El embarazo en la adolescencia y sus tristes consecuencias aumentan peligrosamente. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:41 pm
Todos los días 20 000 niñas menores de 18 años dan a luz en países en desarrollo, y nueve de cada diez de estos partos ocurren dentro de un matrimonio o unión de hecho. Alrededor de 70 000 adolescentes en países en desarrollo mueren cada año por causas relacionadas con el embarazo y el parto.
Para mayor alarma, dos millones de los 7,3 millones de partos de adolescentes que ocurren cada año, son de niñas menores de 15 años; si las tendencias actuales continúan, la cantidad de alumbramientos de menores de 15 años podría elevarse a tres millones por año en 2030.
Son estas algunas de las escalofriantes cifras de las que da cuenta el resumen ejecutivo del informe Estado de la Población Mundial 2013 que, anualmente, publica el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), cada 30 de octubre. En esta ocasión, entre otros significativos datos, se refiere a los principales desafíos que implican los embarazos adolescentes y sus graves consecuencias para la educación, la salud y las oportunidades laborales a largo plazo de las infantes.
Como expresa el Prólogo, cuando una niña queda embarazada, su presente y futuro cambian radicalmente, rara vez para bien. Ante esa triste realidad, el Unfpa pone a disposición de expertos, investigadores, demógrafos, sexólogos, psicólogos, médicos, cientistas sociales, decisores, Estados, Gobiernos y población en general, una importantísima herramienta para generar conocimiento y cultura, para compartir experiencias en ese necesario camino de entender y asumir el embarazo adolescente, no solo como una cuestión de salud, sino de desarrollo.
En ese sentido, el informe también muestra lo que se puede hacer para frenar el embarazo adolescente y proteger los derechos humanos y el bienestar de las niñas.
Además, aplica un marco ecológico de múltiples niveles, que demuestra que tales embarazos no ocurren por un solo motivo. Son consecuencia de una combinación de factores: la pobreza, la aceptación del matrimonio infantil por parte de las comunidades y familias, y esfuerzos inapropiados para que las niñas no abandonen la escuela.
Estos embarazos, en especial los de las menores de 15 años, no son el resultado de una decisión deliberada, sino de la ausencia de opciones y de circunstancias que están más allá del control de las niñas. Reflejan impotencia, pobreza y presiones de los padres, los pares, las familias y comunidades. Y muchos son el resultado de violencia sexual o coerción.
Pero, ¿qué lugar ocupa Cuba en ese mapa global que nos acaba de mostrar el Unfpa con su informe Estado de la Población Mundial 2013 «Maternidad en la niñez: Afrontar el desafío de un embarazo adolescente»?
En América Latina y el Caribe la tasa de fecundidad en la adolescencia sigue siendo alta y hace muy poco comenzó a disminuir. En ese contexto, en Cuba, con niveles de fecundidad pobres, por debajo del reemplazo desde hace más de tres décadas, la fecundidad sigue siendo temprana, pues aproximadamente el 58 por ciento de los nacimientos ocurren en mujeres de entre 20 y 29 años de edad, según el Anuario Estadístico de Salud de 2012.
En este panorama, sin embargo, «la fecundidad adolescente representa el 16 por ciento del total, con diferencias territoriales y al interior de ese grupo de edades. Tradicionalmente, el embarazo adolescente ha sido superior en las provincias orientales y, respecto a las edades, se mantiene estable entre 12 y 14 años, disminuye ligeramente de 18 a 19, y crece en el grupo de 16 a 17 años. La edad media ha ido disminuyendo, para ubicarse en 17 años a fines de 2011».
La aseveración la hizo la doctora Grisell Rodríguez, del Centro de Estudios Demográficos (Cedem) de la Universidad de La Habana, durante un panel sobre el tema el 11 de julio último, Día Mundial de la Población, en el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex).
Cuba posee una de las tasas de embarazo adolescente más baja de América Latina y el Caribe, por lo cual, en opinión de los expertos, incluyendo la Oficina del Unfpa en Cuba, las alertas apuntan a las múltiples consecuencias de los embarazos tempranos para las niñas y adolescentes: sueños pospuestos, frustraciones personales y sociales, asunción temprana de roles de la adultez, angustia, incertidumbre.
A juicio de especialistas reunidos en la cita del Cenesex, se trata de un problema de múltiples causas, incluidas la falta de grupo y redes de apoyo, carencias afectivas, la inseguridad, las desventajas económicas, la baja autoestima, la pobre comunicación en la familia, entre otras que necesitan ser más abundantemente investigadas.
No obstante, en nuestro país se realizan diversos esfuerzos para prevenir el fenómeno desde el Programa Nacional de Educación Sexual y el trabajo preventivo en diversos espacios juveniles.
Para Jesús Robles, coordinador internacional de Programas del Unfpa en Cuba, la mayor garantía en nuestro caso es la voluntad política para brindar amparo y protección a cada persona.
«Las políticas públicas y los programas sociales que benefician a la mujer y la familia, como el acceso a la educación, la posibilidad de superación y empleo, así como el libre acceso a la salud sexual y reproductiva, son las reservas para atender este desafío», argumentó en julio último.
Cuba ya está dando respuesta al planteamiento del informe sobre la necesidad de ofrecer a las niñas oportunidades para que puedan ver que la maternidad no es su único destino.