Guillermo Cabrera Álvarez, director del Instituto Internacional de Periodismo José Martí y autor de la Sección Tecla Ocurrente, de Juventud Rebelde, quien murió de un infarto cardíaco a las 4 de la tarde de este domingo en el poblado de Guaracabuya, del municipio Placetas, en la provincia de Villa Clara, creó una tertulia mensual que se efectuaba en distintas regiones del país, con la asistencia de numerosos aficionados a su columna periodística.
Ante más de un centenar de esos aficionados, y con la participación de "tecleros" de toda Cuba, de algunos invitados y amigos, y de una representación de los trabajadores del diario Juventud Rebelde, celebró una tertulia especial en el círculo social de esa localidad, denominada Brisas del Centro, que comenzó a las 12 del día y concluyó cerca de las dos de la tarde.
Foto: Calixto N. Llanes Aquí reproducimos una versión de ese acontecimiento, solo una hora y media antes de su derrumbe físico... un infarto que lo derribó momentos antes de las dos y media, cuando todos almorzaban en el comedor del Centro Escolar "Enrique Villegas", de la propia localidad.
A las 12 en punto, como había previsto, bajo el techo de una nave de Guaracabuya, él mismo fue el maestro de ceremonia de su tertulia, ante un auditorio de más de 200 personas de ese barrio rural entre el lomerío, junto a la compañera dirigente del gobierno en el municipio de Placetas, Marisol Cabrera García.
Quitó el micrófono de donde estaba colocado y dijo que no le gustaban las cosas muy inmóviles. «Son mucho mejores en movimiento. Gracias, Guaracabuya, por acogernos. Algunos me preguntaban por qué habíamos escogido este lugar. Y comentando con el Mar y el Sol, que es la compañera que nos ha atendido, Marisol. Le decíamos que los seres humanos tienen al centro del pecho su corazón, y los países, como el centro de nuestro país, tienen su corazón, pero, además, quería agregar algo, si ustedes están de acuerdo: si los tecleros... —hay tecleros desde Pinar del Río hasta Guantánamo— incluso aquí, si nos pusiéramos a dar voces por provincia, empezarían a gritar... y diría, bueno, ¿dónde está Santiago de Cuba? ¿Dónde está ... y empezarían».
(Se escucha un murmullo de los integrantes de alguna provincia. Entonces Guillermo exhorta): «No, ¡no me hagan esa bulla. Estamos en Guaracabuya, pero no para armar bulla!...
«Yo les decía que un amigo mío, un entrañable amigo mío, Raúl Ferrer, Viceministro de Educación, tenía un raro poema a Guaracabuya, que a mí me gustaba mucho...y creo que antes de irnos se escuchará aquí. Y entonces un día, conversando con él... bueno, él era de Yaguajay, nació allí, era maestro de escuela en Yaguajay y él me contaba lo difícil que había sido, desde el punto de vista del reto poético, armar un poema a Guaracabuya. Y tiempo después me volví a encontrar ese poema, busqué en el mapa a Guaracabuya, me dí cuenta que estaba al centro del país, porque en el poema no se dice característica. Decidí, busqué en el calendario el centro del año y entonces por ahí, como son las ocurrencias cuando son del alma, pues salió así.
«Y esa es la razón por la que un día decidí escribir, lancé la pelota, hubo un guante receptor en Placetas y entonces, bueno, creo que fue recibida por un montón de personas y estamos aquí. Esa es la razón.
«Pero yo le quisiera agregar algo más. Los tecleros son de todo el país. Los tecleros no tienen capital. ¿Les parece bien que tomemos como capital Guaracabuya? (Ovación).
«Bueno, no voy a cortar la cinta, porque lo que tengo es un micrófono y si lo corto me quedo sin voz (Risas).
«Hay una persona preciosa cuando llegué aquí, que está con su esposo allí sentada...ya no vive en Guaracabuya, vive en Placetas, está allí con su pelo largo y sus espejuelos y con un abanico en la mano... (Aplausos) y se llama Perla Jiménez. Yo quisiera que ella leyera un poema, pero su esposo me dice que está muy nerviosa, yo también estoy muy nervioso y temo equivocarme en la lectura del poema, pero lo voy a leer...
