Concierto de Silvio, 20 de diciembre de 2014, en el parqueo del estadio Latinoamericano. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 06:23 pm
«Mi casa ha sido tomada por las flores.
Traigan copas, traigan vasos
al derrame de colores…»
Silvio Rodríguez
Nada indicaba que aquel 17 de diciembre sería el día de los abrazos más añorados por esta tierra. Después de los primeros rumores, la ansiedad creció hasta ser tangible. A las 12:00 meridiano, la voz firme del Presidente confirmó los motivos de una felicidad largamente postergada y el país se estremeció: Gerardo, Ramón y Tony, ya estaban en casa.
Los primeros abrazos. Foto: Estudios Revolución
Han pasado 365 días de esa jornada memorable. Hace 365 días que Antonio Guerrero, el primero en bajar de aquel avión, registró el instante de pisar tierra y luego ver bajar a sus hermanos como uno de los más trascendentes de su existencia. Ese es también el tiempo transcurrido desde que Ramón se llevara por primera vez a la boca una cucharada de azúcar, después de muchos años; o que Gema recibiera, aún en la panza de su madre, la primera caricia de papá, los primeros arrumacos en su voz. La noche del 17 de diciembre de 2014 fue la primera que René y Fernando durmieron realmente en libertad.
La familia, 27 de noviembre de 2015. Foto: Ismael Francisco
Cuba entera celebró a lo grande los acontecimientos de ese día: el inicio del proceso de restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, pero, sobre todas las cosas, la felicidad de cinco familias. En los más disímiles rincones del planeta, quienes por más de cinco lustros habían impulsado la solidaridad y el amor que nos retornó a ese quinteto de patriotas, estallaron de alegría.
Intenso reencuentro. Foto: Estudios Revolución
Saberlos en casa fue constatar nuevamente que Fidel siempre cumple: «Solo les digo una cosa: ¡Volverán!». Allí estaban los muchachos para retomar la vida que les intentaron arrebatar, para recordarnos con su sencilla existencia que los héroes son de carne y hueso.
Después han venido los días interminables de tocar la realidad de un país que nunca los dejó solos, de ponerle rostro a tanta gente que los acompañó de mil maneras y les dio fuerzas, como confesara Gerardo, para resistir el día a día en prisión inmerecida, lejos de todo y de todos los afectos.
Gracias, Gracias, Gracias… la palabra más repetida por nuestros Cinco. Los gestos entrañables, los impulsos de tantas emociones a lo largo de todo el año todavía no terminan de apaciguar sus espíritus incansables. En un intento imposible porque todos sientan ese agradecimiento, ellos se multiplican y aun así no se sienten satisfechos. Demasiados años y mucha gente valiosa a la que abrazar. Sin embargo, todo aquel que hizo suya la causa de los Cinco se siente completo en la libertad, en las sonrisas perennes, en la certeza de que estos cubanos buenos ya están arropados por sus familiares, en la tierra a la que le entregaron lo mejor de su juventud, viviendo la cotidianeidad postergada.
Entonces, este 17 de diciembre vuelve a ser jornada de júbilo, de abrazos, de extasiarse en la luz de los ojos de Gema, porque Gerardo fue siempre la preocupación mayor de sus hermanos; en la hermosa sonrisa que él le ha tatuado en el rostro a su Adriana con su sola presencia, de imaginar que aquel beso primero de Ramón y Elizabeth es el de todos los días, de confirmar que Mirta, la madre de Tony, es por fin feliz sin reservas… de celebrar el milagro que solo el amor y los esfuerzos de muchos consiguen, porque Cuba, desde hace un año, fue «tomada» por los Cinco.