El nombre del más universal de los cubanos le vino de maravillas a la avanzada que integra en sus filas a niños y adolescentes de las enseñanzas Primaria y Secundaria. Autor: Roberto Morejón Guerra Publicado: 21/09/2017 | 05:07 pm
La Organización de Pioneros José Martí (OPJM) está de Congreso media centuria después de su fundación ¡Cuánto engalanan nuestra cotidianidad las pañoletas de sus miembros! ¡Qué música inigualable difunden al viento sus risas! ¡Cuánta admiración provocan sus palabras en cualquier foro!
El nombre del más universal de los cubanos le vino de maravillas a esta avanzada que integra en sus filas a niños y adolescentes de las enseñanzas Primaria y Secundaria. Nadie como José Martí supo vislumbrar el porvenir desde que era imberbe. Ninguno como él le confirió al término Patria la connotación que nos aúna.
Tenía 15 años de edad el Apóstol cuando publicó el único número de La Patria Libre, pequeño periódico que vio la luz el 23 de octubre de 1869. En sus páginas apareció el drama patriótico Abdala, una clara referencia a la realidad cubana de la época y a los ímpetus de quienes estaban dispuestos a cambiarla:
«El amor, madre, a la patria
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas; Es el odio invencible a quien la oprime, Es el rencor eterno a quien la ataca».
La voz de los niños debe escucharse siempre. Y más: ha de ser tenida en cuenta. En ella coexisten certezas y esperanzas, junto con los recurrentes por qué y para qué. Y calado en las ideas. El autor de La Edad de Oro lo resumió con la elegancia inigualable de su estilo: «Ojalá todo acabara en un niño», dijo una vez.
Este diario buscó respuestas dentro del universo pioneril de varios territorios cubanos. ¿Qué es la Patria para quienes han visto realizados en su contexto sus primeros sueños? ¿Qué significa José Martí como ejemplo generador de eticidad? ¿Cómo repercuten sus ideales y su obra en el día a día de un niño?
Las preguntas tuvieron un saldo novedoso y fascinante. Así es el imaginario infantil: revelador y exclusivo. Los interrogados hablaron a la luz del presente. Pero, sobre todo, en futuro.
Presencia sublime del Apóstol
Dicen que los ojos son el espejo del alma. Los de Melisa Gil Bauta, alumna de cuarto grado de la escuela primaria Anastasio Cárdenas, del municipio villaclareño de Camajuaní, destellan picardía, pero también agudeza. Y no defraudan cuando su dueña, con la vehemencia propia de su edad, afirma que Patria es más que seis letras, más que el país donde vive con su familia.
«En realidad, Patria es todo», dice en elocuente síntesis, mientras el movimiento horizontal de sus brazos parece querer abarcar cuanto detalle existe por los alrededores.
«¿Y qué es todo para ti?» —insistimos—, quizá para que complemente su juicio con un dibujo hablado, a la altura de sus nueve años.
«Cuando digo todo, incluyo no solo a mi familia —precisa—. Ahí no pueden faltar mi escuela querida, mi maestra y mis compañeritos del aula, con quienes permanezco buena parte del día. Tampoco mis vecinos del barrio, mis libros preferidos, el recuerdo de nuestros héroes, la historia de su lucha por la libertad…».
En otra escuela del mismo nivel y provincia —la Batalla de Cafetal González, en Mataguá, municipio de Manicaragua—, un grupo de estudiantes de quinto y sexto grados abundan sobre el tema. Uno opina que «la Patria nace con nosotros, nos acompaña durante toda la vida y nos la llevamos a la tumba cuando desaparecemos».
El pionero Kevin David Ortega opina que personalidades de la talla de José Martí le otorgan al término Patria dimensiones extraordinarias si de amarla, preservarla y defenderla hasta el último aliento se trata. Esa Patria que, además de trascender el espacio, cada generación asimila y concibe a su manera.
«Los héroes que ofrecieron sus vidas por el futuro de Cuba nos legaron un paradigma que aún nos alecciona —agrega. Ellos han de ser siempre piezas sublimes es ese entramado de hechos, fechas, hombres y principios irrevocables al que llamamos Patria».
«Cuando decimos que Patria es todo lo que tenemos; hablamos también de la memoria, el sacrificio y el ejemplo de quienes ayudaron a conquistar la verdadera y definitiva independencia. Esa es una de las grandes riquezas con que contamos hoy», sostiene Kevin.
«Seguir el ejemplo de José Martí, estudiar su obra con más detenimiento, confirmar su actualidad y estar convencidos de los peligros que él previó, son formas de expresar también lo que significa para nosotros el Hombre de La Edad de Oro», comenta.
