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En el corazón de Santiago está Vilma

El pueblo de Santiago de Cuba, la cuna de la Revolución cubana, rindió homenaje este martes a la legendaria combatiente Vilma Espín Guillois

Autor:

Juventud Rebelde

 Fotos: Francisco Hechavarría Santiago de Cuba.— Una vez más la ciudad retomó su espíritu indomable; revivió el tronar de los fusiles, sintió palpitar el verde olivo, deambular la entrega.

En otra demostración de duelo a la altura de su historia, el pueblo de la cuna de la Revolución rindió homenaje este martes a la legendaria combatiente, la santiaguera sencilla y excelsa, orgullosa de su tierra, que fue Vilma Espín Guillois.

Las mismas calles que la vieron jugar voleibol, cantar, erguirse tempranamente contra la opresión, como mujer de su tiempo, fueron inundadas por cientos de miles de sus coterráneos de todas las edades, encabezados por las máximas autoridades del Partido y el Gobierno que, en río interminable, colmó de la mañana a la noche las áreas de la Plaza de la Revolución Mayor General Antonio Maceo.

Ante su imagen, acompañada de las condecoraciones que recibiera en su vida de revolucionaria intachable, desfilaron sus compañeros de ayer, de la mano del relevo, y le fueron depositadas ofrendas florales a nombre del Comandante en Jefe Fidel Castro, del General de Ejército Raúl Castro, sus hijos y nietos, de los combatientes del Ejército Rebelde y la lucha clandestina, de las mujeres cubanas, del pueblo de Cuba, de los tres Ejércitos y de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

«Siempre estará en nosotros...».

 El pueblo llega hasta la imagen de Vilma. Eso dijo a la prensa el combatiente del 30 de Noviembre Josué de Quesada, al evocar a aquella muchacha de imagen esbelta, «excelente jugadora de voleibol en el Instituto de Segunda Enseñanza...» que supo convertirse en una de las figuras más sobresalientes de la clandestinidad, imprescindible en el trabajo logístico y organizativo para el aseguramiento de armas, alimentos y medicinas para la Sierra, guerrillera a la altura de las montañas del Segundo Frente.

Muy cercano en los días intensos de los preparativos del alzamiento armado de Santiago de Cuba, el rostro de Luis Felipe Rosell se ilumina para hablar de la compañera de siempre: «Vilma se me fue adelante...», dice emocionado, y cuenta de aquella muchacha bonita, afable, culta, que a pesar de proceder de una familia acomodada, fue capaz de asumir las más diversas tareas y estar a la par de los hombres dentro del Movimiento.

Recuerda los días en que en la finca El cañón se preparaban los pertrechos que enviarían a la Sierra y la revive embarrada de grasa, de petróleo, sobreponiéndose a la ardua labor que implicaba lavar las armas, envolverlas en sacos, cargarlas y luego rellenar con 30 000 naranjas, de cinco en cinco y cuidando que no se estropearan, el camión que las llevaría a la montaña.

 Cubanos rinden tributo a Vilma. «Terminábamos por la madrugada y a esa hora, aunque la dueña de la casa le decía que podía quedarse allá, como cada uno de nosotros cogía un saco de yute usado y se tiraba en la hierba húmeda por el rocío hasta el amanecer...

«Así era Vilma y su fuerza nos impresionaba...».

«Era la confianza de Frank...» reiterarían sus amigos, «fue una dirigente excepcional...», argumentaron durante todo el día dirigentes de la Federación de Mujeres Cubanas...

Por eso hubo lágrimas en muchos rostros santiagueros, gestos que se confundieron con la mirada impresionada y comprometida de jóvenes y pioneros, y hasta algún verso, como el de aquella profesora universitaria:

Cuántas voces criticaron/ que aquellas «finas guedejas» / junto a señores treparon / surcos, llanos, montes, sierras... // ¡Cuánto más se equivocaron / aquellas tristes «pelelas» / por que nada interpretaron / para que todos comprendan / Que montes, sierras y llanos / Con tu sencilla presencia / A Mariana recordaron / Porque fuiste a la pelea...

Este es su Santiago indomable y fiel. Así latió el corazón de su ciudad natal, este martes 20 de junio, ante la mujer que hizo de su vida un monumento al ejemplo.

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