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LAS TUNAS.— El tema para escribir el comentario llegó a mi libreta de notas entre signos de interrogación, cuando Ismael Cruz, primer secretario de la UJC en esta provincia, les preguntó a los casi 200 delegados al Congreso de la FEEM en el municipio cabecera quiénes habían leído la prensa.
Solo unos pocos brazos —tímidos y suspicaces— se alzaron a guisa de respuesta en el teatro del Instituto Superior Pedagógico tunero.
«¿Y quiénes vieron las imágenes que difundió la Televisión en las que aparece Lula, el presidente de Brasil, conversando con Fidel?».
Un bosque de brazos en alto refrendó la contesta, casi general, suerte de euforia por el «aquella no, pero estas sí».
La dicotomía texto-imagen confirma algo que descarta la sospecha para devenir convicción: los jóvenes leen poco. Y no me refiero a la literatura general —importantísima en estas edades—, sino a la prensa periódica, en cuyas páginas suelen aparecer los presupuestos ideológicos para la formación de las nuevas generaciones.
«¿Podemos garantizar la continuidad del proceso revolucionario con semejante nivel de desinformación?» —volvió a preguntar Ismael. Y agregó: «Solo una preparación política sólida y consecuente nos permitirá estar cada día más aptos para afianzar tan patriótico propósito. Y para eso hay que ser televidentes asiduos de las Mesas Redondas y de los noticieros. Pero también hay que leer».
La preparación ideológica de los jóvenes cubanos transita por varios estamentos, algunos de los cuales, por cierto, no son tenidos suficientemente en cuenta. Si aceptamos como irrefutable que una parte de ese sector poblacional apenas lee, debemos reconocer también que no se explotan en todas sus potencialidades otras vías.
«Por ejemplo, el trabajo individualizado —citó una delegada de la enseñanza politécnica—. Hay que hablar con nuestros estudiantes y estar al tanto de sus expectativas para que no se den casos como el de algunos negados a hacer prácticas en una bodega de barrio, pero dispuestos si se les asigna a una tienda en divisas. Si la FEEM no le presta atención a situaciones así, la ideología flaquea».
Y es que, como apuntó otra delegada, por la ideología pasa todo el trabajo de la FEEM. Y no se trata solo de la retórica de tribuna, sino de la labor a pie de escuela, a pie de aula, a pie de pupitre... Como en el caso del Curso de Superación, en el que se están registrando deserciones por diversos motivos.
«Algunos de los que optan por la deserción argumentan que tienen hijos o que están trabajando —dijo Milagros, una joven que estudia en ese nivel—. Pero, ¿qué hace la FEEM en esos casos? Pocas veces se activa la brigada Panchito Gómez Toro, que es la encargada de rescatar a esos muchachos. El grupo en pleno debe preocuparse por los ausentes y no resignarse a ver la silla vacía. Estudiar es también preparación político-ideológica. Y eso nos compete a todos».
Acto seguido, Milagros contó a los presentes cómo consiguió hacer retornar al aula a una joven que había decidido abandonar los estudios por una causa inconsistente y susceptible de solución. «Fui a su casa, conversé con ella y con su familia y la convencí de que regresara; luego la puse al día en las clases que había perdido y, finalmente, ella está con nosotros, feliz por haber cambiado de opinión».
El congreso municipal tunero de la FEEM abordó otros importantes temas, tales como la incorporación femenina al servicio militar y la ejemplaridad de sus miembros. La preparación político ideológica, empero, debe continuar entre sus prioridades. Confiemos en ellos.
