CRUCE DE LOS BAÑOS, III Frente, Santiago de Cuba.— La serranía a la que devolvió su dignidad, acoge desde este 15 de septiembre al Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, cuyos restos mortales fueron inhumados en solemne ceremonia militar en el Mausoleo a los Héroes y Mártires del III Frente Oriental Doctor Mario Muñoz Monroy.
Justo a las 10:53 de la mañana, después de unos 140 kilómetros de recorrido por la provincia a la que amó como uno más de sus hijos, su féretro comenzó el ascenso de la loma de La Esperanza, bajo los acordes de la marcha Hasta pronto, de su autoría, ejecutada por la banda de música del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
En la cima, acompañando el sentimiento de un Cruce de los Baños sereno, consternado, firme, le esperaba Raúl, el amigo entrañable, el hermano de todas las batallas; los Comandantes de la Revolución Ramiro Valdés y Guillermo García, sus familiares, amigos y otros dirigentes.
En la bóveda principal del Mausoleo, en la base del conjunto escultórico que perpetúa el arrojo y solidaridad característicos de los combatientes de la otrora zona guerrillera, al lado de sus padres, descansó el Héroe.
El aire de las montañas hacía ondear las cintas de cinco ofrendas de flores blancas enviadas por Fidel, por Raúl, por sus familiares, por la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, por el pueblo de Cuba, y al sol refulgían sus múltiples distinciones y condecoraciones, testigos de la fecunda obra que fue su vida, entre ellas el Título Honorífico de Héroe de la República de Cuba.
Había tristeza entre los guajiros del III Frente; tristeza y también compromiso cuando, invicto, el Himno Nacional extendió su mensaje de gallardía y 21 salvas de artillería hicieron vibrar el tiempo: por el combatiente del Moncada y el expedicionario del Granma, por el jefe militar, por el fundador del Partido y miembro de su Buró Político, por el Vicepresidente del Consejo de Estado, por el artista y celoso guardián de la historia patria y sus hombres, por el ser humano sensible y digno.
«Llévame del brazo, a caminar contigo…», se dejó escuchar la melodía de Este día de enero, una de sus más de 300 canciones, interpretada por la soprano Bárbara Llanes, y un baño de rosas blancas de manos queridas quedó sobre la tumba del excelso combatiente, ya vestido de historia.
El lomerío fue entonces más alto, pues se empinó hacia el futuro de esa Cuba linda y libre a la que el Comandante de la Revolución Juan José Almeida Bosque consagró su vida: fértil es el camino.