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SANTA CLARA.— Tres actividades caracterizaron la víspera aquí el homenaje al Comandante Ernesto Che Guevara, hijo predilecto de esta urbe que liberó en diciembre de 1958, y donde ahora descasan sus restos.
Esta, la ciudad del Che, como les place decir con orgullo a los villaclareños, amaneció signada por la impronta del aniversario 41 de su caída en combate en la gesta de Bolivia.
Ese afecto mutuo entre Guevara y los habitantes de la ciudad, que el tiempo ha engrandecido, surgió desde la misma guerra, cuando obtuvo aquí la victoria que consagró su audacia y genio militar.
Se entiende, entonces, por qué más allá de los actos oficiales estuvo presente además en la memoria de la gente y en disímiles lugares, como en las mismas calles que él recorrió, en las fábricas o en una simple cafetería.
El primer tributo fue a las seis y media de la mañana en el recinto donde reposan sus restos en el memorial que lleva su nombre. Allí, 30 pioneros y nueve combatientes pusieron gladiolos a los héroes en sus nichos.
Osnay Miguel Colina, primer secretario de la UJC en Villa Clara, recordó la vigencia del espíritu y grandeza del Che, y cómo la mejor manera de asumirlo es consagrándose al trabajo y a las causas justas.
Desde allí mismo, sin amanecer aún, partió un contingente de jóvenes estudiantes y trabajadores, combatientes, dirigentes juveniles y del Partido, para participar en tareas de la agricultura y otros frentes para resarcir los daños de Ike.
Con posterioridad en la escuela Octavio de la Concepción y de la Pedraja se efectuó el acto provincial de ingreso de un numeroso grupo de alumnos de primer grado a la Organización de Pioneros José Martí.
La jornada concluyó con una caminata de cerca de diez kilómetros desde la Universidad Central Marta Abreu hasta el parque Leoncio Vidal, donde los estudiantes de la enseñanza superior patentizaron su compromiso con el legado del Comandante Guevara, que es decir con la Revolución.
