Acuse de recibo
En medio de tantos problemas y dificultades, cuando los organismos e instituciones estatales y gubernamentales deben atender y responder con mayor transparencia los reclamos ciudadanos, al menos en esta columna Acuse de Recibo dejan mucho que desear y que meditar los resultados al respecto en el primer semestre de 2024.
De las quejas publicadas aquí en dicho período, apenas el 46 por ciento recibió respuesta. Muy lamentable ese concomitante 54 por ciento incumplidor a estas alturas. Ni siquiera porque, como siempre hacemos, dimos un período de gracia de 60 días después, hasta el cierre de agosto, para las reveladas en todo el mes de junio.
El 69,5 por ciento de las respuestas explica las razones por las cuales el reclamo publicado no había sido atendido. Si lo comparamos con el período anterior (segundo semestre de 2023), que fue del 50,6 porciento, vemos una mejoría en esos deberes y obligaciones de rendir cuenta sobre lo incumplido. Pero ese 30,5 que ni da fe del porqué, revela escaso respeto autocrítico ante los problemas del soberano.
Como ya es una tendencia preocupante, semestre tras semestre y año tras año, esta vez solo el 4,35 por ciento de las respuestas revela las medidas adoptadas con los responsables de las violaciones y negligencias, ya fueran directivos o trabajadores.
Según la sicóloga del equipo de Análisis de Juventud Rebelde, Gretty Rivera, «en este período se aprecian, al igual que en los anteriores, un número no despreciable de respuestas incompletas, donde faltan elementos que permiten darle el seguimiento adecuado al planteamiento de una queja.
«Además, señala, se traslucen deficiencias en el control de los procedimientos que garantizan que la persona acreedora no se sienta maltratada y en algunos casos, invisible. Por otra parte, la cronicidad de algunos problemas sigue siendo excusa para no brindar el seguimiento y las explicaciones requeridos a los afectados, y causar la sensación de abandono que aflige a esas personas, quienes ya de por sí sufren males mayores».
En sus conclusiones, Rivera señala también como debilidades de no pocas entidades la falta de comunicación con la persona y la no pertinencia de que, aun cuando las dificultades materiales son innegables, la constancia y el interés por servir al ciudadano pueden disminuir de manera considerable el impacto de las carencias.
Otra evidencia recurrente es que la publicación en esta columna continúa siendo el principal detonante para que un problema sea conocido y resuelto; lo que revela más bien una debilidad en la gestión de muchas entidades.
La negligencia y la falta de control institucionales continúan lacerando al ciudadano. Es una tarea pendiente en no pocos casos asumir la responsabilidad públicamente y con mayor transparencia, ante el mal funcionamiento de ciertos procesos, sentencia Rivera.
Y este redactor aclara que en el maremágnum de los análisis estadísticos en cuanto al proceder ante las quejas y reclamos en la columna, también se entremezclan con estos negativos procederes entidades que cumplen estrictamente con la grandeza de ese acto que es responder, sincerar y verdaderamente rendir cuentas.
Lo que sucede es que nuestra inconformidad e impaciencia están ya «obstinadas» de alertar a esos esquivos prestidigitadores de cierta burocracia obstructiva que, o ignoran la queja, o sacan de debajo de la manga la respuesta con salvavidas, y la preservación cuasi cosmética de su imagen y responsabilidad.
Nota: Los análisis parciales de la sección no siempre han correspondido con el año natural. En ocasiones se han realizado por cuatrimestres, semestres o un período de 12 meses.
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