Los vientos de Ike se llevaron una parte del techo del Teatro Principal, condenando a su escenario, adornos y parte de las butacas al castigo del sol y también al de lluvias ocasionales. CAMAGÜEY.— El emblemático Teatro Principal de esta ciudad agramontina vivió con la visita del huracán Ike un verdadero drama.
El impacto del meteoro en esta institución, una de las más antiguas del país, solo superada en longevidad por el Gran Teatro de La Habana (Tacón) y el Martí, en Santiago de Cuba, hizo temer a varios lugareños, que de antemano le auguraban un final poco feliz.
El Principal, que ha superado incólume varios eventos trágicos, sobreviviendo a un devastador incendio el 16 de mayo de 1920 y después a un terrible tornado que afectó solo al centro camagüeyano, sufrió los embates de Ike corriendo la misma suerte que frente a anteriores amenazas.
Mientras el huracán descomponía a su alrededor cristalerías, puertas y ventanas, en este teatro solo se llevó las más de cien tejas de zinc y fibrocemento del escenario y parte de las lunetas.
Cristales, espejos, vitrales y hasta las dos lámparas de tipo cocuyero —catalogadas como las más grandes que se conservan en esta provincia— están intactos, y estas últimas nunca se zafaron de sus amarres.
«El viento no perdonó ni un segundo; podía sentir que todo temblaba a mi alrededor. Yo, que estuve 36 horas sin salir del local, llegué a pensar que no quedaría ni un cristal. Incluso tuve que cerrar dos veces las puertas principales del teatro, que son de cristal, pues el viento las abría, pero nada pasó. No me explico cómo el Ike nos perdonó» narró Yoelandy Suyo, el joven custodio del Principal.
Este prestigioso lugar, fundado el 2 de febrero de 1850, hoy permanece cerrado al público a pesar de no existir los esperados daños que muchos camagüeyanos daban por ciertos.
«Es verdad que se equivocaron con respecto a la cristalería, a la suerte que tuvieron los espejos y los antiquísimos vitrales, pero sí hubo desastre. El mayor de todos lo tuvimos en la cubierta del escenario y una buena parte de las lunetas», confirmó a este diario Gregorio Márquez Flores, director del Teatro Principal.
Cuentan los vecinos de los alrededores, los de la calle Padre Valencia y los de la Plaza de los Trabajadores, ubicada a unos cien metros del Principal, que las tejas volaban como aves y se alzaron como flechas por encima de las edificaciones entre ambos lugares: «Frente al correo de la Plaza de los Trabajadores encontramos tejas», afirmó Gregorio.
Hasta el momento una de las mayores preocupaciones es la humedad que aún conservan parte de las paredes, del tabloncillo y de telones que todavía se están secando, pero a lo más que teme este colectivo es a una simple llovizna. «Con una sola gota de agua que caiga aquí, todo el esfuerzo hecho por la limpieza y el secado podría perderse», agregó.
Los más de 40 trabajadores del Principal no pierden tiempo con lamentos, pues todos los adornos hechos para la llegada del Festival de Teatro, hoy recobran brillo.
«Aquí se ha limpiado sin descanso. Las 800 lunetas de los tres pisos, las alfombras y el tabloncillo fueron secados, y hasta los bafles se revisaron», argumentó Márquez Flores.
Y mientras los lugareños aún se preguntan si esta instalación no tiene algo de mágico, en quienes se detienen ante el Teatro Principal hay alegría por lo que no se llevó Ike del neoclásico local y una indescriptible sensación de extrañeza tanta belleza.