Los que soñamos por la oreja
En numerosas ocasiones me he referido desde esta columna a algunos de los problemas que lastran el desarrollo de lo que debería ser la industria discográfica cubana. Creo que lo más reciente que publiqué sobre el asunto fue el texto titulado De discos y algo más. Si bien como expresé en aquella ocasión, lo cierto es que a estas alturas «seguimos produciendo y vendiendo de forma sensorial y no de manera planificada y bajo criterios científicos», quienes laboran en nuestros sellos fonográficos tratan de encontrar caminos para que el material grabado logre circular adecuadamente.
En ese sentido, unos que se han destacado de forma reiterada son los miembros del colectivo que labora en los archivos de la Egrem y en particular, Jorge Rodríguez, quien ha resultado nominado y galardonado repetidamente en diferentes ediciones del Premio Cubadisco. La defensa que Jorge y sus compañeros de labor han hecho en pro de mantener viva entre nosotros la memoria sonora de décadas atrás se ha visto materializada en proyectos como el denominado Las Voces del Siglo, trabajo que en su momento regocijó a los amantes de la buena música cubana de todos los tiempos.
De cierta manera pudiera verse como continuación de aquella loable iniciativa, una que la gente de los archivos de la Egrem ha puesto en marcha en semanas recientes. Me refiero a lo que Jorge Rodríguez ha dado en llamar Colección Memorias. Ahora y de forma mucho más sencilla en su concepción general (son fonogramas con un elemental librillo portada y sin notas de presentación), se pone a la disposición de los interesados en música de otros momentos y que anden por La Habana 25 CD comercializados cada uno al precio de 50 CUP. Como peculiaridad hay que decir que estos discos se venden en lo fundamental en el patio bar de los viejos estudios de la Egrem (con excepción de los llevados a una que otra feria), ubicados en San Miguel 410, entre Campanario y Lealtad, Centro Habana.
Con un diseño general para todos los álbumes y que corre a cargo de Santos Toledo, la Colección Memorias pretende llegar con su música al ciudadano de a pie y que gusta consumir propuestas sonoras procedentes en su inmensa mayoría del pasado. Así, por ejemplo, pueden adquirirse maravillas como esa registrada por Carlos Embale con los Roncos Chiquitos, verdadera clase magistral de cómo cantar y tocar la rumba en sus tres variantes.
Igualmente, los que añoran la época en que la cultura de la victrola reinaba en nuestro país se sentirán felices al reencontrarse con grabaciones de figuras como Orlando Contreras con el Conjunto de Severino Ramos, Rolando Laserie o Barbarito Diez. Por su parte, los que prefieren la música para «romancear» hallarán propuestas ideales para ello en discos como el del recordado dueto de Clara y Mario o el contentivo de los grandes mosaicos del Conjunto Roberto Faz, un trabajo que cuando uno vuelve a escucharlo no puede menos que maravillarse por lo contemporáneo que suenan esas orquestaciones y que ya tienen casi 45 años de haber sido registradas.
En el caso de los interesados en el costado más tradicional de nuestra música, su afición pueden verla satisfecha con propuestas como la del homenaje a Ignacio Piñeiro, a cargo del Septeto Nacional, o en los CD de María Teresa Vera y del Dúo Los Compadres. Tampoco los que se decantan por las sonoridades de las décadas de los 60 y de los 70 son olvidados y así ellos pueden adquirir álbumes de Gina León, Los Zafiros, Moraima Secada, Farah María o uno que particularmente a mí me atrapa y que nos entrega un puñado de grabaciones hechas por Teresita Fernández durante fines del decenio de los 60 y en las que ella asume varias piezas de su repertorio para adultos.
En el afán porque nuestra memoria sonora permanezca viva, Jorge Rodríguez y sus compañeros de los archivos de la Egrem también se aproximan a un pasado más cercano y de tal modo, ponen a nuestra disposición fonogramas como uno en el que se recogen grandes éxitos de la Orquesta Revé del período de fines de los 80 y uno en el que rememoramos el impresionante sonido timbero que caracterizase a NG La Banda durante su primera etapa.
Iniciativa digna de ser elogiada, hoy solo he mencionado algunos de los discos que forman parte de la Colección Memorias, proyecto que según me han dicho continuará con otros materiales de los muchos que se atesoran en los archivos de la Egrem.