(Guillermo lee el poema. Se detiene en una parte por no entender la letra, la autora le aclara lo que dice. Guillermo pide que le acerquen el micrófono para que ella termine de leerlo, o de lo contrario leerlo juntos, pero su autora se siente nerviosa y no lo hace. Guillermo lo termina de leer y los asistentes aplauden).
«(...) Nosotros convocamos un concurso por el 50 aniversario del ascenso del Che a Comandante, y participaron 344 personas de todo el país, para escoger 30 ganadores y entre ellos, hay un muchacho, coincidentemente, que reside en Guaracabuya (aplausos) que va a ir a Llanos del Infierno, va a subir a la Sierra Maestra, junto con nosotros. Entonces él me dijo que le pasa lo mismo que a Perla, que está nervioso, entonces contamos el nerviosismo de Perla, el mío, más el de él, más el de todos ustedes y lo invitamos a que lea. No le voy a pedir... bueno, yo creo que sí, que mejor le pido que lea primero la carta que me escribió y después la carta que valoró el Jurado, que no tuvo nada que ver nada conmigo, que son tres compañeros: Pepe Alejandro, Juana Carrasco y (aquí, por un lapsus, repite el nombre de Pepe Alejandro como el tercer integrante de ese Jurado)».
(El muchacho pide perdón si se equivoca, por estar muy nervioso y da lectura a su carta):
«Guaracabuya, 29 de mayo de 2007.
Estimado compañero. Desde que comenzó a publicar datos relacionados con Guaracabuya descubrí en el periódico Juventud Rebelde la sección Tecla Ocurrente, que no conocía antes, quizás por no poseer el hábito de leer el periódico diariamente o por lo difícil que se me hace adquirirlo.
«Soy un joven que vivo en Guaracabuya y actualmente curso el décimo grado en el (Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE) Comandante Ernesto Che Guevara, de Santa Clara. Le escribo mi carta con dos motivos. Primero, deseo hablarle un poco de Guaracabuya, para si es de su agrado, pueda publicar en los jueves restantes, antes del primero de julio, datos curiosos en la sección Tecla Ocurrente.
«Pues debido a que mi escuela es asociada a la UNESCO, tenemos como tarea científica realizar investigaciones de diversos temas. Yo, por mi parte, escogí el tema patrimonio y dediqué por completo mi trabajo a investigar sobre la historia, las costumbres y las tradiciones de mi poblado, ya que todos los guaracabuyenses estamos orgullosos de vivir en este rincón apacible y poco conocido de Cuba. Que nuestros antepasados supieron entregar a las llamas por defender nuestra independencia y nuestra libertad.
«En segundo lugar envío mi carta también con el propósito de contestar el concurso lanzado por esta sección del periódico.
Ahora le hablo un poco sobre Guaracabuya: El poblado fue fundado el 24 de marzo de 1847, conociéndose en aquel momento como la aldea de San Atanasio de Guaracabuya. Fue incendiado el 9 de abril de 1869, protagonizando una heroica acción de las tropas revolucionarias con el objetivo de erradicar el colonialismo español imperante en la zona.
«Actualmente la ceiba que se encuentra en el poblado se considera aproximadamente el centro de Cuba. Fue sembrada el 20 de mayo de 1902 en honor al nacimiento de la república. Muchos de los que visitan el poblado mantienen la tradición de dar tres vueltas alrededor de la ceiba y pedir un deseo. Existen muchas personas que escriben Guaracabuya con "Y", pues se basan en que Guaracabuya es un nombre aborigen y los nombres aborígenes se escriben con "Y". Se puede encontrar Guaracabuya con "Y" en diversas bibliografías, mientras que en otras aparece con doble "L".
«En la localidad existen lugares conocidos por todos, ya sea por su interés cultural o histórico, entre ellos está El Pozo de los Esclavos o El Pozo de la Calle, construido por esclavos de la etapa colonial; La Loma de Paja de Arroz, lugar donde acamparon las tropas de Máximo Gómez durante la guerra de 1895; la galería de arte del pintor primitivista Pedro Osés.
«Se conoce que el Che atravesó el poblado en el mes de diciembre de 1958, para dirigirse a Falcón, donde ocurrieron hechos importantes.
