Fotos: Calixto N. LlanesSI usted recorre por estos días el Salón de los Pasos Perdidos, en el Capitolio Nacional, notará, no sin sorpresa, que la Estatua de la República está rodeada de andamiajes desde su base hasta la propia cabeza. Pero no hay por qué asustarse. La imponente efigie no tiene ningún problema y solo recibe los últimos toques de su mantenimiento.
Nuestro diario quiso conocer acerca de esta labor, y para ello conversó con Alberto González, jefe del Departamento Técnico de Inversiones, el cual se dedica a atender la restauración del Capitolio Nacional.
«Las labores que desarrollamos —explicó— comprenden una limpieza mecánica, mediante la cual se le quitó todo el polvo, la grasa y el hollín. Se realizó con agua y un paño. Después se sometió a una limpieza química, con reactivos encaminados a detener o eliminar la oxidación, las costras que se han formado en el propio bronce.
«Finalmente se le da una especie de pintura, una terminación final con una pátina. O sea, un envejecimiento artificial para que no quede con ese dorado fulgurante que no sería agradable, porque una pieza antigua, que se conoce que data de hace 70 años, no debe dejarse totalmente dorada, porque sería muy contrastante además de poco creíble».
—¿En qué etapa está el remozamiento?
—En su última fase. Le queda la pátina, que se da conjuntamente con un baño de cera que sirve como preservo.
Los restauradores fueron muy cuidadosos. Hicieron varias calas para detectar el material original, del que todavía quedaban huellas en la parte superior del escudo. También realizaron diversas pruebas, hasta dar con el color más parecido, y ese fue el que aplicaron a la imagen.
Según narró a JR el también ingeniero civil, la estatua recibió un mantenimiento en los años 90, que solo incluyó la limpieza mecánica y la química. Con anterioridad, en 1983, había sido sometida a una reparación para detener la inclinación que sufría hacia un lado, debido al fallo de unos tensores interiores.
En estos momentos, la restauración la lleva a cabo un grupo de especialistas formados en el Centro Nacional de Conservación y Restauración de Monumentos.
«La figura estaba cubierta por una lámina microscópica, de un espesor probablemente imperceptible de oro de 22 kilates. Eso se va perdiendo con la limpieza, la humedad... En esas mismas condiciones estaban todos los espejos del Capitolio.
«Como parte de nuestra labor de restauración, puedo anunciar que después se hará la intervención de todos los grandes candelabros, esas lámparas de pie que forman parte de la ornamentación del Salón de los Pasos Perdidos».
El remozamiento de la Estatua de la República concluirá en solo unos días. Pronto la gran estatua de bronce, de más de 17 metros desde la base hasta la parte más alta de la lanza, volverá a lucir casi tan bella como aquel día de 1929, en que su escultor, el italiano Angelo Zanelli, la mostró orgulloso.
En aquel momento, era la segunda más grande del mundo, bajo techo. Hoy, es la tercera, superada solo por el Buda de oro de Nava, en Japón y el Memorial Lincoln, en Washington.