Los embalses administrados en Ciego de Ávila por el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos acumulaban el 30,4 por ciento de su potencial de llenado, y de ellos El Calvario y Sabanas Nuevas Autor: Rodolfo Blanco Cué Publicado: 21/09/2017 | 06:19 pm
El período de enero a septiembre fue el quinto más seco desde 1901, debido a que las lluvias significaron el 77 por ciento de la media histórica, equivalente a 823,7 milímetros, un claro indicador de la ausencia de precipitaciones que afecta a Cuba.
La ingeniera Yosmary Gil Leal, directora de Infraestructura Hidráulica del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, dijo en exclusiva para JR que se trabaja a nivel de país en un plan de acciones para mitigar la situación existente, pues el huracán Joaquín no reportó variaciones significativas. Granma fue la única provincia considerablemente beneficiada con sus lluvias.
«Desde julio se emitieron indicaciones conjuntas de la Defensa Civil y nuestra entidad, enfocadas en la prevención, preparación y respuestas al déficit de agua. También se procedió a la activación de grupos temporales nacionales, provinciales y municipales, que trabajan en función de ese propósito, además de elevar la percepción de riesgo en la población y los organismos estatales, dijo la especialista.
«Igualmente se cuenta con un programa de actividades con tres líneas principales: la primera consiste en la cobertura hidrométrica, debido a la necesidad de medir el acumulado de precipitaciones y conocer la cantidad del preciado líquido en acuíferos y embalses, además de metrar la distribución por los canales al sector estatal y residencial y a las fuentes subterráneas.
«El segundo punto radica en alcanzar el óptimo mantenimiento y funcionamiento de las obras hidráulicas como canales, redes y conductoras, y se labora para eliminar el riego a gravedad y utilizar tecnologías más eficientes, como los sistemas por goteo y máquinas de pivote central eléctricas, junto a un programa a nivel nacional de herrajes, destinado a solucionar las pérdidas de agua en los interiores de viviendas y centros laborales».
Gil Leal explicó que la última línea de trabajo es el incremento de la disponibilidad del agua, «pues contamos en Cuba con 242 embalses, y de ellos hay 39 inutilizados, lo que significa casi 700 millones de metros cúbicos almacenados a los cuales no se puede acceder. Nos hemos enfocado, sobre todo, en el sector agrícola, para que dirijan sus inversiones a esos lugares».
La funcionaria apuntó que, aunque todavía es incipiente, existen perspectivas de poner en práctica un programa de plantas desaladoras, principalmente de producción nacional, las cuales utilizan energías renovables.
Para el 2016, agregó, está previsto comenzar con su instalación en cinco comunidades, mientras que en Santiago de Cuba hay una en proceso de montaje que debe ofrecerle el valioso líquido a esa provincia.
A raíz de las restricciones en el abasto de agua, a consecuencia de fuentes parcial o totalmente afectadas, se hizo un reordenamiento de la distribución mediante carros cisternas, con un mecanismo que permita la calidad sanitaria requerida. También se está reparando ese tipo de vehículos, y se prevé que al finalizar el año se cuente con más de 300 pipas de Recursos Hidráulicos a nivel nacional.
«Se dio la orientación de movilizar carros cisternas de otras entidades y la construcción de tanques para incorporárselos a los camiones que no cuentan con ese dispositivo», explicó la ingeniera, y añadió que gracias a las inversiones realizadas hoy se está en mejores condiciones para enfrentar el fenómeno, fundamentalmente en las provincias de Las Tunas, Holguín y La Habana, esta última beneficiada también con las obras ejecutadas en 2010.
«Asimismo, se ha intensificado el control de los grandes consumidores, en función de enmarcarlos en las normas establecidas según su nivel de actividad, y enfocarlos en reducir las pérdidas, pues hay muchas entidades que son derrochadoras», alertó Yosmary.
En Cuba existe una política nacional del agua que establece prioridades, en primer lugar para el abasto a la población, y luego a la ganadería y a la agricultura. Al presentarse pocas precipitaciones y por ende menor disponibilidad en los acuíferos y los embalses, se establecen restricciones a las dos últimas para garantizar el servicio a la ciudadanía.
En la actualidad, Santiago de Cuba es la provincia más afectada en cuanto al abasto de agua a la población, y La Habana, con mayores dificultades en la parte oeste y centro, que se abastecen de las cuencas Vento y Ariguanabo.
Para atenuar la situación en la capital, en la cuenca Ariguanabo se suspendieron totalmente los riegos agrícolas para destinar el agua solo a la población, la cual está sufriendo una reducción en el horario de bombeo, con una distribución en días alternos.
Además, se ha creado un programa con brigadas para suprimir los salideros existentes, pues se pierden muchos litros por segundo algo que también se aplica a las cuencas de Vento y El Gato, que abastece a una parte del este de la capital.
«En el caso de Santiago de Cuba se están tomando medidas emergentes para alargar la cobertura del líquido, y una de ellas es el trasvase de Mogotes, el cual se está terminando de construir, para inyectarle agua a los embalses que abastecen el sistema norte de ese territorio», concluyó la directiva.