«El poblador más longevo de Guaracabuya, nació el 11 de octubre de 1900, en la actualidad tiene 106 años. Además de la leyenda del por qué se llama Guaracabuya, existe otra menos difundida. Resulta que a la llegada de los españoles a esta región de Cuba, existía por estos lugares una aldea de indios. Su cacique, valiente y heroico, se opuso desde el primer momento a la colonización, pero fue perseguido y aprehendido. En el momento en que lo capturaron este lanzó una maldición a la aldea colonizada. Llevaría por siempre su nombre. El cacique se llamaba Guaracabuya.
«Estos son algunos datos interesantes de Guaracabuya, esperando que les interesen, me despido. Saludos. Carlos Alejandro Rodríguez».
(Inmediatamente el adolescente da lectura al texto sobre el Che que envió al concurso por el 50 aniversario del ascenso a Comandante del Guerrillero Heroico):
«"Concurso Che". Antes pensaba que el Che era una imagen, un poco de historia, uno de los tantos héroes, pero no. He comprendido que el Che es una figura de todos los tiempos.
Que no solo está él con nosotros cuando hablamos de él, o cuando lo vemos.
«El Che está siempre con nosotros. Es parte de nuestra propia vida y de nuestros propios sueños para el futuro. El Che me acompaña desde siempre, cada vez que regreso a la escuela, desde que comienzo a atravesar la llanura y comienzo a ver a lo lejos su rostro. Con cada paso voy acercándome más a él, que me recibe con boina y fusil.
«Y estoy con él todos los días, pues está dondequiera. Unas veces paso y lo saludo, otras me siento y conversamos. Otras paso sin verlo, pero sé que está ahí, acompañándome y guiándome. Unas veces voy más lejos y también lo encuentro ahí. Lo veo hecho historia en una tarja o siendo el protagonista de actos heroicos. Lo veo en lo alto de una loma, sonriendo en el tren o erguido en la plaza.
«Él está en todos los lugares, en toda la ciudad, a veces voy al teatro de la escuela y ahí está, siendo el protagonista de una obra. Otras veces estoy en clases y también hablamos de él. En una ocasión, cuando iba a casa, me sentía un poco triste, el Che no podría ir conmigo, pensaba, pero al llegar, ¡qué sorpresa! Lo encontré sobre el escritorio, en el libro que estaba leyendo, en el cuadro de la pared, en los dibujos que hacía un día, en mis recortes de periódicos, y hasta en el pullover que me pongo cuando me baño.
«El Che había venido conmigo, ¡qué buen amigo tengo hoy, que me acompaña en un paseo, en una clase, en un viaje a visitar el teatro o el cine, a apreciar una obra de arte! Con su pensamiento me acompaña a ser mejor, a compartir, a luchar, a sentirme útil y a ser útil. Me acompaña todos los días, todo el tiempo, toda la vida». Muchas gracias.
(Guillermo Cabrera retoma la palabra y dice):
«Quise traer esta carta y me volví loco buscándola, estaba en un sobre, porque valía la pena leerla, valía la pena conocer personalmente a su redactor».
Al cierre de esta versión periodística, llamó por teléfono desde Guaracabuya la ciudadana de esa localidad, Luisa Echeverría, del movimiento cultural de la zona, para transmitir a nombre de los más de 2000 habitantes del poblado, sus condolencias por la muerte de Guillermo Cabrera allí.
«Expresamos nuestro inmenso dolor por la pérdida irreparable de tan valioso revolucionario que con tanto amor dedicó su vida a la cultura y al periodismo. El pueblo de Guaracabuya se siente consternado y siente un enorme dolor por su repentino desenlace. Pero nos sirve de consuelo el haber presenciado la alegría que él manifestó al ver logrado su sueño de visitar nuestro rinconcito rural y urbano y de compartir con nosotros el centro del año, el centro del día, en el centro del país, donde está la ceiba nuestra que lo marca y de haber oído de sus labios que Guaracabuya es el corazón de Cuba y a partir de su propia proposición, aprobada por todos, la capital de los tecleros o amantes de su Tecla Ocurrente, escrita siempre en un espacio de Juventud Rebelde. Estamos deprimidos, pero no lo olvidaremos nunca y cada primero de julio lo recordaremos. Esta obra continuará, vamos a seguir sus deseos y su ejemplo. Queremos continuar su obra romántica, audaz, cariñosa, alegre y revolucionaria. Él emanaba simpatía, por su personalidad vigorosa, su sabiduría y su carisma inalterable e indiscutible. El dolor de ustedes, es nuestro mismo dolor».