se veían.
Ella, de Guane, en el extremo más occidental de la región; él, de Bahía Honda, esas tierras que otrora pertenecieron a Vueltabajo y que hoy son orgullo de Artemisa.
Él la tocó levemente por el hombro y al voltearse, reconoció la joven al sobrino, ahora todo un adolescente y con algunos parecidos en el físico. Un abrazo selló el encuentro.
«Delante de los demás me dice profe, confesó Ludey, otras veces me llama tía. No es que nos distanciáramos, siempre he mantenido comunicación con mi hermana, pero ha sido por teléfono, y la última vez que nos vimos él ni siquiera asistía a la escuela. Por suerte me ha visto en fotos, porque ni yo sabía que él venía, ni él que yo estaba en la organización del campamento. Ha sido una alegría tremenda», confesó la muchacha.
Ernesto no tiene palabras para agradecer lo bien que ha sido atendido en Pinar y agradece la oportunidad no solo de conocer otro territorio y ver parte de la familia, sino de hacer nuevos amigos, reforzar el estudio de la historia y fomentar valores.
De Camagüey a Las Tunas... y viceversa
Wendy Seijo Avello, camagüeyana de 20 años, recientemente culminó el tercer año de Medicina en la filial que esa especialidad tiene en Nuevitas, su municipio de procedencia. Allí preside la Federación Estudiantil Universitaria.
«A diferencia de algunos de mis compañeros, ya había estado antes en Las Tunas, aunque solo de pasada, dice. Recuerdo la vez en que íbamos rumbo a Guantánamo, a participar en un evento estudiantil. Decidimos detenernos unos minutos y la ciudad me encantó. Ahora he podido verificar con creces aquella impresión, porque la estancia ha sido más larga».
Según Wendy, el recorrido por este territorio y los encuentros con sus dirigentes, la puso en contacto con una historia que apenas conocía. Habla del apego que los tuneros tienen por sus tradiciones culturales. También del amor que les profesan a sus héroes, algunos de los cuales participaron en varios de los acontecimientos cubanos más importantes de los siglos XIX y XX.
«La esfera económica también merece admiración, en especial los programas destinados a incrementar la producción de alimentos. Yo quedé maravillada cuando supe que los muebles que exhiben algunos de los principales hoteles cubanos son fabricados aquí por la empresa Ludema. Y que el parque eólico proyectado en la parte norte de la provincia será el mayor del país».
Como joven y originaria de la localidad ultramarina de Nuevitas, Wendy se deshace en elogios por las playas del litoral puertopadrense. También se lleva en el morral de los recuerdos su periplo por el área protegida de Monte Cabaniguán, en el municipio de Jobabo. Allí se localiza el mayor criadero natural de cocodrilos acutus de América Latina y uno de los principales refugios de aves endémicas de Cuba. «El paseo en bote cerca de los manglares del humedal fue fabuloso y no lo olvidaré».
La joven camagüeyana consideró que esta primera edición de los campamentos de verano establece un importante referente. «Fue un éxito rotundo, y no solo en organización y hospitalidad».
Mientras Wendy recorre sitios de Las Tunas, una tunera visita el territorio camagüeyano. Ella es Arianne de la Cruz Batista, estudiante de 16 años de edad. Desde niña le temía a la oscuridad de las cavernas y ahora ha logrado entrar a una cueva en la tierra de los tinajones, como parte del programa del campamento de verano.
«Lo peor no fue descender a la cueva María Teresa, sino salir de allí por un muy estrecho hueco en la tierra, que me dejó tremendo escalofrío; pero todo lo que he vivido valió la pena», aseguró, mientras revivía pasajes de una excursión insólita.
A Arianne y a casi un centenar de tuneros, el viaje por la reserva ecológica y área protegida Limones Tuabaquey los ha deslumbrado. «Hemos visto de cerca no solo las entrañas de la tierra, sino los dóciles y dormilones murciélagos que habitan en las cavernas, las pictografías rupestres dejadas por nuestros pueblos originarios, el bello tocororo y hasta los enormes gusanos meones», aseguró la joven.
