La tecla del duende
Hoy nuestra columna se encamina por la ruta del entusiasmo y se dirige al ánimo. ¿Qué otra acción puede emprenderse, si hay tantas reinas del optimismo que por estos días no sonríen? Es la ocasión para retribuir con nuevas esperanzas a quienes una vez constituyeron el faro para nuestros pasos. Pero, ¿cómo hacerlo?
Hay que mirar alrededor de sí, mirar bien, para saber que no se está solo. Los buenos nunca están aislados, porque ellos sobresalen por su capacidad para asociarse. Así que levanta la mirada, aguza los sentidos, que alguien te acompaña en alguna dimensión.
Una vez superada la soledad, se impone conocer la nueva dirección de nuestros pasos. Para ayudarnos a seleccionar, están los amigos de siempre. Los que oportunamente llegan, las nuevas personas que se aproximan y les ofrecemos el visto bueno de los afectos, los que vienen recomendados para un difícil momento.
Una vez definida la dirección de las emociones que necesitamos, es hora de andar. Después de habernos perdido, después de haber sufrido, ¿valdrá la pena estar solo? Hay que transitar la ruta acompañado de los buenos. Con ánimo. Por el ánimo. Al ánimo.
Si usted recibe por estos días algún consejo sobre un nuevo remedio para la salud, tenga cuidado con su aplicación (y esto es válido para todos los días).
Busque un criterio especializado y no se conforme con la primera consulta que encuentre a través de internet.
No se automedique, pero tome en cuenta sobre todo que lo valioso para una persona puede que para usted no tenga validez ninguna. Busque bien lo que le conviene con nuestro personal de la salud, no improvise, no arriesgue su vida sin certezas profesionales.
La receta o el remedio que le sugiere un médico o especialista de experiencia contrastada es solo para usted. Coméntelo, pero no lo haga viral. Sea responsable también con esa actitud. Es el remedio que le propongo para hoy, así que su discreción y responsabilidad ya están a prueba.
Luis Miguel: Nada espero de los que nada esperan. Quédate con la paciencia; ya yo elegí. Nadia.
Olguita: De todos los dulces, me quedo contigo. Ya llegará la hora del postre, solo ten fe. Lara.