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Se salva niña que cayó a un pozo de 15 metros

La pequeña Yenisbel, residente en el caserío Manga Larga, en San Pedro de Mayabón, límite de las provincias cubanas de Villa Clara y Matanzas, fue rescatada por la actitud valiente del adolescente Maikel Martínez Jerez

Autor:

Juventud Rebelde

Maikel, Yenisbel y su mamá. Foto: Ramsés Ruiz MATANZAS.— Yenisbel Arjona Rosales difícilmente se vuelva a caer en su vida por un abismo de 15 metros de profundidad y salir ilesa. Esta es la historia de una niña de un año y medio de edad que jugaba en el patio de su casa en el caserío Manga Larga, en San Pedro de Mayabón, límite de las provincias de Villa Clara y Matanzas.

Mildrey, su mamá, se encontraba lavando la ropa en un patio contiguo a su hogar, mientras a poca distancia la niña era cuidada por Maikel Martínez Jerez, de 12 años de edad, quien en un abrir y cerrar de ojos comprendió que algo dramático sucedería. La niña se subió a un cinc que servía como tapa de un pozo de agua. Apenas se colocó encima del metal, un ruido raro se escuchó confundido por el eco.

Todo fue relampagueante ante la mirada de Maikel: la oxidada plancha de metal cedía ante el peso de Yenisbel, que cayó estrepitosamente.

Gracias al arrojo de Maikel hoy contamos la historia del valor de este niño. No hubo tiempo para otra decisión y, a la vez que gritaba a Mildrey, se lanzó a la profundidad, sin pensar siquiera en su propia seguridad.

Este niño, que cursa el séptimo grado en la ESBEC Juan Alberto Morales Bayona, del municipio de Jagüey Grande, sabía que había caído a un vacío enorme: «Cuando subí desde el fondo, vi a Yenisbel que flotaba en el agua. Entonces, con una mano la sujeté por debajo del brazo y a duras penas me aferré al tubo de la turbina».

Ante los gritos de Mildrey y Yaquelín (madre del niño), quienes clamaban desesperadamente por ayuda, aparecieron Yoslán Zaldívar y Luis Alberto Suárez Fonseca, junto a otros vecinos que acudieron solidarios al lugar.

Con premura bajaron una soga. Al descender oyeron la apremiante solicitud de Maikel, que sin sentir el agotamiento, gritaba: «¡Salven a la niña!».

Yoslán no tocaba el fondo a pesar de medir un metro y 67 centímetros de estatura, y Luis Alberto mantenía el equilibrio con un pie en la camisa metálica. Así izaron a Yenisbel y ayudaron a Maikel.

Al parecer Yenisbel se precipitó arrastrando el cinc contra las paredes del pozo, que a pesar de su profundidad no es muy ancho. Además, los vecinos consideran que debe haber caído directamente al agua —el pozo acumula siete metros cúbicos del líquido.

Por largo tiempo en el caserío de Manga Larga se recordará con orgullo el rescate de la niña Yenisbel, por la actitud valiente de un adolescente a quien las circunstancias hicieron crecer: Maikel Martínez Jerez.

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