Los que soñamos por la oreja
Si un género musical entre nosotros resulta obviado por los sellos discográficos cubanos, ese es el del canto lírico. Ello se echa a ver de manera particular, cuando se piensa que la manifestación forma parte del patrimonio de la nación y que entre nosotros, ha existido una importante tradición de voces exponentes del arte lírico.
No puede obviarse el hecho cierto de que el patrimonio no es solo lo que se generaba en épocas anteriores a la nuestra, sino lo que hoy mismo se va gestando, y eso también es parte de la propia actualización que requiere la industria cultural, de la que forma parte la producción discográfica. De ahí que cuando un género como el de la música lírica cubana es obviado y pasado por alto en el quehacer de sellos como la Egrem, Bis Music y Producciones Colibrí, no solo pierden los artistas cultores de la manifestación, sino lo que aún resulta de mayor importancia, es decir, el propio patrimonio de la nación, porque si se pierden, a los públicos dada la falta del producto artístico, al cabo del transcurrir del tiempo también desaparecerá la música en cuestión.
Cuando se revisa lo editado en materia discográfica en el país de un tiempo a acá, se verifica que uno de los pocos fonogramas que en años recientes ha visto la luz en el área lírica entre nosotros es el titulado Cantan los poetas, en el que se compilan parte de los lieder o canciones de concierto que ha compuesto el maestro Roberto Valera, muy conocido entre los melómanos, en especial por su obra Iré a Santiago, pieza interpretada por casi todos los coros en nuestro país.
Las encargadas de asumir los temas de Valera en este álbum son la soprano Bárbara Llanes y la pianista Mayté Aboy, quienes se proyectan con el alto nivel artístico al que nos tienen acostumbrados. Así, en el CD disfrutamos de la musicalización de la poesía de creadores que van desde José Martí y Nicolás Guillén, hasta Marilyn Bobes y Nivaria Tejera.
De algún modo, el material del disco continúa el legado histórico del género en Cuba, que se remonta al siglo XIX. Porque al margen de que hoy el canto lírico no goce de popularidad en nuestro país, lo cierto es que tenemos una historia riquísima de voces excelentes, que han triunfado incluso allende los mares.
Cabe decir que quizá por ese abandono del género en el contexto cubano, son pocos los compositores que se motivan a incursionar en el mismo. Roberto Valera es de esa minoría, pues además de piezas como las recogidas en el álbum Cantan los poetas, él es autor de la ópera Cubanacán, que ojalá algún día sea llevada al mundo del fonograma.
Cortes como El patio de mi casa, con versos de Humberto Arenal, Cualquier evocación, original de Reynaldo González y La vida empieza a correr, concebida partir del poema homónimo de Nicolás Guillén, están entre los momentos a los que recomiendo prestar especial atención en este CD sacado al mercado por Producciones Colibrí y que es algo así como una rara avis en el panorama discográfico cubano.