Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los niños cubanos viven una realidad privilegiada

La infancia cubana se encuentra muy lejos de padecer el círculo infernal en el que viven millones de pequeños del planeta Los niños hablan de sus derechos, esta tarde en Mesa Redonda

Autor:

Margarita Barrios

Ciencia ficción o dramáticas escenas de un mundo imaginario poblado de crueldad deberá parecerle a cualquier niño cubano escuchar a una pequeña defender sus «derechos como trabajadora».

«Lo que más me impactó fue escuchar a niños pequeños que narraban sus experiencias como trabajadores. Recuerdo incluso una pequeñita que dijo que no podían prohibir que los menores trabajaran, porque esa era la única forma que ella tenía de alimentar a sus cinco hermanos».

Patricia Flechilla participó, en mayo de 2002, en el foro que sesionó paralelamente a la sesión especial de la ONU sobre los derechos de la niñez y la adolescencia. Foto: Franklin Reyes

Patricia Flechilla vivió esa triste experiencia durante su participación, en mayo de 2002, en el Foro que sesionó en Nueva York, Estados Unidos, paralelamente a una sesión especial de la ONU sobre los derechos de la niñez y la adolescencia.

«A pesar de mi corta edad, yo tenía entonces 12 años, pude comprender la terrible realidad de la niñez, incluso en los países capitalistas más desarrollados.

«Entre los niños había hasta quienes desconocían totalmente sus derechos, y la responsabilidad de los Estados. Sin dudas esa experiencia me permitió valorar más nuestra realidad privilegiada», afirmó la actual Presidenta de la FEEM.

Patricia asegura que participar en un evento como ese fue un privilegio y una responsabilidad. «Sabía que tenía que llevar la voz y el criterio de todos los niños de Cuba, y más que eso, la realidad de su niñez.

«Allí me encontré a niños, incluso pequeños, que tenían una imagen de nuestro país muy distorsionada. Era la que veían en la televisión, o le decían sus padres y maestros, incluso las que enseñan en las clases de historia de sus países. Les dicen que aquí hay una dictadura, que es un país donde se violan los derechos humanos, y por supuesto, los de los niños en primer término.

«Mi presencia allí fue un desmentido. Era una estudiante, una sencilla pionera. Cuando me vieron con zapatos, correctamente vestida, con un nivel educacional, con salud, sorprendió a no pocos y ayudó a cambiar esa imagen falsa».

HISTORIAS DE NIÑOS

Hoy se celebra el Día Internacional de la Infancia. Normativas jurídicas, como la Convención de los Derechos del Niño, aprobada en 1989, protegen a los infantes, y sin embargo estas son violadas en muchos países del mundo.

Datos recientes del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) señalan que 600 millones de niños viven en la pobreza; a 121 millones se les niega el derecho a la educación; 352 millones están obligados a trabajar; más de dos millones son obligados a ejercer la prostitución o utilizados en la pornografía, y un altísimo número muere a consecuencia de enfermedades prevenibles o son víctimas del tráfico de seres humanos.

En Cuba las garantías constitucionales y las políticas públicas dirigidas a favorecer a niños y adolescentes, anteceden a la misma Convención, y en algunos aspectos sobrepasan en su aplicación el límite de sus disposiciones.

Maritza y Carlos, como millones de pioneros cubanos, saben sus derechos y se sienten felices. Foto: Roberto Morejón

Maritza Valdés Mestre es una niña feliz. Estudia el sexto grado en la escuela primaria Leonardo Valdés Suárez, de Regla, en la capital. Traviesa y risueña, cuenta una anécdota tras otra. Es, como diría un campesino cubano, una «vejiga sabichosa».

«Tenemos derecho a la educación y a la salud gratuita, todo gratuito. Y también tenemos derecho a jugar, a cantar, a ser libres. No importa el color que tengamos en la piel, porque todos somos pioneros, y eso es lo más grande».

—¿Qué es para ti ser pionera?

—En primer lugar es un compromiso. Hay que estudiar mucho, ser honrada, patriota, internacionalista.

—¿Cuáles actividades de los pioneros te gustan más?

—Lo más importante para mí fue un día que estaba en la Tribuna Antiimperialista José Martí y pude hablar un momentico con Fidel. Eso fue lo más grande...

«Participo en muchas actividades. Estoy en un Círculo de Interés Pedagógico, aunque todavía no sé muy bien si voy a ser maestra, porque también me gustaría ser instructora de arte.

«Además, tenemos un taller de creación, de artes plásticas, y un grupo de teatro. Hace poco hicimos una obra que se llamaba El gato y el ratón, y ganamos un premio. Yo era un gato... que era bueno», dice sonriendo.

—Así que eres actriz, pero también bailas muy bien.

—Soy estandarte de Los Guaracheritos de Regla. Fui arlequín y luego modelo, pero logré llegar a esa posición, la más importante. Eso me divierte muchísimo, pero sin descuidar los estudios, claro.

Carlos Luis Hechavarría es de esos muchachos maduros que parecen mayores a su edad. Tiene 13 años y estudia séptimo grado en la secundaria básica experimental José Martí, en la capital.

«En Cuba todos los niños tienen protegidos sus derechos —dice con seguridad—. La salud, la educación, un nivel adecuado de vida. Estamos protegidos de los peligros, de las injusticias. Y para aquellos que tienen alguna limitación física o mental existen derechos especiales, que los ayudan de manera especial».

