Anclada en el mar Caribe, el archipiélago cubano es quizá uno de los más ricos del mundo en biodiversidad, pero también un lugar expuesto a múltiples amenazas sobre esta, ya sea por los cambios climáticos o por la acción humana sobre los diferentes hábitats naturales.
Cuba, con la flora más exuberante de todo el Caribe y el mayor número de ecosistemas del área, posee hoy casi 7 000 especies de plantas, algo más de la mitad endémicas. Muchas de ellas se caracterizan por vistosos colores y formas; otras como la Palma corcho, por ser considerada un fósil viviente. De ellas unas 997 entidades biológicas están bajo la categoría de amenaza y 300 en peligro crítico, según fuentes del Jardín Botánico Nacional.
En los animales, también con alto endemismo especialmente entre los moluscos y los reptiles, se encuentran individuos únicos como las polimitas, el tocororo, jutías, murciélagos, el zunzuncito o pájaro mosca, el alacrán Microtytus, la ranita cubana, el sijucito o el almiquí.
Más de una veintena de instituciones cubanas se unen hoy para salvar esta riqueza, entre ellas el Instituto de Ecología y Sistemática, el Centro Nacional de Áreas Protegidas, el Centro Nacional de Biodiversidad, la Agencia de Medio Ambiente, el Cuerpo de Guardabosques de Cuba y la Academia de Ciencias, por solo citar algunos.
Esas entidades elaboraron y son las encargadas de ejecutar la Estrategia Nacional para la Diversidad Biológica y su Plan de Acción, que prevé actividades a corto y largo plazo para proteger esos importantes recursos. Los pilares básicos del Plan son: conservar, conocer y utilizar sosteniblemente la diversidad biológica.
Además, en la actualidad se implanta, liderado por el Centro Nacional de Biodiversidad, el Mecanismo de Facilitación de la República de Cuba, que a través del Sistema de Información Nacional sobre la Biodiversidad (SiNBio) ofrecerá datos sobre el estado de la biota en la Mayor de las Antillas, apoyado en la Red de Información Nacional de Biodiversidad (RiNBio).