Frente al espejo
«Muy interesante el artículo (Queratina, ¿eres mi amiga?, Ana María Domínguez Cruz, 26 de agosto), porque no siempre los estilistas-peluqueros conocen los riesgos de los productos que utilizan y no todos los que lo saben les informan a sus clientes acerca de ello. Claro, en esto hay que tener una conciencia clara de lo que significan los productos que se están utilizando, que por lo general todos son químicos, aunque las grandes industrias traten de imponer su prepotencia diciendo que tal producto no es perjudicial. Pero si nos ponemos a pensar y ver la relatividad de las cosas, entonces nos preguntamos qué es lo que no resulta perjudicial. Lo más sano sería vivir todos con lo que nos dio la naturaleza: ¿Será posible?... No. El mundo desarrollado nos enseña nuevas rutas. Y comprendo a las personas que quieran cambiar su imagen, pues se están identificando con su ego interior: quiero ser… quiero tener, quiero parecerme… Muchas personas de pelo rizo quieren tenerlo lacio; muchas de pelo lacio, rizo. Y así los estilistas y las firmas de productos de belleza obtienen ganancias por este medio tan legal y bonito... Lo importante es que el profesional conozca su oficio, sepa con los productos que está lidiando y tome las medidas necesarias para evitar males al cliente. Quiero resaltar que, a pesar de esto, pueden suceder penosas consecuencias, pero partiremos de la idea de que el gran porcentaje de los que utilizan estos productos están contentos y los menos son los afectados». (Felipe Berlín)
«Lisandra, con sus actitudes para esos niños (La sonrisa de un niño, 28 de agosto de 2014), ha contraído un gran compromiso, y todo no debe quedar en “una sola mañana”. Ya deben comenzar a pensar en la fecha en que regresarán a alegrarles las vidas a esos infantes; ya tal vez no los mismos, porque los médicos deben haber concedido muchas altas a esos niños que se curaron cantando y riendo con ustedes. La aprobación debe ser otra vez unánime —como dices, pocas veces ocurre—, y no debe faltar ni uno solo a la cita. Han tenido una actitud merecedora de encomios que esos fiñes no olvidarán. (Arístides Lima Castillo)