Acuse de recibo
EL 20 de junio de 2020, desde el batey Carolina, en el municipio villaclareño de Camajuaní, María Yudizan Pérez Soto contaba aquí su calamitosa situación habitacional, desde que en 2008 el huracán Ike le derrumbó la casa.
Entonces su madre y sus dos hijos quedaron agregados en viviendas ajenas, y a ella la albergaron en el círculo social de Carolina. Y por más gestiones que hizo, no logró salir de allí.
En 2017, el huracán Irma le agrietó paredes y arrancó el techo al círculo social. Le dejó apenas cuatro canelones en pie, decía, que de alguna manera protegían las pertenencias de María. Ella gestionó para reparar, y le dijeron que era un medio básico del Estado, no una vivienda.
Fue al Gobierno provincial en Santa Clara, y la atendió un vicepresidente, junto a otros funcionarios. Le sugirieron el otorgamiento de un subsidio por el Gobierno municipal, que hasta entonces, cuando escribió, no se lo habían otorgado.
«Me dicen que si reúno los requisitos darán respuesta en el futuro, decía. Pero los cuadros del municipio han sido cambiados; y yo he tenido que contar mi odisea una y otra vez. Todos estudian mi caso y nadie da respuesta. Está en Vivienda mi expediente. ¿Tendré que esperar 11 años más con mi familia en casa ajena, mi madre en situación de hacinamiento y perdiendo mis artículos?», concluía.
Y ahora vuelve a escribir María para revelar que después de tantos años al fin el Consejo de la Administración Municipal de Camajuaní le otorgó el subsidio. Y entre trabas y escasez de materiales, a puro pulmón ella comenzó a construir su casa con los recursos que le fueron asignados.
Pero en eso, pobre María, llegó el ordenamiento. Y con la subida de los precios, el monto monetario no es suficiente para para completar la compra de los materiales.
«La construcción, afirma, se encuentra detenida a la altura de cerramento. Me he presentado en el Gobierno buscando respuestas, y las respuestas han sido que el país está en una situación crítica y que de momento no hay recursos. Esas fueron las palabras de Iván Higuera, el intendente de Camajuaní. Mi familia sigue como los gitanos, de casa en casa, porque donde quiera que vamos, molestamos.
«Estoy viendo en el Noticiero la difícil situación existente en Pinar del Río, y los recursos están apareciendo con urgencia por un problema actual.
Entonces, ¿cómo es posible que para mi odisea, que data de 2008, no haya recursos?
«También he visto con desagrado, que habiendo materiales en el patio, se le han vendido liberadamente a casos de construcciones por esfuerzo propio y remodelaciones, que sí tienen el dinero para pagar sus materiales. Y yo sigo arrastrando mi problema», concluye.
Recetas efímeras
Rolando J. Rizo Oliva (San Gregorio 114-C, Víbora Park, Arroyo Naranjo, La Habana) señala que el pasado 2 de diciembre, en la farmacia de San Gregorio y Villoldo, en Víbora Park, la empleada amablemente le devolvió tres recetas de medicamentos, por estar vencidas.
La más vieja de las recetas, explica, tenía fecha de 3 de noviembre de 2022. O sea, 29 días.
Y al precisar con la empleada, esta le informó que por indicación superior, ahora las recetas de medicamentos vencen a los siete días, lo cual Rolando desconocía. «¿Con la escasez de medicamentos y de papel para imprimir las recetas que tenemos en el país… ¿cómo es posible que la vigencia de las recetas médicas se haya reducido de 30 a siete días?», cuestiona Rolando.