Acuse de recibo
El pasado 10 de junio, y desde el barrio habanero de Luyanó, en el municipio de 10 de Octubre, Bárbara Planchat lamentaba aquí que la bodega donde compra sus mandados, sita en Calzada de Luyanó, entre Melones y Guasabacoa, había sido reparada y remozada después del paso del tornado que azotó la capital el 27 de enero de 2019, y no acababa de abrir sus puertas.
Hace más de dos meses, decía, que están dando fechas de inauguración de esta, que no es lo más importante. Lo preocupante es que los mandados llegan a la bodega, pero aún no está autorizado que se vendan allí. El bodeguero tenía que trasladarlos hacia otra, donde los consumidores de aquella estaban comprando. Y tenía que auxiliarse de varios hombres con una carretilla casera en malas condiciones para trasladarlos diariamente. Ello implicaba que el horario de venta se atrasara en las dos sesiones.
«Según el bodeguero, precisa, esa bodega tiene más de 500 libretas, por lo que no soy yo sola la afectada con esta situación. Le digo esto, porque ya me ha sucedido anteriormente: si usted publica mi queja, comenzarán a desfilar por mí casa personajes de Comercio, de la zona, de todas partes, no preocupados por el asunto, sino por lo que yo pude haber dicho. Y a decirme que primero debí informarlo en la base. Pero ellos son los que deben estar informados de esta situación, y resolverla», concluía.
Como captaron nuestros lectores, era algo muy sencillo de solucionar por las autoridades de Comercio. Y ahora vuelve a escribirme Bárbara para revelarme que su carta surtió efecto de inmediato: el 11 de junio, al siguiente día de lo publicado, al bodeguero le avisaron que tenían dos camiones para trasladar la mercancía hacia la bodega. Y el sábado 12 de junio la mayoría de los productos ya estaban allí, aunque no estuviera inaugurada. Ese día comenzó su rutina habitual, y el bodeguero estaba feliz y muy agradecido. ¿Por qué hubo que esperar a la denuncia pública?
Bárbara confiesa que el remozamiento de la bodega cumple absolutamente con el ansia del Presidente cubano de que todo lo que se repare debe quedar mejor y más bello que antes. «A mi juicio, afirma, que no sé de construcciones, la estética y el acabado son de lujo. Hay pocas bodegas como esta. Felicitaciones a todos los que tuvieron que ver con ello», concluye.
Este país necesita directivos y ciudadanos inconformes y batalladores como Bárbara, que no se resignen con las dilaciones y morosidades burocráticas. Al final, lo que se necesita inaugurar con agilidad, más que en una formal ceremonia que nadie recuerda después, es el espíritu constructivo y saneador, muy pegado a las ansias de la gente. Esperemos que la Dirección de Comercio responda al respecto y fundamente, en lo que ya Bárbara se le adelantó.
Ana Beatriz Puente Mercon (Edificio B43, apto 26, Zona 5 Alamar, Habana del Este, La Habana) está insatisfecha con el trabajo y la atención de la Dirección municipal de Vivienda y del Poder Popular de Habana del Este para con su queja.
Afirma que desde 2015 viene reclamando a ambos por el deterioro de la cubierta del edificio donde reside, el cual se encuentra en malas condiciones debido a las constantes filtraciones en los techos: el agua sale por los tomacorrientes y por las lámparas, y ocasiona desplome de pedazos de techo.
Refiere que se ha dirigido por los canales pertinentes, buscando que alguien haga caso a situación tan grave, ya que es un edificio construido hace más de 40 años, al cual se le dio mantenimiento en 2006, y quedó muy malo. Las filtraciones siguieron con más fuerza.
«Mis gestiones hasta el momento, señala, han sido infructuosas. Solo recibo justificaciones, evasivas y mentiras; no soluciones por parte de dichas organizaciones.
«En esta edificación casi todos los que la habitan son personas de más de 70 años de edad y algunos incapacitados por enfermedades. Soy una de las afectadas porque vivo en el 5to. piso. Mi madre y mi padre son ancianos de 80 años, y este último se encuentra postrado», termina.