Foto: Marcelino Vázquez, AIN Este libro es como una travesía a la historia, al pasado, una exploración a Galicia, geografía que se nombra y evoca caminos de Santiago, rumorosos pinos, invierno y piedras, viejos aires señoriales y labriegos muy humildes, lumbre y escanos o bancos macizos, corrientes de agua, verdores profusos, una catedral y el mar... el mar que se desborda en una costa bravía y se adentra ¡tanto y tanto! en la tierra que perfila los sueños de la gente y traza destinos.
Galicia, hermosa y singularísima, olvidada y tenida a menos mucho tiempo, que pronuncia palabras como música de gaita en noches frías, es para Cuba alma y raíz de una estirpe rebelde.
En busca de los orígenes de una vida, la del padre de Fidel y Raúl Castro Ruz, don Ángel Castro Argiz, uno de los tantos gallegos que dejó atrás la Galicia profunda para buscar fortuna más allá del mar, visitamos Láncara en junio de 2007, y entonces hicimos el hallazgo de un símbolo, de una confluencia: los castros constituyen en la historia y la cultura gallegas herencia ancestral, lugares de resistencia y defensa levantados por los celtas y sobre cuyos cimientos edificaron los romanos fortalezas y murallas. Para nosotros, en Cuba, Castro significa también fortaleza, resistencia, defensa. Pesa entonces en los castros de España y de Cuba el destino, la historia: de Láncara a Birán una sensibilidad solidaria y un ansia de justicia van de raíz a frondoso árbol, a estirpe rebelde.