Los habitantes de la zona desafían el peligro de un pasadizo con más de 50 metros de largo. Autor: Emilio Rodríguez Pupo Publicado: 21/09/2017 | 06:31 pm
Cuando llueve, las tablas rotas y disparejas del viejo puente colgante de Arroyo Hondo —sobre las aguas del río, en Mayarí, Holguín— resbalan como un jabón y convierten su cruce en un peligroso desafío para unas cien personas diariamente.
Se construyó por iniciativa popular en 1964, como un recurso «heroico» para poder vivir y producir allí. Con él se ahorraban kilómetros de malos caminos y se llegaba más rápido a una parte suburbana del municipio mayaricero. Ese pasadizo vial —que se mece como un columpio y provoca vértigo a cualquiera— es una obligada aventura cotidiana de estudiantes, trabajadores, campesinos y profesionales de las más de 200 casas del pintoresco paraje.
Por supuesto, tuve que cruzar ese puente (arqueado casi verticalmente en una de sus puntas por su tiempo de uso), para escribir este reportaje, que no se podía redactar por la impresión de una foto, una conversación telefónica o visto desde una loma con un catalejo.
Después del bamboleo, sostenido de sus cables sobre él, conocí el suceso del niño que hace algún tiempo resbaló a mitad del puente y logró no caer ¡de milagro! porque, increíblemente, quedó colgado de los fuertes cordones de uno de sus zapatos y pudo ser rescatado a tiempo.
II
El puente de Arroyo Hondo se llama así porque cuando llueve mucho el río se crece y sus pobladores quedan incomunicados. Como es conocido por los mayariceros, ese «trillo» hecho en el aire tiene más de 50 metros de largo, cerca de dos de ancho y una altura sobre el río por el extremo semiurbano de 12 o 15 metros y unos 25 o 30 por el rural. Se ha mantenido hasta hoy por el esfuerzo de los habitantes de esa zona.
El delegado de la circunscripción 117 del Consejo Popular de Chavaleta, Luis Felipe Guerra Cutiño, desde hace varios años, ha sido el alma de esa comunidad en el empeño de sustituir el riesgoso puente vial por uno en tierra firme, de hormigón, definitivo. Ello permitirá eliminar el peligro y facilitar el cruce de las personas, los vehículos y el desarrollo socioeconómico de Arroyo Hondo y sus alrededores. Pueden lograrlo con sus riquezas tabacaleras, 12 ranchos de cura de la aromática hoja, tierra fértil para otros productos, capacidad ganadera, indiscutible belleza natural turística y personal valioso.
III
En Mayarí sesionó del miércoles 13 al sábado 16 de abril la 5ta. Jornada Literaria José Juan Arrom y allí nos dimos cita varios intelectuales y amigos.
Llegamos al extremo suburbano del puente, en Arroyo Hondo, con Emerio Medina, premio iberoamericano de cuento Julio Cortázar y premio Casa de las Américas en ese género; el periodista Emilio, de Radio Mayarí; el pintor Jorge Rafael Soca, su compañera mayaricera Marlene y yo.
Vimos entonces que en la orilla rural de aquella vía antigua de 52 años, hecha a mano y frecuentemente reparada, nos esperaba precisamente Luis Felipe Guerra Cutiño, a quien le falta una pierna, pero le sobra corazón, entusiasmo, cultura y amor para luchar por este sueño.
IV
«El cruce de nuestro puente aún no ha dejado de ser una aventura a los pies de más de 15 millones de personas que lo han desafiado hasta hoy, pues es como si Cuba entera hubiera cruzado con mucho cuidado por ahí una vez y media. La cifra obedece, según nos aclara Emerio, a un aproximado de cien personas diarias que han desandado sus tablas amarradas o unidas con cables, desde que se inauguró hasta la fecha. Muy pronto va a quedar como una reliquia sobre el río que le pasa por debajo», explicó Guerra Cutiño.
«De esta rústica y peligrosa vía se han caído más diez caminantes y, lo más triste y duro, es que tres personas de la comunidad —en un momento en que al puente le faltaban tablas— murieron ahogados al caerse a las aguas y enredarse en el lino del río», apuntó el delegado.
