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El concejal de Jicarita, un gobernador inédito de 1944

El agricultor Don Claudio López fue el consejal más viejo de la antigua provincia de Las Villas gracias a la fraudulenta politiquería de épocas pasadas en Cuba

Autor:

Nelson García Santos

Los auténticos festejaban en la antigua provincia de Las Villas el éxito en los comicios de 1944, en particular la elección de Ramiro Capablanca Graupera, hermano de José Raúl, el campeón mundial de ajedrez, como gobernador del territorio.

Cuentan que el jefe del autenticismo en el territorio, Miguel Suárez Fernández, estaba eufórico. No era para menos, pues su partido, liderado por Grau San Martín, había vencido ampliamente a la coalición de Fulgencio Batista.

Sin embargo, un suceso trágico sumió a Suárez Fernández en hondo pesar. El día programado para la toma de posesión de Ramiro Capablanca como gobernador, este sufrió un infarto cardiaco que le costó la vida.

Aparentemente, con el amigo se le iba también el gobierno provincial a Miguelito, como lo llamaban sus íntimos, pero este, pícaro y audaz, ideó una jugarreta para retener la importantísima y provechosa jefatura del gobierno provincial.

Cuenta el doctor Alberto Taboada González, en aquella época estudiante de la Escuela de Derecho y dirigente de la juventud ortodoxa, que correspondía cubrir la vacante, de acuerdo con la ley vigente, al alcalde de mayor edad de la provincia, que era José (Pepe) Fabregat, del Partido Demócrata.

Los jerarcas de ese partido estaban gozosos por lo que la providencia les había puesto en las manos, sin percatarse de lo que se les venía encima.

Resulta que Miguelito, el cacique del autenticismo, ordenó investigar si había otro concejal con más años en ejercicio que el alcalde Pepe Fabregat, de Ranchuelo. Y, efectivamente, apareció. Era Don Claudio López Olivera, un agricultor, propietario de la finca Jicarita, del municipio de San Diego del Valle.

Fue electo concejal por el Partido Auténtico con solo 42 votos. Resulta fácil imaginar la contentura de Miguel Suárez Fernández cuando conoció la noticia de que habían encontrado al afanosamente buscado hombre, vital para el éxito de su plan.

Luego, empleando la extorsión y los pesos, hizo renunciar al presidente del Ayuntamiento de San Diego del Valle y, lógicamente, lo sustituyó el concejal más viejo, Don Claudio López Olivera.

Y acto seguido renunció también el alcalde Emiliano Lugo y asumió el cargo López Olivera, porque de acuerdo con la ley le correspondía hacerlo al presidente del Ayuntamiento.

Se había consumado el golpe a los demócratas. Ahora el más viejo, por obra y gracia de las marañas, era Don Claudio López Olivera. Solo faltaba su nombramiento oficial como gobernador de Las Villas, lo que se logró en la reunión del Consejo de Alcaldes.

Este gobernante fabricado fue un hecho inédito en los turbulentos trajines politiqueros de la década del 40. Dejó a muchos con la boca abierta, y a otros con los bolsillos llenos.

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