SANTIAGO DE CUBA.— «La FEEM de antes era mejor que la de ahora». La frase, con la impronta tajante y apasionada de un veterano dirigente estudiantil acostumbrado a estos procesos, repicó una y otra vez en mi mente mientras se sucedían las intervenciones de la asamblea XI Congreso de esta provincia.
«Necesitamos una organización más preparada, protagonista y activa en todos los espacios; una asamblea de grupo que sea reformadora social y trascienda la escuela...». «Es importante hacer una selección adecuada de los dirigentes y prepararlos más», insistían los delegados.
Y seguían: «Urge llevar la emulación a cada paso de la vida del estudiante, dentro y fuera de la escuela», y «es preciso estimular la responsabilidad, el sentido de pertenencia, y con argumentos desplegar iniciativas ante procesos como el ingreso a carreras pedagógicas o la inserción en el Servicio Militar voluntario».
Aunque las palabras llevaban el sabor de las certezas, ante el oído entrenado quedaba la impresión de asistir a un debate ya escuchado otras veces.
Venían a mi mente entonces los tantos procesos de este tipo a los que he debido dar cobertura informativa, en los que la vida interna de la organización estudiantil era analizada desde los mismos flancos y hasta con los mismos argumentos, y la interrogante se hacía inevitable:
¿A qué altura de su tiempo está una organización que, a punto de cumplir 38 años, no pocas veces sigue redundando por caminos trillados, sin poder concentrarse en las esencias?
En esta dicotomía entre la conciencia en el discurso y la conciencia práctica está una de las causas de que aún muchos «profes» sigan liderando las asambleas de grupo, espacio fundamental de la organización; de que no siempre sean los mejores los que dirijan; de que la autonomía de la FEEM se reduzca a acatar lo que se les indica desde arriba; de que muchos procesos se encaminen desde el esquema... En fin, de que el tantas veces mencionado protagonismo estudiantil no encuentre en todos los lugares las claves para materializarse.
Geisy Guía Deliz, electa presidenta de la FEEM en esta provincia, lo abordaba en el foro con toda claridad. Es hora de que la FEEM crezca, madure y se haga vanguardia.
Y ese necesario salto para superar lagunas y fisuras en el funcionamiento no solo se logra, como pedía también en la reunión la integrante del Buró Provincial del PCC María Luisa Bueno, con exigencia máxima y disciplina férrea. Es ante todo urgente concientizar que los retos del estudiantado de nivel medio son mucho mayores que los de otros tiempos.
Fortalecer la FEEM, argumentaba también en la asamblea santiaguera Patricia Flechilla, presidenta de la organización, es fortalecer la Revolución.
«A veces decimos desde la consigna que somos el relevo —enfatizaba— y no siempre pensamos que ciertamente somos el relevo, no solo de los dirigentes históricos, sino el relevo de todo: de nuestros padres, de nuestros abuelos, de nuestros médicos, maestros, combatientes, auxiliares de limpieza...».
Dicho con palabras de una delegada del municipio de Contramaestre, es tiempo de que ese relevo, a la manera martiana, haga de servir su única manera de hablar.