Los miembros de la Columna Juvenil recorren las calles de Santiago de Cuba con el mensaje solidario de otras provincias. Autor: Eduardo Pinto Sánchez Publicado: 21/09/2017 | 05:27 pm
SANTIAGO DE CUBA.— Caminan por las calles de Santiago como si las hubieran desandado antes. Llegaron desde otras provincias, donde el acento y las costumbres difieren en algunos rasgos de los de los santiagueros, pero el espíritu de trabajo y sacrificio es el mismo que el de los habitantes de esta tierra.
Vinieron, sobre todo, con el mayor deseo de ayudar a levantar este territorio, y con esa tremenda fuerza capaz de «mover montañas», que multiplican cada vez que Cuba los necesita. Ahí están, despertándose todos los días poco antes de las seis de la mañana con la conga santiaguera, para luego ir a visitar casa a casa con acciones de promoción de salud.
Son unos 200 jóvenes de Villa Clara, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey y de la Ciudad Heroína, quienes desde el 12 de noviembre reconocen sentirse más útiles y dichosos al ofrecer su apoyo. Y llevan en sus ropas un logo que los inspira a crecerse todos los días: Columna Juvenil 60 Aniversario de los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
«No podía decirle que no a la Revolución en un momento como este. Estoy acá por primera vez, en nombre del pueblo de Sancti Spíritus y de los jóvenes cubanos, y me iré cuando hayamos concluido la tarea», comentó Gabriel García, un campesino de 25 años que dejó sus labores en la cooperativa de crédito y servicios Centenario de Baraguá, en Mayajigua, para dedicarle sus energías durante tres meses a Santiago y a su gente.
Elvis Calderón llegó desde Villa Clara con una convicción: «Somos jóvenes cubanos y revolucionarios, y la misión que tenemos esta vez es la de ayudar en la recuperación de Santiago. Nuestra convicción es que con el combate diario, la victoria es segura».
El espirituano Yoelvis Pereira Santander comparte el mismo sentir que sus compañeros: «Estoy aquí por el orgullo de ser cubano y revolucionario, y como dijo Máximo Gómez, el día que no haya combate es un día perdido. Y vinimos a combatir por la Ciudad Heroína y por Cuba». Este joven añadió que «no somos los únicos; muchos se quedaron con el deseo de venir a trabajar aquí».
Por su parte, el santiaguero Osmaydi Mendoza precisó que por su pueblo y por su patria, él siempre dará el paso al frente. «Quiero que mi tierra recupere pronto la imagen que tenía antes del paso de Sandy, y así será».
Marilyn Martínez de la Cruz, una camagüeyana que dejó también por estos días sus rutinas habituales para venir a apoyar a los santiagueros, aseguró: «Este es el compromiso de la juventud: estar donde hagamos falta. Y aquí daremos lo mejor de cada cual para, en el menor tiempo posible, dejar higienizada la provincia».
Igualmente Ailenes Figueredo Vázquez, joven cienfueguera, señaló: «Es verdad que dejamos atrás a la familia, los hijos, el trabajo, los amigos, pero pienso que nuestro deber primero es con el país. Y si se precisa que ayudemos a Santiago, lo hacemos, no solo por tres meses, sino el tiempo que haga falta».
La luz que imprimen a Santiago
Ahora estos jóvenes trabajan en las áreas de salud del distrito 3 Antonio Maceo. Caminaron durante los primeros días de la semana por las empinadas calles del reparto Altamira.
Desde este jueves se desplazan por el reparto Veguita de Galo, para después llevar su labor de prevención y pesquisa a las zonas del litoral. Especialistas de los policlínicos y de los consultorios del Médico de la Familia asesoran todo el trabajo y les explican a los muchachos cómo registrar toda la información que obtienen en sus largas caminatas.
«Esta es una experiencia inolvidable; había trabajado aquí en Santiago, pero no así: visitando casa a casa. Esta Columna quedará para la historia y será un orgullo contarles a nuestros nietos que fuimos parte de ella. Y es cierto, a Santiago le queda ajustado el adjetivo de hospitalaria; todo el mundo nos ha recibido maravillosamente y poco a poco las personas aumentan la percepción de riesgo sobre las enfermedades transmisibles», manifestó con orgullo Santos Torres Hernández.
Él trabaja como asistente judicial en el Tribunal del municipio de Najasa, en Camagüey, y ahora —dijo— «estoy aprendiendo qué es una manzana o un distrito; cómo se hace el tratamiento antivectorial o cómo debe usarse el cloro».
El avileño Luis Manuel Crespo Valdés también aprende: «Recibimos clases para enfrentar esta tarea de divulgar y ejecutar acciones preventivas y así evitar las enfermedades transmisibles; ya me siento un experto en estas cuestiones».
Para Crespo Valdés ha sido de gran valía poder pulsar esta realidad y ayudar a la provincia a recuperarse. «Después de que pasó Sandy, cuando observé las imágenes por la televisión sentí unas ganas inmensas de aportar mi granito de arena. Y aquí estoy».
María Magdalena Hernández Páez, técnica en Construcción Civil en el municipio avileño de Venezuela, nunca había visitado Santiago de Cuba, y llegar en medio de esta situación la ha marcado profundamente. «La experiencia es indescriptible», contó.
Estos son jóvenes que dejaron momentáneamente a sus familias y sus labores diarias para responder al llamado de la Unión de Jóvenes Comunistas. Ellos se entregan en estos días sin reclamar comodidades, ni un tratamiento especial. Están, en estas horas decisivas de Santiago de Cuba, cumpliendo, primero que todo, con su patria.