Sus 70 años le impiden moverse deprisa. Sabe que tiene derecho a cruzar, pero ha esperado más de diez minutos a que algún conductor así lo entienda. Finalmente, pisa sobre la cebra del paso peatonal, trata de apurarse y, por suerte, es socorrida por un transeúnte ante los ojos de ese chofer indolente que no supo respetar las reglas del paso peatonal.
No se trata de una escena aislada en la Avenida Boyeros o en cualquier otra arteria de nuestra geografía. Tampoco lo es aquella de los peatones que, irrespetando el semáforo, intentan imponer sus propias leyes a los conductores y se lanzan, pues «todavía me queda mucho tiempo» o «ellos saben que no pueden pasarnos por arriba».
Ni en el primer caso, cuando es el peatón el que tiene prioridad, aun cuando no exista semáforo, ni en el segundo, cuando tanto choferes como transeúntes deben actuar según las luces, se reverencian las leyes del tránsito. Van dejando en manos de otro la responsabilidad y solo cuando ocurre el accidente, las manos van a la cabeza y se escuchan las lamentaciones…
¿Será que los choferes son los únicos culpables de los siniestros en la vía? ¿Acaso quienes caminamos por ella nos comportamos siempre con sensatez? ¿No depende de conductores y transeúntes la seguridad en nuestras calles y avenidas? A todas luces, ¿no es una responsabilidad compartida?
Datos publicados recientemente en el Anuario Estadístico de Cuba 2014, revelan que de los 11 294 accidentes de tránsito ocurridos en el país el pasado año, 12 se relacionaron con la violación por los conductores del derecho del peatón, lo que produjo igual cantidad de lesionados, sin que se reportaran fallecidos.
En el acápite correspondiente a los accidentes de tránsito, se destaca que por infracciones de peatones ocurrieron 232 siniestros, en los que se registraron 20 fallecidos y 227 lesionados. Igualmente, por no respetar el derecho de vía y no obedecer las luces del semáforo, sucedieron 2 845 y 250 accidentes, respectivamente.
Según el artículo 82 de la Ley 109 Código de Seguridad Vial, el conductor de cualquier vehículo está obligado a detenerlo y ceder el paso cuando observe a peatones que empiecen a cruzar o estén cruzando la calzada por vías con las marcas de tipo cebra. Además, el apartado 104 señala que se prohíbe adelantar a otro vehículo cuando se aproxima o circula por los pasos para peatones, señalizados de igual manera.
En los artículos desde el 144 hasta el 147 se enmarcan las obligaciones y derechos del peatón, y hasta se contempla que para las personas con discapacidad, además de cumplir las indicaciones de esos apartados, una vez iniciado el cruce, tienen derecho de paso preferencial con respecto a los vehículos en las intersecciones a nivel sin semáforos.
Tanto peatones como conductores de vehículos deben respetar, al pie de la letra, esas y cada una de las normas establecidas, para contribuir a reducir considerablemente los siniestros en la vía, no solo por los estragos a la economía del país, sino porque la vida es el más preciado tesoro de un ser humano. Sin embargo, hay quienes no valoran esa concepción, sobre todo cuando van tras un timón o sencillamente transitan por nuestras calles.
Ahora bien, si no hay vigilancia y control sobre el cumplimiento de las normativas no se puede avanzar y es necesario tomar conciencia individual y colectiva sobre nuestro comportamiento en la vía. El trabajo de prevención debe ser permanente, sobre todo si queremos lograr para el 2020 el objetivo de reducir, en los accidentes en nuestras calles, la tasa de mortalidad por cada 100 000 habitantes a cinco, como se ha propuesto la Dirección Nacional de Tránsito.
La seguridad también es importante fuera de casa, nunca lo dudes. Por eso es recomendable tomar precauciones, estar atentos y actuar correctamente. Se trata de generar conciencia sobre el riesgo de transitar por las calles y que tengamos un compromiso de hacerlo con prudencia y cortesía, pues la seguridad vial no es negociable, depende de cada uno de nosotros.