Aunque los visitantes han asistido a muchos lugares de interés, el que más ha calado en ellos ha sido la casa de El Mayor. Al respecto Alexéi Santana Olano afirmó: «Nos impresionó ver de cerca cómo vivía, cuáles eran sus pertenencias, apreciar su revólver, que se conserva intacto, así como los tinajones del patio interior, que hablan del Camagüey de Ignacio Agramonte». Alexéi quedó impactado con la historia de este sitio relacionado con el patriota insigne, «porque sentirlo allí, justo donde nació y creció, hace que uno lo lleve siempre consigo».
En la cuna de Fidel y Raúl
Francisco Cañete Aguilar trabaja en el Hospital Celia Sánchez, de Granma, y los ajetreos lo mantienen ocupado en el laboratorio donde se desempeña como microbiólogo. Sin embargo, decidió abandonar por una semana sus faenas habituales e incorporarse al campamento en la cercana provincia de Holguín.
Para él, una de las vivencias más hermosas en territorio holguinero fue visitar el sitio histórico de Birán, en el municipio de Cueto, donde nacieron Fidel y Raúl, una oportunidad que también le motivó a pensar en su país. «Escuchando las narraciones del historiador del museo y viendo las condiciones de aquel lugar aprecié mucho más el sacrificio y la valentía de Fidel, quien en aquella época abandonó también comodidades y posesiones, y salió a arriesgar su propia vida para hacer una Revolución», comentó.
Sobre la iniciativa de la UJC, entre los aciertos que más valora están la posibilidad de confraternizar con jóvenes de otras provincias y la gran variedad de opciones a las que pueden acceder, siempre con la doble visión de disfrutar y de aprender.
Mucho ritmo y diversión
En Matanzas la experiencia de los campamentos de verano también trajo alegrías para los 85 jóvenes mayabequenses, quienes no aspiraban a recibir tanto amor.
Durante la semana aportaron a la producción agrícola, al saneamiento medioambiental, conocieron de primera mano sitios de interés histórico y cultural, y disfrutaron lo mismo de una playa que del baile.
Todo el programa fue minuciosamente preparado para satisfacer las inquietudes de los visitantes, que llegaron llenos de expectativas a la hermana provincia.
Edgar González Barroso, funcionario del Comité Provincial de la UJC en Mayabeque, destacó que la experiencia ha sido positiva. «Mucho intercambio y la posibilidad de conocer la cultura de este territorio, sus lugares históricos, pues no es frecuente que los jóvenes viajemos de una provincia a otra, para conocer su historia, sus lugares más emblemáticos y bellos».
Los mayabequenses sostuvieron un encuentro con el doctor Ercilio Vento Canosa, historiador de la ciudad de Matanzas, y recibieron una pormenorizada explicación de Agustina Ponce, directora de Ediciones Vigía, sobre la historia de esa casa editorial que manufactura sus libros y revistas.
Eudaldo Ayala García, músico del sexteto Son de Mayabeque, exaltó la buena organización y la seriedad en el cumplimiento del programa. «Intercambiamos puntos de vista, porque cada provincia tiene sus características, y a veces uno va para Varadero y no entra a la ciudad de Matanzas, que es preciosa».
También participaron en una actividad recreativa en el centro cultural Monserrate y recorrieron todos los lugares de interés histórico y social de la Ciénaga de Zapata, donde acamparon en el campismo Victoria de Girón.
La experiencia se multiplica por toda Cuba. Para el pinareño Marlon Isbel Martínez Negrín, quien no pudo ocultar la alegría de estar en Artemisa como integrante del campamento, la vivencia le ha aportado mucho como joven revolucionario. «Desde el mismo recibimiento oficial en el Mausoleo a los Mártires de Artemisa, todo nos ha cautivado. Allí conocimos de cerca la historia de jóvenes como nosotros, que en su época no dudaron en dar la vida por las ideas justas».
Al joven profesor de la Escuela Pedagógica Tania la Guerrillera, y además miembro no profesional del Buró Provincial de la UJC en Pinar del Río, todo parece sorprenderle como al resto de los muchachos, y en pocos días han formado una especie de familia sin importar si son estudiantes, o trabajadores estatales o por cuenta propia.
