Los que soñamos por la oreja
Ser un buen músico de sesión es uno de los trabajos más respetados en el ámbito internacional de la industria discográfica. Quienes se dedican a tales funciones tienen que poseer un amplio dominio de diferentes géneros y estilos, ser diestros en el arte de leer e interpretar una partitura a primera vista, así como poseer la capacidad para improvisar solos acorde con la intención que le pida el productor del fonograma. En correspondencia con la complejidad del oficio, esta clase de labor es bien remunerada económicamente, aunque el «sesionero» casi nunca goce de popularidad mediática.
Nathan East es un bajista norteamericano que, como músico de sesión, ha puesto su instrumento al servicio de una larguísima lista de figuras harto conocidas. Entre ellas pudieran mencionarse Barry White, Al Jarreau, Kenny Loggins, Eric Clapton, Phil Collins, Dionne Warwick, Johnny Mathis, Lionel Richie, Kenny Loggin, Sergio Mendes, Marce East, Whitney Houston, Madonna, Michael Jackson, Elton John, Anita Baker, Herbie Hancock, George Harrison, Joe Pass, Stevie Wonder, Bob Dylan, Ray Charles, George Benson, Frank Sinatra, Sammy Davis Jr., Tom Jones, B. B. King, Chaka Khan, Steve Vai, Natalie Cole, Toto o Sting.
Como se puede comprobar al leer el anterior listado, Nathan East ha participado como bajista en álbumes de diversos géneros y estilos, que van desde el funk, blues, rock, R & B, metal, pop, música brasileña, hasta el jazz fusion. Semejante intensa carrera se inicia cuando Barry White lo contrata para que integre la nómina de su agrupación acompañante, Love Unlimited Orchestra, formación con la que se presenta en sitios tan emblemáticos como el Madison Square Garden o el Apollo Theater.
Otros dos hitos importantes en la historia musical de Nathan East lo constituyen su paso por el grupo francés Daft Punk y su quehacer como miembro fundador y todavía integrante de la banda Fourplay, grupo con el que ha grabado alrededor de 11 CD. No es hasta el pasado 2014, a la edad de 59 años, cuando Nathan East se decide a registrar una primera producción discográfica como solista, la cual lleva su nombre.
En el fonograma en el que este veterano bajista, productor y compositor debuta como figura frontal, hay de todo, a tono con lo hecho por el instrumentista durante años. De tal suerte, resulta imposible clasificar el CD en determinada categoría porque, si bien las líneas estilísticas del jazz fusion son predominantes y no escasean brillantes solos de bajo, hay cortes que se mueven por el funk, mientras que otros resultan aproximaciones instrumentales a canciones, con lo que en su conjunto el sentido ecléctico es lo predominante de los 14 temas del material.
El álbum comienza con la pieza 101 Eastbound, una composición de la mancuerna conformada por Marcel East y Nathan East, colegas en la banda denominada Two Faces of East. En la misma sentimos desde las vivificantes influencias de la música del Brasil, hasta los aires del funk y del R & B, en una atmósfera diría que perfecta para introducirnos en un disco de esos que nos atrapa de principio a fin.
La segunda entrega es una versión del muy conocido Sir Duke, original de Stevie Wonder y perteneciente al que —en mi opinión— continúa siendo el mejor fonograma de dicho artista, el titulado Songs in the Key of Life. En el arreglo llevado a cabo por Nathan East, el bajo asume la melodía del tema y unas variaciones a modo de improvisación, que para mi gusto personal hacen de este uno de los momentos más logrados de toda la grabación.
A propósito de la pieza antes comentada, sobresale en el CD el hecho de que el repertorio escogido por East se arma en lo fundamental a partir de la realización de covers. Así, el oyente identificado con esta clase de propuesta sonora, disfrutará al máximo con las revisitaciones hechas a temas como Letter from home (Pat Metheny), Moondance (Van Morrison), con el vocalista Michael McDonald como invitado; I can let go now (Michael McDonald), en el cual interviene la cantante Sara Bareilles; Can t find my way home (Steve Winwood), con Eric Clapton a la guitarra, y Overjoyed, del gran Stevie Wonder, quien también hace aquí un trabajo con la armónica sencillamente impresionante.
Álbum demostrativo de lo que es el buen gusto, lo considero muy recomendable no solo para bajistas y jazzistas, sino para todos los interesados en músicas de corte propositivo.