CIEGO DE ÁVILA.— A Ernest Hemingway le gustaba deslizarse por la corriente. En su novela Islas en el Golfo, mientras buscaba a la tripulación de un submarino alemán, su alter ego Thomas Hudson dejaba que la marea desplazara al yate por los canalizos de Cayo Guillermo, un islote ubicado al norte de la provincia de Ciego de Ávila.
«Vean cuán prometedor es», le decía Hudson a sus compañeros al divisar la costa del cayo. Pero a la vuelta del tiempo, y sin proponerse buscar las coincidencias, un grupo de investigadores cubanos vuelven a recordar la expresión del nostálgico personaje. Así es. En horas de la mañana, debajo del puente que une a Guillermo con Cayo Coco, se observa una masa de agua, semejante a un río proveniente del mar y que se adentra en el islote. Algunos pescadores lanzan sus nailons y se concentran en la corriente.
«Aquí siempre hay marea; en algunas temporadas son más fuertes, pero siempre está la corriente», explica Meiry Martínez Pardo, trabajador de la Marlín-Náutica, empresa que ofrece servicios de marinería al turismo en Cayo Guillermo, que junto a Coco, conforman el polo turístico de Jardines del Rey.
Según Georquis Arias Mota, pequeñas turbinas movidas por la fuerza de las mareas podrían emplearse para la iluminación de los puentes que unen los cayos de Jardines del Rey. Para muchos esa corriente es un paisaje normal; sin embargo, para Georquis Arias Mota, inversionista en la Delegación Provincial de Recurso Hidráulicos, el paso de la marea es algo más que un pasatiempo de verano.
Observa ese río azul, que en unas horas regresará al mar. Asiente con la cabeza y se muerde los labios antes de decir: «De esa marea se puede sacar electricidad».
¿Dónde y cómo?Tienen las pruebas. En diciembre de 2006, Georquis inició investigaciones para su trabajo de diploma, siendo estudiante del quinto año de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Ciego de Ávila (UNICA) general Máximo Gómez Báez.
Las indagaciones estuvieron tutoreadas por el doctor Albis Mujica Cervantes y el ingeniero Raimundo Márquez Gurri, del Centro de Estudios Hidrotécnicos de la casa de altos estudios. Ahora, discutido el Trabajo de diploma, en el que también participó la Universidad de Oriente, los especialistas tienen a mano los resultados preliminares.
«Al comienzo nos basamos en la experiencia del profesor Rafael Leiva, de la Universidad de Camagüey», explica Georquis. «Él realizó un estudio preliminar para utilizar las mareas en la obtención de electricidad en la Bahía de Nuevitas. Nosotros teníamos en mente estudiar, entre otros puntos, la Bahía de Perros, al norte de Turiguanó, aunque esa es muy diferente a la de Nuevitas, sobre todo porque es muy baja comparada con la de Camagüey».
El estudio se inició con el propósito de conocer si era posible usar los movimientos de agua durante el vaciado y llenado de las mareas en la cayería de Jardines del Rey para la obtención de electricidad, a partir de pequeñas plantas generadoras.
«Pensamos que se podía usar el principio de las plantas de energía mareomotriz en los cayos», explica Georquis. «Esas instalaciones aprovechan la fuerza de las mareas durante sus períodos de flujo y reflujo. Esa fuerza de la corriente mueve las turbinas y se obtiene electricidad; pero ¿cómo se comportaban en los cayos y qué lugares presentaban mejores condiciones? Eran algunas entre las tantas interrogantes que teníamos».
Ríos de agua salada«Hay agua para producir electricidad», enfatiza el ingeniero Raimundo Márquez. Durante varias semanas, Georquis, Raimundo y un grupo de investigadores, entre los que se encontraban cinco especialistas que realizan su maestría en Mecánica aplicada, investigaron las zonas con mareas más factibles dentro de Jardines de Rey, con la ayuda del Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros de Cayo Coco (CIECC).
Guiados por estudios preliminares de la empresa Geocuba, el tutor y su diplomante midieron, entre otros elementos, las velocidades del flujo de mareas en los momentos de llenado y vaciado en los puntos en que tenía lugar el intercambio del mar con el agua interior de los cayos.
Al final descubrieron que en la pasa o canal que divide a Cayo Paredón con Antón Chico; en la ubicada entre Guillermo con Cayo Coco; en la que existe entre este último y Cayo Romano, en Camagüey, así como en los puentes del pedraplén de Turiguanó-Cayo Coco, en la misma Bahía de Perros, existen mareas que respaldan la instalación de pequeñas plantas para la generación de electricidad.
«Son flujos muy fuertes y constantes», explica Georquis. «En la pasa de Paredón y Antón Chico la corriente es muy prometedora, y en los puentes del pedraplén se obtuvo que la masa de agua que por allí corre está entre los 172 y 192 centímetros cúbicos por segundo en los momentos de marea baja y alta».
Turbinas como estas se sumergirían bajo los puentes de la carretera que enlaza la cayería con la isla grande. La fuerza de la corriente de mareas puede mover sus hélices, produciendo electricidad.
«Pero hay una peculiaridad —precisa Raimundo Márquez. El estudio se hizo pensando en el impacto al medio ambiente. En el mundo, para levantar una planta mareomotriz, se tiene que construir un dique y hacer modificaciones al entorno. En el caso nuestro no sería así».
De acuerdo con los estudios de factibilidad, la idea sería aprovechar una infraestructura civil creada, como los puentes del pedraplén de Turiguanó, e instalar pequeñas plantas de aletas bidireccionales, que se pondrían en movimiento con la marea y así se activaría la generación de electricidad.
«Hay lugares más factibles que otros —apunta Raimundo. Por ejemplo, en el pedraplén existen 14 puentes y no todos son aprovechables. En próximos estudios, además de analizarse el potencial eléctrico, se precisaría, de una manera más puntual, en qué puentes existen los mejores flujos de agua. Así disminuirían los costos económicos y medioambientales, sobre todo al no tener que construir diques. Tampoco se tendría ruido, ni se emitirían gases invernaderos a la atmósfera, ni se modificaría el entorno. Únicamente serían esas plantas, movidas por las mareas y obteniendo la electricidad que la Naturaleza nos da».
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