Por testimonios de varios vecinos de la zona que cruzaban el puente el domingo 17 de abril para llegar a sus casas, supimos cuestiones interesantes.
El delegado nos dijo que entre 800 y mil habitantes de esta zona se ven obligados semanalmente a cruzar esta vía incómoda: los de Arroyo Hondo y los de otras dos comunidades, pero es la más cercana y rápida «senda» para salir o reincorporarse a su barrio.
Argumentó que en situaciones de grandes aguaceros, el río crece amenazadoramente y los vecinos, cuando escampa, se acercan a sus orillas para ver pasar objetos, muebles, animales ahogados, cerdos, gallinas y a veces hasta caballos.
«En cuanto nosotros asumimos la responsabilidad de delegado, nos pusimos en contacto directo con nuestra población aquí. Tratamos de construir un puente por nuestra cuenta, con un aporte de 14 000 pesos de la cooperativa de créditos y servicios (CCS) Niceto Pérez, que radica en Mayarí, pero abarca Arroyo Hondo. Incluso, hubo contribuciones monetarias de algunas familias».
Con esa donación ya suman unos 20 000 pesos recolectados, pues también contribuyeron productores de cerdos, aves y cosecheros de tabaco, principalmente.
«Escogimos un punto adecuado, en una parte del río cuyo ancho era menor, de unos 22 metros. Algunos especialistas coinciden en que es el sitio idóneo para el nuevo puente. Hay que tener en cuenta que el río debe ser provisionalmente desviado.
Conversamos con el general de brigada (r) Pedro José Astrín Rodríguez, al frente del Trasvase Hidráulico Este-Oeste en la región oriental, quien evaluó la importancia socioeconómica de la obra, enclavada donde hay un polo productivo que por la dirección del país tiene un impulso serio.
«Ya podemos estar más tranquilos, pues la obra va a ser asumida por el trasvase, teniendo en cuenta la relevancia productiva del lugar. Un estudio topográfico e ingeniero de esa gran obra concuerda con nosotros en la conveniencia y posibilidad de construir aquí el anhelado puente. El Estado asignó más de un millón de pesos para esto», destaca el delegado.
Al hablar ante los asistentes a la jornada literaria en homenaje a Arrom, en su cuna natal, el presidente de la Asamblea Municipal del Poder Popular en Mayarí, Jordanis Pérez Urrutia, nos confirmó: «La autoridad moral de los dirigentes de una localidad la da la obra que en ella se ejecuta. El puente de Arroyo Hondo surgió de un deseo de la comunidad y ese deseo, ese sueño, será garantizado por la Revolución».
Carlos González Ramírez, nos dice: «Yo vivo aquí desde 1970, tengo 62 años y nunca olvido que saqué del río a un primo mío ahogado, uno de los tres que perdieron la vida al caerse del puente».
«El 18 de noviembre de 2015, a las ocho de la noche, cuando cruzaba el puente, me fui de lado y caí al agua. Estaba muy oscuro. Me asusté mucho, pero pude nadar y salvarme», evoca Rigoberto González, trabajador gastronómico.
Y Primitivo Figueredo Ruiz, de 88 años, explica: «Mi hermano Esteban y yo estuvimos entre los primeros vecinos que iniciamos en 1963 la construcción de este puente rústico, como un medio para pasar rumbo al pueblo y regresar luego a nuestras casas».
Eduardo del Valle Gómez y Lourdes López González nos contaron que cuando el río se crecía se llevaba muchas tablas del puente, zafaba hasta los alambres y luego había que reconstruirlo otra vez. Comentan que ha sido una lucha todos estos años, también contra gente malintencionada que le quitaba cables.
«El mal estado de los caminos y la lejanía impiden que llegue aquí un carro. Han venido ambulancias de montaña y han llegado tarde…», expresa Lourdes López.
Por último, el entusiasta delegado nos asegura: «Pero ya en julio se estima que va a iniciarse la sustitución definitiva de este puente colgante». Y Wilmer Figueredo Sánchez, miembro del Buró municipal del Partido que nació en Arroyo Hondo, manifiesta: «Así serán más felices los pobladores de esta zona».