Frente al espejo
«Sigo con mucha atención sus artículos —y en especial aquel de las “pinareñadas”. También me considero primo tuyo, igual que el que describes en el comentario Gramsci y las «cosas de intelectuales» (Mayra García Cardentey, 10 de agosto). Como ese hay millones de personas que, día a día, hacen hasta lo indecible por el mejoramiento humano, héroes anónimos del pueblo sencillo y trabajador, quienes no dan demasiada importancia al hecho de no conocer tantos personajes ilustres, pero sí lo necesario para hacer la vida más llevadera y ayudar al prójimo.
«Esos “intelectuales” son como el personaje de aquel cuento del sabelotodo que, cruzando el río, le decía al barquero que había perdido parte de su vida cada vez que no sabía contestarle o mostraba desconocimiento… Sin embargo, recordemos que perdió la vida por no saber nadar cuando el bote chocó. Este tipo de personaje se cree muy superior a los demás, y puede que hayan leído textos que elevan su nivel cultural, mas no son capaces de llevar a la práctica esos conocimientos… En mis casi 40 años de trabajo he conocido gente de todo tipo y nivel; cada persona es un mundo. Dale saludos a tu primo de mi parte y dile que ojalá existiera mucha gente como él». (Iván Pérez López)
«Con la sabiduría que la recién estrenada tercera edad me otorga, me sumo a lo expresado en el comentario La motivación de un hombre (Roberto Conde Silverio, 12 de agosto), y agrego además que hay adultos mayores muy motivados… Echen una miradita atrás los jóvenes de hoy y observen a sus abuelos. Muchos encontrarán las motivaciones muy cerca, sin necesidad de ir a buscarlas a otro sitio. Están ahí y nos falta mucho por hacer…». (Teresa)