«¿Qué vas a ser cuando seas grande?», le pregunta JR a Daniela Merino Márquez, alumna de quinto grado de esa escuela.
Ella emplea pocos segundos para dar una respuesta:
«Yo voy a ser maestra», dice con la convicción dibujada en los ojos. «Me gusta enseñar y compartir lo que aprendo con los demás. Pienso que la mejor manera de honrar al Apóstol es siguiendo su vocación de educador. Martí fue maestro toda su vida. Y, sobre todo, de los niños».
Nuestro Héroe Nacional es un paradigma de educador entre los niños cubanos. La razón es el legado que dejó sobre esas edades en el orden ideológico, pedagógico y sentimental. Sobre ellos dijo: «Sin los niños no se puede vivir, como no puede vivir la tierra sin luz. El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso».
Y dijo más: «A los niños no se les ha de decir más que la verdad, y nadie debe decirles lo que no sepa… porque luego los niños viven creyendo lo que les dijo el libro o el profesor, y trabajan y piensan como si eso fuera verdad, de modo que si sucede que era falso lo que les dicen, ya les sale la vida equivocada, y no pueden ser felices con ese modo de pensar, ni saben cómo son las cosas de veras, ni pueden volver a ser niños, y empezar a aprender todo de nuevo».
Cuando se le preguntó sobre el tema a la estudiante de sexto grado Leinny Pérez, respondió sin vacilar: «No es fácil hablar de Patria y Martí por separado. A los dos los une su relación con Cuba y con su independencia».
La niña ofrece también su interpretación de uno de los más conocidos y universales pensamientos de José Martí: «Cuando el Maestro dijo que los niños somos la esperanza del mundo y los que sabemos querer, estaba seguro de que sabríamos defender lo que nos corresponde. A pesar de que no tenemos la experiencia de nuestros padres ni de nuestros profesores, sí sabemos reconocer el valor de lo que hemos alcanzado».
En los límites entre Villa Clara y Sancti Spíritus, en la zona conocida como El Bagá, se ubica el centro mixto Juan Rius Rivera. Sus estudiantes de Secundaria y Preuniversitario les hacen caso omiso a la distancia geográfica para mostrar con ejemplos la prédica martiana de: «Hacer es la mejor manera de decir».
Con esfuerzo colectivo, en esta escuela se ha inaugurado un área metodológica de pioneros exploradores. Allí se percibe en pleno la historia patria, desde los mambises hasta los rebeldes. Y se «siente», ubicua, la presencia de Martí, según explica la alumna de noveno grado María del Carmen Urbitas Hernández.
«Al Apóstol lo aprendemos a querer desde niños —asegura. Principalmente por su quehacer revolucionario, sus sueños justicieros, sus anhelos independentistas y su apego al suelo que lo vio nacer. Es por eso que Martí y Patria son dos términos inseparables. Algo así como un eje de unidad para todo lo que los pioneros cubanos hacemos y seguiremos haciendo».
Lo que defendemos
La encuesta de JR tuvo una formidable acogida entre los pioneros matanceros de Primaria y Secundaria Básica. Y no solo con palabras. Decenas de dibujos, poesías y párrafos vieron también la luz al influjo de este binomio inseparable: Patria-Martí.
Para José Luis Vázquez, quien cursa el octavo grado en la escuela secundaria básica urbana (ESBU) Generación del Centenario, «Patria es donde nací, el lugar al que me unen lazos de hermandad y amor; es libertad e igualdad. Y Martí es el hombre de pensamiento más puro. Alguien que vivió toda su vida en el futuro. Una persona cuyas ideas están hoy más presentes que nunca como pilares de la Revolución Cubana».
Reunel Muñoz, de 13 años de edad, agrega: «Patria es todo lo que los pioneros tenemos hoy, ¡nuestra vida!; Patria es como una familia en la que siempre estamos y estoy rodeado de ella. Y sin Martí nunca hubiéramos tenido paz ni Patria feliz».
Del mismo centro de enseñanza secundaria, Misbely Molina opina: «Patria, gran palabra; Martí, gran persona. Juntas son una mezcla asombrosa de heroísmo, honestidad y otros valores que ratifican cuán revolucionario es nuestro pueblo».
Teresita Padrón, de la ESBU Enrique Betancourt, dice que Patria es todo lo bueno y bello que construimos con nuestras manos.
«Es el legado de nuestros antepasados, la tierra que tanta gloria ha sembrado y que emerge victoriosa con las conquistas que su pueblo digno ha alcanzado. Es lo que somos, lo que defendemos sobre la base de nuestros principios, la ética y el socialismo».