Durante una semana estos jóvenes han dejado su huella en el territorio artemiseño. «Plantamos 90 posturas de mangle en el ecosistema costero de Cajío, donde existe un proyecto denominado Manglar Vivo. Queremos que al igual que lo ha hecho nuestro Comandante Fidel, esas plantas protejan con sus fuertes raíces nuestras costas ante cualquier fenómeno climatológico».
Encuentros que humanizan
A la mayoría de los cienfuegueros que pisaron suelo villaclareño, les resultó original conocerse entre sí y hacer nuevas amistades, afirma Beatriz Rodríguez Benítez, trabajadora del Combinado Lácteo Escambray, de Cumanayagua.
Mientras, Rosbeil Lay Hernández Gálvez, jefe de turno de un pelotón de combinadas en el central Caracas, cumplió su gran anhelo de conocer el Complejo Escultórico Comandante Ernesto Che Guevara.
«Me sentí muy impresionado de estar allí, de rendirle homenaje al Guerrillero Heroico donde reposan sus restos y también los de sus compañeros de la gesta de Bolivia. Es una experiencia inolvidable».
Algo similar le ocurrió a Héctor Clavel, del Ministerio del Interior. Él conocía los exteriores del Monumento, pues había pasado por delante en auto, pero nunca había entrado a su interior. «La emoción me apretujó el corazón», enfatizó.
Luego los sobrecogió a más no poder, a pesar de los años ya transcurridos, apreciar en la Sala Especializada de Historia de la Escuela Secundaria Básica Urbana El Vaquerito, objetos que fueron empleados para torturar a los revolucionarios en el mismo lugar donde radicó una estación de policía de la dictadura de Fulgencio Batista.
Pero, la gran sorpresa les llegó casi al concluir el campamento de verano. Nadie en los inicios imaginó que ocurriría. Allí, frente a ellos, estaba René González, Héroe de la República de Cuba y vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí.
De inmediato sobrevino un diálogo fluido que fue un reflejo del interés de los jóvenes por conocer más sobre la hazaña de René y sus hermanos de causa, y de este por alertarlos sobre el hecho de que nunca se dejen confundir y mucho menos dividir.
Les habló, a petición de los jóvenes, de sus días en la cárcel y del regreso. Y ante la pregunta de qué te hizo resistir, fue enfático: «¡Creer en lo que defiendo! Además, tenemos más moral que ellos. Los Cinco ganamos esta batalla desde el mismo instante en que les dijimos que no íbamos a cooperar con ellos».
La Habana también tuvo su campamento, al que llegaron representantes de la Isla de la Juventud. Casi sin voz y con la excitación propia de varios días de diversión, la joven de 15 años Betty Leydy Rodríguez Dámaso compartió con JR todo lo que ha vivido en estas jornadas vacacionales. Ella solo había estado de paso por aquí, confesó. Pero este viaje sí le ha permitido conocer de verdad la capital.
«El encuentro con las glorias del deporte nos hizo pasar un momento excepcional. También hemos ido a teatros, museos, piscinas y al centro cultural En Guayabera, que me encantó», dijo a modo de resumen, y reconoció que lo que más le ha gustado ha sido el Museo de Bellas Artes.
Con un poco más de experiencia, Ever Lago Mejías, vicepresidente del Movimiento Juvenil Martiano (MJM) pinero, expresó que a sus 32 años nunca había tenido vivencias similares. «No nos ha dado tiempo a nada. Este primer campamento de verano en todo el país debería volverse algo habitual, porque brinda a diferentes jóvenes la posibilidad de conocerse y saber de distintas provincias y de la historia de Cuba, que es tan amplia y atractiva».
Y hasta la Isla de la Juventud llegaron los habaneros. Uno de ellos, Josbel Domínguez Suárez, presidente de la Brigada de Instructores de Arte del Cotorro, dejó un compromiso: «El campamento se acaba, pero siento que estoy en deuda con los pineros, con su tierra, necesito regresar en algún momento y no sería justo para un artista de la plástica irse y no dejar pintado un paisaje. Ese será mi obsequio en la próxima aventura».
Las actividades deportivas también formaron parte del programa de los campamentos.