La tecla del duende
Estuvimos en el corazón de La Tecla, allá en Guaracabulla. Tertuliua gigante y conmovedora. La semana próxima, fotorreportaje sobre el fraternal encuentro. Mientras tanto, de ese mago de las palabras que es Alexis Díaz Pimienta son las letras de hoy, tomadas del sitio web del multifacético artista. De estas epidemias descritas por el poeta, ojalá no nos salve ni la mejor medicina...
I. (amenaza de pandemia).
Se necesitan malos poetas./ Buenas personas, pero poetas malos. [...]/ No es el fin de la historia, es/ el comienzo de la histeria lingual. Rodolfo Fogwil
Cuando la poesía/ se extienda como una pandemia/ de nada servirá usar mascarillas/ o vivir encerrados para no contagiarnos/ el llanto contenido será un síntoma/ el insomnio el hipo la tristeza/ cuando la poesía se extienda como una pandemia/ de nada servirán los controles prosaicos/ el cierre de fronteras/ el silencio decretado por ley/ en todos los países/ no alcanzarán las camas en los hospitales/ las donaciones misantrópicas/ los conciliábulos pedestres/ cuando la poesía se extienda/ como una pandemia/ ni los políticos estarán a salvo.
II (continuidad de la pandemia). (...) suponiendo que los poetas no servimos para nada/ qué sentido tendrá que nos acosen/ pero sucede/ ayer en un semáforo atacaron a eliot/ tres o cuatro gamberros/ amenazaron con leerlo en voz alta/ y la semana pasada se quejó baudelaire/ de que lo manosearon en el metro/ nos han llegado quejas de emily dikinson/ perseguida por seres inmisericordes/ que se saben sus poemas de memoria/ brodsky y cernuda no se atreven a salir a la calle/ a lezama le llueven anónimos/ góngora ha tenido que cambiar otra vez de teléfono/ eminescu holan milton verlaine heine y sor juana/ amenazaron con un suicidio público/ la prensa habla de «una epidemia anómala»/ «la más grave de cuantas hemos padecido»/ «hasta en los niños»/ «y se extiende por africa»/ «toque de queda en tokio» «lo nunca visto»/ mishima y senghor mandan sendos telegramas de auxilio/ por una vez los periódicos/ han dejado de comentar la guerra el paro/ el terrorismo el cambio climático/ y hablan sobre hemistiquios reediciones/ incunables sílabas átonas y tónicas// aunque lo peor ha sido la televisión/ hasta en la onu todos llevaban un libro bajo el brazo/ y en sus turnos de habla/ usaban citas pedantísimas de hanke/ de vallejo, de la ajmatova// frente al televisor atónitos/ todos apretamos un poemario contra el pecho/ y así seguimos/ esperando que de una vez por todas/ inventen la vacuna contra el poetamiento/ ya lo advertimos al principio/ pero nadie hizo caso:/ cuando la poesía se extienda/ como una pandemia/ ni los políticos estarán a salvo.
Hay tanta gente anónima a la cual querer en este mundo. Guillermo Cabrera Álvarez