SANTA CLARA.— La policía se asombró cuando descubrió que era un niño quien conducía el ómnibus Girón en la carretera de Manicaragua, cerca del poblado de Matagua, pero procedió de inmediato.
Ante la orden de detener la marcha el conductor obedeció; y entonces se develó la historia: el chofer por plantilla del vehículo era el padre del menor, quien en ese momento estaba en su casa.
El niño, de 13 años, se llevó la guagua que estaba parqueada frente a la vivienda de un vecino de su familia sin que nadie lo advirtiera. Esto confirma que estaba en un lugar inseguro. Eran cerca de las ocho de la noche cuando, por suerte, la policía interceptó al inédito chofer que pudo desencadenar una tragedia. Manejaba nada menos que por la carretera de Manicaragua, enclavada entre lomas y bastante sinuosa, una de las peligrosas del país.
Algún suspicaz puede pensar que si recorrió un trayecto apreciable sin tener problemas resulta la señal de que lo enseñaron bien, pero con esa edad tampoco está desarrollado el sentido del peligro y carece de las habilidades necesarias para reaccionar en una situación extrema.
Obvia la irresponsabilidad en que incurrieron. Y el insólito hecho, más allá de su excepcionalidad, debe servir de ejemplo para evitar casos similares y tener la precaución de mantener las llaves lejos de las manos de esos niños que se enseñan a manejar a destiempo, y los vehículos en lugares resguardados.