El cumplimiento del Servicio Militar Activo no es en Cuba solo una obligación legal, sino un deber asumido consecuentemente y un orgullo, refieren quienes ahora se inscriben en el Registro Militar Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 04:54 pm
«No es solo una cuestión dictada por la Ley; se trata también de una cuestión de principios, de sacrificio y de voluntad. Creo que es esencial para todos los jóvenes pasar por esta vivencia porque aprendemos las técnicas y los procedimientos para defendernos militarmente y esa es la mejor manera de prevenir la guerra».
Mientras conversaba con Gabriel Pérez, estudiante de Informática del Instituto Politécnico Pablo de la Torriente y presidente de la FEEM en el centro, sus ojos reflejaban el palpitar de su corazón. No hay hipocresía cuando explica que se siente honrado al dar el primer paso como parte de su ingreso al Servicio Militar Activo (SMA).
Habló de Martí, de Maceo, de Fidel y de muchos otros a los que hoy los jóvenes cubanos les agradecen, en gran medida, la soberanía de nuestra nación y por eso, expresó, es tan importante aprender a defenderla.
Arribar a los 16 años es sinónimo de responsabilidad para todo joven en Cuba, no solo porque recibe su carné de identidad, ese documento que le da vía a la mayoría de edad, sino porque a partir de aquí debe sentirse capaz de tomar decisiones y de responder a determinadas situaciones.
Por eso recibir también el comprobante que acredita su inscripción en el Registro Militar no es solamente el inicio de la preparación que les permitirá en el futuro incorporarse al SMA, sino también la certeza de que ya son hombres, dispuestos a prepararse militarmente para la defensa de su país y de su pueblo.
Durante el primer trimestre de este año, los jóvenes que como Gabriel nacieron en 1994 tendrán ante sí, más que la obligación, la necesidad y la grandeza de inscribirse en el Registro Militar, aunque su ingreso al SMA no se concrete hasta dos años después.
Primeros pasos
Desde el punto de vista legal, la Ley 75 de la Defensa Nacional, en su artículo 67; y el Decreto Ley 224 del Servicio Militar, en su artículo 31, regulan todo lo concerniente con la participación de los jóvenes en el Servicio Militar Activo. Está estipulado que todo joven, en el año en el que cumpla sus 16 años de edad y durante el período de tiempo establecido por el MINFAR, debe iniciar el proceso de inscripción en el área de atención de su zona de residencia, obteniendo así su condición de prerrecluta.
Un tiempo después se retoma la continuidad del proceder cuando ya el joven, luego del proceso establecido que incluye el examen médico, se incorpora al SMA y recibe la preparación básica del soldado durante cinco semanas, etapa conocida popularmente como La previa.
Los jóvenes que concluyan sus estudios de bachiller y obtengan una carrera universitaria cumplirán 14 meses en el SMA, en tanto el resto lo hará por dos años.
Pero en Cuba el cumplimiento del Servicio Militar no es solo una obligación legal; ha sido también un deber asumido consecuentemente por la mayoría de los jóvenes.
La inscripción en el Registro Militar se ha facilitado considerablemente, al poder efectuarse en los mismos centros de enseñanza donde los muchachos cursan sus estudios, mediante convocatoria de la UJC, la FEEM y el MINED, de conjunto con los comités militares.
Como parte de esta opción, en los mismos centros de estudio se promueven conversatorios entre los alumnos y oficiales de las FAR que pueden responder a las inquietudes de los jóvenes; se proyectan audiovisuales relacionados con la defensa y se crea entonces un espacio para socializar y aprender sobre esta experiencia.
«Esa opción de que podamos hacerlo en el mismo centro de estudio es muy bueno para nosotros, porque cuando todos estamos reunidos, nos contamos las vivencias de algunos amigos, comentamos nuestras opiniones, preguntamos y departimos. Eso nos permite familiarizarnos con el tema desde nosotros mismos y sentirnos seguros de la responsabilidad que cada uno tiene y debe poner al servicio de todos. No lo vemos como algo lejano, como los anuncios que vemos en la televisión, sino como algo más nuestro», confesó Yoel Colina, también estudiante de Informática.
La divulgación de la importancia que reviste para el país el ingreso de todos sus jóvenes al SMA, incluso de féminas que así lo deseen, forma parte no solo de la escuela, las organizaciones estudiantiles y de otras instituciones, sino también del núcleo familiar.
«La familia es fundamental en el fomento de valores en cada uno de sus miembros, y la necesidad de defender a la Patria es uno de ellos. Fueron muchos los patriotas a los que debemos agradecer, en gran medida, lo que hoy tenemos en nuestra sociedad, y lo ideal es que todas las generaciones, aún las más jóvenes, hagan lo que esté a su alcance por preservarlo.
«Desde la familia, ese sentimiento de disposición y de compromiso puede surgir y fortalecerse. Porque no solo se trata de la necesidad de prepararnos desde el punto de vista militar, sino también de tener definido claramente qué defendemos y cuáles son nuestras ideas. Es que tan solo se nos pide que nos preparemos, que estemos listos», expresó Gabriel.
Para Jonathan Pérez, estudiante del mismo centro, la trascendencia de su incorporación al Servicio radica no solo en lo que significa para el país, sino en lo que puede aportarle como ser humano. Reconoce que desde el punto de vista personal lo enriquece porque será capaz de defender a su familia y de saber cómo actuar en situaciones difíciles, incluso en combate.
Familiarizarnos con las ideas y con los fusiles forma parte de nuestra preparación para la vida, en tanto nos hace mejores ciudadanos de una nación que debe preservar sus conquistas sobre la base de sus propios esfuerzos.