Lo que se haga en los barrios, en los espacios más cercanos a la gente, será esencial. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
Si se habla de recreación, habrá que aludir a infraestructuras disponibles, a capacidad de ofertas desde múltiples espacios, a empeño coordinado y racional de las entidades del país.
Pero hay en este asunto una arista insoslayable: las definiciones que en una sociedad tan heterogénea como la nuestra prevalezcan acerca de qué significa recrearse. Pues en dependencia de la mirada que se tenga, así será la percepción de que hay, o no, posibilidades para el esparcimiento.
Dicho de otra manera: el tema pasa por la subjetividad de cada cubano, y según se conciba, así serán las expectativas y satisfacciones de cada uno de nosotros.
Por eso este miércoles el vicepresidente del Consejo de Estado, Esteban Lazo Hernández, durante la reunión de la Comisión Central de Recreación, que viene pulsando esfuerzos, resultados y deficiencias en la gestión de las instituciones y organismos responsabilizados con las opciones de la temporada estival, y del año todo, expresó: «Es muy importante la cultura que se tenga de la recreación».
En un encuentro que además contó con la presencia del vicepresidente del Consejo de Ministros, Ulises Rosales del Toro, y del presidente del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER), Christian Jiménez Molina, se pasó revista primeramente a la respuesta que el país está en capacidad de dar durante el mes de julio con relación a la canasta familiar y a las ofertas gastronómicas.
Como en otras jornadas de la Comisión, Lazo recordó que, aunque los esfuerzos siempre van dirigidos al año entero, los meses de julio y agosto demandan una atención especial para que las familias perciban la existencia de una gama de ofertas en una etapa que es compleja. «De lo que se trata —dijo— es no solo de tener los recursos, sino también de la eficiencia con que le hagamos llegar las cosas a las personas».
El también miembro del Buró Político hizo diversas preguntas en el transcurso de la sesión de trabajo de la Comisión, las cuales propiciaron disímiles reflexiones para que lo existente en aras de la recreación del pueblo, funcione mejor.
¿Cuántas personas están yendo los fines de semana a las playas del Este de la capital?, indagó el Vicepresidente cubano. Y añadió: ¿Cuánto se ha logrado en el propósito de mejorar las condiciones del litoral occidental de La Habana? ¿Cómo aprovechar los centros universitarios, el resto de las escuelas, los círculos sociales, los juegos y tradiciones campesinas, la música popular? ¿Qué sucederá este año con los cursos de verano?
En otro momento señaló la necesidad de utilizar al máximo las áreas de centros laborales y estudiantiles. Y volvió sobre una idea que en la Comisión ha resultado concepto permanente por la importancia que entraña: «Si queremos que el verano funcione, y bien, no debemos olvidar que el corazón de todo es el Consejo Popular. Es allí donde se define el éxito de cuanto hagamos».
Otros tópicos que resultaron puntos de partida para que representantes de distintas instituciones hicieran uso de la palabra fueron el trabajo de la Televisión y la Radio, de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), del INDER, del Instituto Cubano del Libro, del Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográficos (ICAIC), de los ministerios de Educación (MINED) y de Educación Superior (MES), del Ministerio de Comercio Interior (MINCIN), del Campismo Popular, de las organizaciones estudiantiles, de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), y los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
La necesidad de ser sistemáticos en todo cuanto se realice, y mover las estrategias de trabajo en función de lo que la gente quiere y espera, fueron conceptos sumados a un pormenorizado análisis al final del cual Esteban Lazo no pasó por alto que la actividad productiva es un frente que no podrá descuidarse en la temporada veraniega, porque este, al fin y al cabo, será el que genere todo el bienestar que anhelamos y nos merecemos.