En la barbacoa del local de la comisión electoral hay parte de los pocos libros que quedan. Sería necesario chequear sus condiciones, no sea que también sean atacados por las plagas. Foto: Daniel Mitjans SAN JUAN Y MARTÍNEZ, Pinar del Río.— Miles de libros se echaron a perder en la biblioteca de San Juan y Martínez, un municipio que además presenta un claro deterioro en sus instalaciones culturales.
Acerca de este hecho se pronunció el pasado proceso asambleario de la FEU en ese territorio. Varios residentes en la localidad habían comentado el asunto.
El espectáculo del deterioro de los libros suele causar similares sensaciones a las que provoca la tala de árboles en medio de una ciudad. Es como asistir al entierro de un cuerpo vivo. Motivados por el tema decidimos indagar en lo ocurrido.
A la semillaAl morir el doctor Daniel Saínz —muy querido en San Juan y Martínez antes del 59— su hija se quedó con la casona que pasó a ser después la biblioteca municipal, con un patrimonio de 16 513 libros.
Estos datos los tiene muy claros el periodista Raúl Alonso Rivero, quien realizó varios comentarios en la emisora provincial Radio Guamá, alertando acerca de la necesidad de colocar todos esos ejemplares a buen recaudo, ante el deterioro constructivo de la instalación donde se encontraban.
Por Alonso Rivero conocimos que en el antiguo Centro de Veteranos de San Juan y Martínez se fundó el primer taller literario del territorio, y en ese local hubo numerosos libros de gran valía, incluidos muchos sobre Rafael Morales.
Un significativo número de estos pasaron a la biblioteca y después se perdieron o se afectaron debido a las filtraciones del techo.
Como resultado de ese daño fueron depositados en cajas en un cuarto oscuro de la Dirección municipal de Cultura y tapados con polietileno, lo cual aumentó el grado de humedad y el deterioro de los mismos.
Tesoros extraviadosDespués de un fallido intento de reabrir la biblioteca, que estaba amenazada de derrumbe, cientos de libros con traza tuvieron que ser enviados a Materia Prima, en un espectáculo lamentable.
Varias personas cargaron cajas y cajas de ellos, y entre esos tesoros viajaron textos de José Martí, Carlos Marx, José Antonio Saco, Stendhal, Emilio Roig de Leuchsenring...
Corrió igual suerte un clásico de la literatura universal de uno de los mejores escritores de todos los tiempos: Ana Karenina, de León Tolstoi; Memoria de un matancero, toda una curiosidad bibliográfica, escrita en 1853, y La Divina Comedia, de Dante.
Hasta se extravió un ejemplar de El pequeño príncipe, de Antoine de Saint Exúpery, joyita de la literatura que cualquiera quisiera brindar a sus hijos, para defender valores esenciales que hoy andan mancos en otras geografías.
Muchos habitantes de la localidad se preguntan por qué no se acondicionaron capacidades transitorias en Cultura municipal, como se hizo en Consolación del Sur. Hasta en el cine de San Juan, consideran entrevistados, pudo crearse un área provisional para que los libros se mantuvieran resguardados. También pudieron ser llevados por un tiempo a las bibliotecas escolares, o pudieron crearse bibliotecas comunitarias en casas de personas responsables y dispuestas.
Pese al abanico de posibles medidas de emergencia que pudieron salvar los ejemplares, lo que ocurrió es que dieron muchas vueltas los que iban quedando. Se entregó una casa cuyo techo también se filtraba. De los 16 513 volúmenes se salvaron entonces solo 5 113, ante los ojos atónitos de quienes aman el libro y la lectura.
En este camino aciago le asignaron otra vivienda a la biblioteca, pero ya quedaban solo 1 839 libros. Los hongos atacaban los ejemplares y por esta razón muchos tuvieron que ser quemados.
Hoy la biblioteca está casi desaparecida. El día de nuestra visita solo tenían allí los textos de la universalización de la enseñanza. El resto está en un cuarto del local donde radica la Comisión electoral y sería saludable que se les chequeara constantemente, no sea que los pocos que quedan también se pierdan.
Si no hay libros...Mirtha García Quintana, directora de la biblioteca, al ser entrevistada por el periódico Guerrillero afirmó que en dos años las 12 mujeres que laboran allí se han mudado de local cinco veces, cargando libros de un lado para otro en un itinerario signado por la inestabilidad.
El local donde se encuentran ahora, sin apenas mobiliario, ya tiene el techo arreglado, pero es muy pequeño. Les han dicho que les van a dar otro, pero aún no se ha materializado.
Según Mirtha, tienen cuatro computadoras asignadas para trabajar, pues todas las bibliotecas del país estarán en red.
Al no tener rejas para la seguridad de estos medios, las trabajadoras temen que a San Juan la tecnología llegará mucho más tarde.
¿Final?El destino de estos libros deja varias moralejas: quien aspire a cuidar su patrimonio cultural, en concordancia con la multiplicación de los estudios, debe adquirir mayor sensibilidad ante el cuidado no solo de los libros, sino de otros bienes espirituales.
Pudieron buscarse alternativas para impedir que los hongos acabaran con los libros y hubiera que llevarlos al cementerio. Hoy la promoción de la lectura se dificulta en San Juan, pues no se cuenta con los textos físicos.
Mirando el panorama de deterioro cultural del territorio cabe preguntarse: ¿Cuáles son los refugios espirituales que tiene un municipio que no tiene libros en su biblioteca, donde el museo está cerrado y que no posee galería de arte?
A todos, lo que más les duele es que la cultura y nuestra nacionalidad tienen profundas raíces en ese territorio, el terruño de Rafael Morales, los hermanos Saíz Montes de Oca... el mismo que fue quemado por sus pobladores antes de que cayera nuevamente en manos españolas.
San Juan y Martínez es cuna de ilustres pedagogos, como la doctora Emilia Delgado y su hermana Rosa, creadora del himno de esa localidad y también de Pinar del Río. Además es la tierra de Martín Herrera, el amigo de José Martí, y tiene tradición en el desarrollo de la imprenta, por lo que el libro merece que se le dé mejor lugar.