Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Una sonrisa necesita crecer

Sesiona Comité de los Derechos del Niño en su período 57. Cuba presenta su informe

Autor:

Nyliam Vázquez García

A esta altura, Jamina debería ser una adolescente. Sobrevivió a un gran terremoto, quedó huérfana, perdió su pequeño mundo. Con frecuencia volver a ella es un modo de desear que esté bien, que haya podido crecer.

Por demorarse en el trayecto de su casa a la escuela aquel día, se salvó. Sin embargo, en medio del camino y después del gran estruendo, cuando llegó para aprender la lección, todo había desaparecido. Más tarde, de regreso a su casa, supo que todo su mundo, incluido su hogar y su familia, tampoco estaban. Ella entonces buscaba su árbol, aquel que le indicara en el paisaje cambiado, dónde estaba la puerta de su hogar.

Sobrevivir a la nada devastadora dejada por aquel terremoto en su vida, debe haber sido (si lo logró) una heroicidad. Y ante las huellas imborrables de su paso, más allá de las distancias, las incertidumbres, e incluso del tiempo, la pequeña se transmuta en pretexto para antiguas y nuevas preguntas.

No es difícil imaginar que Jamina no tenía cómo saber los derechos que le asistían entonces solo por ser una niña. Bastante tenía con caminar todos los días cinco kilómetros para aprender. En medio de la tragedia aquella niña no dejaba de sonreír, de buscar su árbol. Pensar en su sonrisa en medio de la tragedia vuelve la atención sobre la necesidad de ese manto protector necesario para que ningún pequeño se sienta solo o llegue a estarlo en ningún momento, más allá de las catástrofes.

La mayoría de los estados del mundo son firmantes de la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Se trata del instrumento internacional que más rápidamente ha sido firmado y ratificado por unos 193 países. Cuba firmó la Convención sobre los Derechos del Niño el 26 de enero de 1990, y la ratificó el 21 de agosto de 1991.

Por estos días en Ginebra, Suiza, y hasta el 17 de junio de 2011, sesiona el Comité de los Derechos del Niño en su período 57. Cuba tendrá ocasión de presentar su informe y deberá mencionar más de medio siglo de apego a la Convención internacional y a sus leyes particulares que priorizan al infante y colocan su protección integral y desarrollo en el centro de sus prioridades nacionales.

Tendrá que hablar por la fuerza de esa realidad que golpea y limita el bloqueo norteamericano, y su impacto sobre el vulnerable sector poblacional, pero también de las muchas sonrisas de los niños cubanos.

Nada de casualidad existe en la organización de la sociedad para la atención a los infantes y la prioridad que les otorga el Estado cubano. En el informe que presentará Cuba se destaca la existencia de un médico por 150 habitantes según datos de 2009, así como de 2 989 pediatras, 194 cirujanos y 188 intensivistas de esa especialidad médica. También la cobertura educativa a todas las edades y especialmente las comprendidas entre cero a seis años, cuya matrícula actual significa el 99,5 por ciento de la población cubana de estas edades. Otros datos de relevancia incluyen la garantía total de atención especializada a niños con discapacidad o sin amparo filial. No son los únicos indicadores, pero cuentan y sobre todo resultan contrastantes.

De seguro Jamina, esa niña que vive en un país cualquiera del Tercer Mundo, no sabía que incluso tener un nombre es un derecho, pero también lo son la protección de toda discriminación; la atención, la participación, la información, la cultura, el deporte… De todos encontraría experiencias enriquecedoras en sus coetáneos de esta Isla. Incluso le hablarían de cómo muchos son hijos de esos miles de seres humanos que salvan vidas por distintos lugares del orbe.

Las voces de los niños y adolescentes cubanos están marcadas por realidades distintas que habrá que seguir transformando, en función de los tiempos y sus necesidades. Voces que habrá que seguir escuchando en todos los ámbitos, que de muchas maneras continuarán asombrando al planeta.

Mientras en el mundo se perfila con fuerza la necesidad de hacer efectivos compromisos internacionales para proteger a los menores, desde el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) se insiste en avanzar en la Divulgación de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia.

Cuando el representante cubano tome la palabra el próximo 8 de junio en Ginebra, hablará por los niños y las niñas de esta tierra, pero también por Jamina y por los millones de pequeños desposeídos a los que habrá que cambiarles el rostro de su infancia. Todos deberían estar destinados a crecer y no a morir de hambre, enfermedades, o por las bombas o el enfado de la naturaleza.

Jamina tendrá que ser fuerza inspiradora. También, parte de esa leyenda de amor que se teje desde esta Isla para que cada quien encuentre el árbol, y este se eleve por los cielos.

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