Los que soñamos por la oreja
No lo puedo negar: soy un ferviente admirador del rock clásico de los 70 y del estilo interpretativo de bandas como Led Zeppelin, Deep Purple, The Who, Thin Lizzy… Por eso, desde que hace un par de semanas me llegó el álbum debut del proyecto denominado Black Country Communion (BCC), formación angloamericana dentro de lo que se conoce como supergrupos, no me canso de escucharlo una y otra vez.
La unión entre el bajista y vocalista Glenn Hughes, el guitarra y también cantante Joe Bonamassa, Jason Bonham a la batería y el teclista Derek Sherinian, idea del célebre productor Kevin Shirley, ha puesto en circulación un disco que se me antoja una joyita para aquellos que, como yo, amamos el metal rock con pinceladas de lo mejor del pasado. Este es un CD en el que Hughes y Bonamassa, principales artífices de la propuesta, asumen el trabajo no como un mero divertimento y una opción para ganar una buena suma de dinero, aunque por el revuelo que internacionalmente el material ha causado, de seguro las ventas están garantizadas.
Mientras escucho y reescucho la grabación, vuelvo a ratificarme en la opinión de que Glenn Hughes es uno de los más grandes vocalistas que ha habido en la historia del rock y el metal. A sus casi 60 años, él se mantiene en excelente forma al cantar, interpretando de manera sorprendente en tonalidades agudas (no propias para su edad) y que hacen pensar que Glenn posee unas cuerdas vocales de hierro, como lo demuestra en el tema Black country, uno de mis favoritos del álbum.
Por supuesto que no estamos ante un fonograma solo concebido para el destaque de Hughes como hombre frontal de la banda. Así, Joe Bonamassa se ratifica como un notable guitarrista, que aquí se mueve por los terrenos del metal y nos entrega potentes y contagiosos riffs, los cuales mucho le deben a la obra de personajes como Page y Blackmore. En cuanto al diseño de los solos de Joe, en algunos pasajes evocan el legado de Hendrix y del mejor Page.
Las referencias a Led Zeppelin vuelven a darse al comentar la participación de Jason Bonham en BCC. Hijo de quien fuese el baterista de la maquinaria Zep, el fallecido John Bonham, Jason demuestra sus dotes como instrumentista rítmico en los 12 cortes del disco, pero brilla especialmente en el denominado No time. Por su parte, Derek Sherinian es de los miembros del cuarteto el que registra un desempeño más discreto y, aunque yo lo hubiese preferido con una mayor participación (en lo fundamental, se limita a aportar el colchón armónico de los temas), en piezas como Too late for the sun, Song of yesterday y The revolution in me, cumple a cabalidad las funciones para las que fue convocado en BCC.
Si bien este es un disco con un nivel cualitativo muy equilibrado de principio a fin, yo tengo mis cortes preferidos. Entre ellos, Song of yesterday me parece la auténtica maravilla del álbum. Con una hipnótica intro, la cual da paso a pasajes de puro rock and roll, la pieza dura más de ocho minutos y está cantada en alternancia por Hughes y Bonamassa de forma que me resulta sobrecogedora. El expresivo solo guitarrístico de Joe es de esos, como se dice entre músicos, con mucha bomba.
No time es una composición de remarcado sabor zeppeliniano y donde tanto el riff como el interludio del tema me hacen recordar las sonoridades setentonas originadas en Gran Bretaña. Por su parte, Medusa deviene otro instante para que Glenn ratifique sus condiciones de vocalista fuera de serie. Lo interesante es que en la pieza Hughes también ejecuta un solo de bajo, en el que evidencia que él no es segundo de nadie en el instrumento.
The revolution in me le da la posibilidad a Bonamassa para que, además de ejecutar uno de sus solos impactantes a la guitarra, demuestre sus condiciones para el canto. En fin, lo cierto es que el tándem Hughes-Bonamassa se proyecta en busca de cotas de genialidad creativa y consiguen que en el disco acreditado a BCC todo esté hecho con la mayor exactitud y eficacia, logro que también es obra del productor Kevin Shirley y al que, como ideólogo de esta historia, le deseo suerte en el intento de hacer que la banda no quede como un negocio más entre ilustres personalidades.