La muerte de Jorge Eliécer Gaitán hizo estallar al pueblo colombiano. «Aquella experiencia me hizo identificarme con la causa de los pueblos», dijo el Jefe de la Revolución al referirse al «Bogotazo», que tuvo lugar en la capital colombiana el 9 de abril de 1948, el día en que mataron al popular líder político Jorge Eliécer Gaitán.
Fidel lo expresó en sus conversaciones con Ignacio Ramonet, publicadas en el libro Cien horas con Fidel.
El líder revolucionario argumentó al respecto: «Aquella fue una experiencia de gran importancia política. Gaitán era una esperanza de paz y desarrollo para Colombia. Su muerte fue el detonante de una explosión. El levantamiento del pueblo, un pueblo que buscaba justicia, la multitud ocupando armas, los policías que se suman, la falta de dirección, la destrucción, los miles de muertos».
Y confiesa: «Me uní al pueblo, ocupé un fusil en una estación de policía que se plegó ante una multitud que avanzaba sobre ella. Vi el espectáculo de una revolución popular totalmente espontánea. He contado ya en detalle aquella experiencia, está por ahí en un libro del historiador colombiano Alape».
Y de inmediato aclara Fidel: «Las ideas marxistas, todavía incipientes, no tuvieron nada que ver con nuestra conducta, fue una reacción espontánea de nuestra parte, como jóvenes con ideas martianas, antiimperialistas, anticolonialistas y pro democráticas».
Antes, Fidel le había contado a Ramonet que era un buen tirador, por haber nacido en el campo y haber utilizado muchas veces los fusiles de su casa, sin permiso de nadie: un Winchester, una escopeta Browning de cacería, revólveres... todas las armas posibles.
«Yo siempre, desde pequeño, andaba en Birán con las armas. En mi casa había una escopeta semiautomática de esas que llevan en la recámara cuatro cartuchos; si le pones uno en el directo, puedes hacer hasta cinco disparos en dos segundos. Y había también como tres fusiles de esos un poco antiguos, pero que pueden utilizar balas modernas, les llaman Máuser. También dos fusiles Winchester calibre 44, parecidos a los que usó Búffalo Bill, con varias balas en la recámara».
Reveló igualmente que por aquellos días había estado en Panamá, reunido con los estudiantes que acababan de sufrir una agresión artera por parte de las fuerzas yanquis ocupantes en la Zona del Canal, porque los ametrallaron cuando protestaban y exigían la devolución del Canal, ocasionándoles muertos y heridos.
«Recuerdo —dijo Fidel— una de las calles por donde pasamos, llena de bares y de mujeres obligadas a vender sus cuerpos, un gigantesco prostíbulo (...) Había algunos muchachos en los hospitales, uno de ellos paralizado por una lesión en la columna, al que visité lleno de admiración por aquellos valientes jóvenes».
Precisó, además, que en Colombia el joven Gaitán había unido a los liberales y tenía una enorme influencia en las universidades. Y acotó: «Nosotros contactábamos con los estudiantes, hasta lo conocimos a él, a Gaitán, con quien nos reunimos y decidió apoyar el congreso de estudiantes (...) cuando estábamos allí tratando de crear la Federación de Estudiantes Latinoamericanos, entre otras cosas, apoyábamos a los argentinos en su lucha por las Malvinas, y también la independencia de Puerto Rico, el derrocamiento de Trujillo, la devolución del Canal de Panamá y la soberanía de las colonias europeas en el hemisferio. Esos eran nuestros programas, más bien antiimperialistas y antidictatoriales, no socialistas todavía».
Así se fue forjando tempranamente el joven abogado Fidel Castro Ruz, cuando, almanaque en mano, era poco más que un chiquillo, pero que empezaba a rozar ya a la cabeza política y revolucionaria más genial del siglo, Lenin, por supuesto.
De esa manera concibió, organizó y fundó lo que primero se llamó simplemente El Movimiento y que luego del asalto al Moncada, en 1953, pasó a ser El 26 de Julio —sin olvidar el primero de enero de 1959— nuestra más encendida fecha revolucionaria.
El segundo jefe de la Revolución, Raúl, en el octavo cumpleaños de aquel «Santiagazo» frente a los muros de la poderosa fortaleza militar del Moncada, diría: «Cuando en la tarde del 16 de abril de 1961 Fidel proclamó el carácter socialista de la Revolución, no había hecho otra cosa que ponerle el nombre a un niño que ya había nacido». Y habían transcurrido ya 13 años de aquella experiencia del «Bogotazo», que según él mismo lo hizo identificarse con la causa de los pueblos.