Jazmín Curbelo Martínez, de la misma escuela, ofrece su opinión rebosante de lirismo. «Patria es nuestra cuna, la brisa que nos acaricia cada mañana, el sol ardiente del mediodía, la palma de penacho verde como un miliciano; el tocororo que bate las alas libremente, el himno que entonamos en la escuela y la bandera que se iza ondulante. Patria es esa unión de españoles, africanos y chinos, que conformaron una sola raza, la cubana. Al pensar en Martí debemos hacerlo como si estuviese entre nosotros en cada gesto, palabra, y discurso».
Jorge Ernesto de la Cal considera que Patria es como una madre que nos ampara y nosotros la cuidamos a ella. «Es como la tierra que nutre las plantas para que estas den frutos. Y la figura de Martí me ha servido para ser un buen alumno y un joven honesto; es como una paloma blanca con un monte verde en su pico. Como cada mártir de América que se levanta a ayudar a su tierra».
Y Amanda Marrero, de 12 años, define su visión del más universal de los cubanos: «En Martí tenemos los mejores ideales de Cuba y de América; es el respeto a la vida humana, a los niños y niñas, a sus derechos y a sus sueños. Es tenerlos presentes».
También Yorny Ramírez, de sexto grado en la escuela primaria Eliseo Noel Caamaño, expresa: «Pensamos en Martí al estudiar, al aprender e ir a la escuela. Él vive en el corazón de los cubanos hasta en los lugares más intrincados, en el campo, la ciudad… Siempre está como una llama que no se apaga, cada día enseñándonos algo nuevo».
Heriberto Ramón Portela, de 11 años, confiesa que ve a Martí como un pionero respetuoso, estudioso y disciplinado.
En el pensamiento de Gabriela Álvarez, de diez años de edad, las ideas de Martí constituyen uno de los más ricos tesoros, porque son una fuente valiosa de educación, cultura y patriotismo. Y para otra niña cercana a su edad, María Karla Ramírez, Martí representa algo especial, pues «fue quien inspiró a Fidel y a los que lucharon para darnos la libertad que hoy disfrutamos».
A ese hombre sincero
La vigencia del pensamiento martiano entre los pioneros tuneros es notoria. En las escuelas e instituciones deviene prioridad durante todo el curso escolar. El territorio, además, exhibe algunas iniciativas exclusivas.
Entre las principales figura el concurso La Muñeca Negra, surgido a instancias de la biblioteca provincial José Martí. Por su intermedio, millares de pioneros tuneros confeccionan anualmente muñecas de trapo con matices negros, que luego son donadas a círculos infantiles, hospitales pediátricos y a otras instituciones, e incluso hasta a otros países.
«Cuando estaba haciendo junto a mi mamá mi muñeca negra para el concurso, me parecía que Martí estaba a mi lado contándome en el oído ese cuento que tanto me gusta y que viene en su libro La Edad de Oro —dice Leydis Águila, de tercer grado. Ese gran hombre siempre está junto a nosotros, los niños cubanos».
Otras iniciativas patriótico-martianas en las que participan activamente los pioneros, se impulsan mediante el proyecto Sueños verdes, dirigido a fomentar los bosques martianos y la reforestación entre las nuevas generaciones, sobre la base del amor hacia la naturaleza, presente en la obra del Apóstol.
«Para mí la Patria es Martí y Martí es la Patria», dice Raúl Izaguirre, de quinto grado, mientras limpia de hojarascas un retoño de caguairán. «No puedo separarlos. Cada vez que pienso en una cosa me viene a la cabeza la otra. Por eso cuando me preguntan por Patria, digo que es Martí. Y viceversa».
Con Daniel Enríquez compartimos mesa en una heladería de la ciudad. Cursa el noveno grado. Mientras paladeaba el chocolate, y casi a boca de jarro, le hicimos la pregunta sobre Martí y la Patria.
«Patria es todo lo que nos hace sentir orgullosos; es decir, los momentos trascendentales de nuestra historia —afirma. Desde el primer levantamiento en La Demajagua, la lucha posterior de nuestros mambises contra el colonialismo español, el combate contra las dictaduras de Machado y de Batista, el Moncada, el Granma, el Ejército Rebelde, el internacionalismo…».
Para Diana Casarés, de octavo grado en la ESBU Wenceslao Rivero, Martí es un símbolo, y no hay nada que lo supere.
Al finalizar este intenso recorrido por planteles de diversas provincias confirmamos que la voz de un pionero anticipa tiempos mejores. Es el acento feliz de los que sueñan hoy para soñar también mañana. Es el eco inocente y sabio de quien ha crecido amando al Apóstol. A ese hombre sincero que inspira más allá del busto y de las flores. A ese gigante de las ideas fundido para siempre con la Patria.