—¿Crees que se escuchan tus opiniones?

—Sé que estoy en una edad difícil, la adolescencia. Mis padres hablan mucho conmigo. Cuando tengo alguna duda, algún problema, ellos me escuchan, me orientan. Claro, yo sé que quieren lo mejor para mí, aunque a veces no concuerden con mis deseos.

«También tenemos un espacio importante en la OPJM, en la escuela, en la relación con los profesores, que son también nuestros guías de pioneros.

«Yo presido el Proyecto Identidad de mi escuela, que tiene que ver con el estudio de su historia y de nuestra figura emblemática, José Martí. Siempre que voy a hacer una actividad, los profesores me apoyan y es también un espacio para el debate y la reflexión entre los estudiantes.

«Creo que paradigmática es la posibilidad que tenemos los más jóvenes de que se nos escuche en los congresos pioneriles. Yo tuve la suerte de ser delegado al último.

«Allí estaba la máxima dirección del Gobierno. El debate fue profundo. Pudimos expresar ideas y debatir entre nosotros, porque éramos de todo el país».

Carlos estudió violín, y también practica ajedrez, porque afirma que la cultura general es muy importante. Vive con sus padres y tiene muy buenos resultados docentes. Sin embargo, él sabe que hay niños con desventajas.

«En mi aula hay un muchacho así. Los profesores conocen la situación y se adentran en sus problemas, para que tome conciencia de que lo más importante son los estudios. Nosotros también, como grupo, lo apoyamos».

—¿Ya sabes qué profesión vas a estudiar?

—Me gustaría ser diplomático. Es difícil, pero si me lo propongo, lo lograré. Sé que solo depende de mi sacrificio y empeño personal, porque lo demás está garantizado.

EL DERECHO A TENER DERECHOS

Ana Isabel Peñate, subdirectora del Centro de Estudios sobre la Juventud. Foto: Calixto N. Llanes

«La familia refuerza su función educativa y es un eslabón muy importante en la protección de los derechos de la infancia. Hay que lograr que la participación del infante en el seno familiar sea más amplia y democrática; que tenga sus derechos y también sus deberes, lo cual implica inculcarle responsabilidades acordes con su edad», afirmó Ana Isabel Peñate Leiva, subdirectora del Centro de Estudios sobre la Juventud.

En el año 2000 esa institución hizo una investigación que se llamó La voz de los niños y adolescentes de Cuba, a partir de un estudio regional de UNICEF.

Ese estudio marcó el punto de partida del proyecto de divulgación de los derechos de la niñez y la adolescencia, el cual rectorea el Ministerio de Justicia, y que tiene centros de referencia en todas las provincias del país, además de un equipo técnico nacional.

«En 2003 hicimos otra investigación que evaluaba los avances. En esa comprobamos que el nivel de conocimiento de los derechos aumenta en niños y adolescentes, y las respuestas se corresponden más con la realidad.

«En el primer estudio, por ejemplo, un alto por ciento de los muchachos afirmó conocerlos; sin embargo, cuando se les pidió mencionarlos solo hablaban de tres o cuatro. Además, los niños estaban más informados que los adolescentes.

«Educación y salud siguen siendo los derechos más reconocidos. Aunque por parte de los adultos no hay una cultura jurídica, estos se cumplen como práctica cotidiana.

«Se han seguido desarrollando otras acciones por parte del proyecto para tratar de ir revirtiendo esa situación. Ahora tenemos previsto hacer una evaluación en 2007».

—¿Cuáles serían las acciones más importantes?

—La divulgación a través de los medios, sobre todo de la televisión. La familia y los maestros son las principales vías por las que los niños y adolescentes llegan al conocimiento de estos derechos.

«Conocerlos contribuye a que se respeten. Como política de Estado, los niños y adolescentes son grupos altamente priorizados».

—¿Hay algunos derechos que no se respetan?

—Cuando hablamos de infancia esto incluye desde cero a 18 años. Nuestros hijos adolescentes están contemplados en ese rango, y a veces les exigimos cosas que realmente no les corresponden. Hay que ayudar a la reflexión y no a la imposición. Eso limita el derecho de toma de decisiones.

«Es una edad donde ocurren muchísimos cambios. Eso exige que la familia sea capaz de prepararlos para el intercambio.

«Incluso hay casos en que el adulto teme que el niño sepa mucho sobre sus derechos, porque piensa que puede perder la autoridad.

«También la familia tiene que interiorizar que el juego es un derecho del niño. Hay que crear los espacios. A veces los padres están muy agobiados de responsabilidades y no dejan lugar para el paseo, y eso es importante».

Ana Isabel destacó que entre los muchos reclamos que hacen los niños se encuentran tener el cariño de mamá y papá. Y lo hacen de manera especial, alegando que sus padres convivan juntos, y en un ambiente de armonía.

«En caso de que se rompa la relación, hay que insistir en que no ocurra el divorcio con los hijos. Que haya un vínculo de calidad, quizá no tan frecuente, pero que cuando estén juntos, resulte gratificante para los niños», insistió.

La infancia es el mayor tesoro de la sociedad. Preservarla, brindarle oportunidades y posibilidades reales de inserción, y respetar sus derechos, es asegurar el futuro.

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