Los que soñamos por la oreja
Aunque la impronta de la Asociación Hermanos Saíz se percibe de uno u otro modo en toda la vida cultural cubana de los últimos 20 años, creo que es la música la manifestación en la que esa huella ha dejado más señales. Si algo yo le señalaría a la AHS en su quehacer en la esfera sonora, durante los pasados cuatro lustros, es que nunca se hayan decidido a establecer como tal un sello discográfico, por pequeño que fuese, o al menos una productora que editase maquetas. Condiciones para acometer un proyecto así le ha sobrado y, en cualquier caso, crear las mismas no habría sido nada en extremo complicado, en especial a partir del auge entre nosotros de las llamadas nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones (TIC), que ofrecen posibilidades nunca antes imaginadas de grabar.
Pienso en lo anterior a partir de un puñado de siete discos que me han hecho llegar en semanas recientes, y que aparecen como resultado de una serie de conciertos bajo el apelativo de Verdadero complot, un espacio dedicado a la trova, con frecuencia mensual y auspiciado por la AHS, el Centro Nacional de Música de Concierto y el Centro Hispanoamericano de Cultura, que sirve de sede a las funciones.
El proyecto, ideado por el trovador Pavel Poveda, ya había tenido vida hace unos pocos años, pero a decir verdad, por entonces no contó con el respaldo necesario y hubo que paralizarlo, en espera de que fuesen otras las circunstancias. Para la nueva edición de la idea, ya Pavel se había liberado de cargas burocráticas que le afectaban su desempeño y desde la proyección del trovador que por suerte nunca dejó de ser, armó un equipo que colaborase con él en la concreción del sueño del «complot», como algunos gustan nombrar el espacio.
En mi opinión, en esta segunda versión lo más significativo del proyecto encabezado por Poveda es la eficiencia. Ello se percibe en la coherencia de las acciones que realizan en aras no solo de ofrecer un concierto digno, sino para promocionarlo previamente. Así, hacen spot televisivo, póster, volantes y programas impresos en cuatricromía, a lo que unen coordinarle al protagonista del concierto previas entrevistas en la radio o televisión. Empero, lo mejor de todo es que se garantiza grabar la función, para luego (apenas un mes) editar un disco que recoge lo sucedido en la presentación.
En este último aspecto debo decir que para mí resultó una muy grata sorpresa escuchar la impresionante calidad de sonido con la que salen los CD de Verdadero complot, que no tienen nada que envidiarle a producciones llevadas a cabo en estudios con mucha mejor tecnología. Una vez más se corrobora que lo fundamental es el personal que acomete tales labores y no únicamente las condiciones materiales de que se disponga. El responsable de grabar, mezclar y pasterizar los fonogramas que hasta ahora han visto la luz, ha sido Celso Corbillón, alguien que, además de sonidista, es también músico, cuestión que le favorece para su desempeño.
Dado que ya he mencionado a Pavel y Celso, me parece justo nombrar al resto de los integrantes del equipo, a saber: Hugo Torres (producción), Tamara Castillo (divulgación y memoria), Marcelo Martín (diseño y publicidad) y Ricardo Pérez de la Rionda (fotografía). A tal colectivo hay que añadir los trabajadores del Centro Hispanoamericano, que asumen con singular entrega tanto este proyecto como otros llevados a cabo en el edificio de Malecón 17.
Lo antes expuesto podrá comprobarse el próximo sábado 15, a las 6:00 p.m., hora para la que está programada la venidera emisión de Verdadero complot, y que estará a cargo de Charly Salgado. Para la ocasión, él pretende estrenar alrededor de seis temas, mostrar su actual quehacer con una nueva banda acompañante y, claro está, repasar piezas conocidas como Habana-Lennon, Podrás decirme o Buscando caminos.
Dejo para futuros escritos el comentario de los discos que ya poseo del ciclo de conciertos Verdadero complot. Por lo pronto solo les critico que no hayan presentado estos materiales al comité de selección del premio Cubadisco, calidad sobrada tienen para ello, y es probable que originasen más de una sorpresa. ¡Lástima de oportunidad perdida!