Acuse de recibo
Eduardo Gutiérrez Quintero (calle 178 No. 152, entre 1ra. y 3ra., reparto Flores, Playa, La Habana) relata que el 11 de marzo pasado se le entregó el certificado de dieta médica para renovar esta, que se vencía en abril. Y llegó la Covid-19... Entonces la Oficoda le comunicó que no era necesario el certificado, pues la renovación de dietas se prorrogaría con la pandemia.
Como recientemente se informó que las dietas prorrogadas debían actualizarse en octubre, dice, él tramitó un nuevo certificado médico, ya que el anterior, emitido en marzo, no era válido. Con el nuevo, gestionó por teléfono en la Oficoda municipal, para precisar su asistencia allí, con vistas a la actualización. Y le informaron que no era necesario, las dietas se prorrogarían hasta enero de 2021.
Eduardo piensa que si el certificado actual vence al igual que el anterior, entonces para enero de 2021 tendrá que gestionar un tercer certificado.
«Si ya lo tengo, dice, si los trámites están de nuevo habilitados, ¿por qué no puedo presentar ahora mi certificado médico y así no tengo que volver a hacer la gestión hasta dentro de un año? Por favor, hagamos trizas la burocracia y la ineficiencia», concluye.
Rosa María Reyes Quintana (calle 1 o. 1, entre 2 y 4, reparto Alkázar, Arroyo Naranjo, La Habana) visitó el pasado 10 de octubre con su familia el Zoológico Nacional, en las afueras de la ciudad, sitio siempre colmado de niños. Y tuvo una mala experiencia.
«Las cuatro horas que estuvimos, afirma, estaba a todo volumen reguetón de muy mal gusto. ¿No es un parque fundamentalmente para niños? Siempre condenamos que a los niños les pongan esa música, y hacen lo que les da la gana. ¿Quién debe velar por que se cumpla lo establecido?».
Otro elemento errático a su entender era la venta de cerveza. «Aquello parecía un centro nocturno, dice, y ni siquiera un refresco. La malta se acabó a la hora de abrir el parque. Sabemos la situación que afrontamos con los suministros, pero hay que velar por la seguridad de los niños. Las bebidas alcohólicas no pueden ser la prioridad en un parque infantil, sin contar el trato de algunos dependientes, que deja mucho que desear».
El pasado 25 de septiembre, desde San Miguel del Padrón, en La Habana, contó aquí el septuagenario Miguel Mendoza que había escrito al Banco Metropolitano (BM), al correo clientes@banmet.cu, pidiendo ayuda para obtener una tarjeta de Telebanca sin hacer acto de presencia. Y dijo razones: 76 años, hipertenso, cardiopatía isquémica y perdió hace diez años una pierna a la altura del muslo, por accidente.
Reprodujo la respuesta que entonces le dio un especialista en Banca del BM: «Estimado cliente: para solicitar una tarjeta de Telebanca puede dirigirse a cualquier sucursal y solicitar el servicio. Le hacen entrega de la tarjeta en el propio día. Si requiere de alguna aclaración general sobre los servicios del Banco Metropolitano S.A., puede comunicarse a través de Telebanca por los teléfonos 78683535 y 78660606, o por el correo electrónico clientes@banmet.cu».
Como que en casos anteriores de personas vulnerables aquí, el BM se deshizo en atenciones para llegar a ellos y atender su demanda, este redactor comentó: «Al menos la respuesta a Miguel no debió ser tan formal, al paso, como si no importara su situación personal. Como si no se hubiera leído y reaccionado ante lo que pedía él».
Y responde Karelia del Portillo Raveiro, jefa de Atención a la Población del BM: «Se pudo comprobar que la respuesta ofrecida no estuvo en correspondencia con las indicaciones de carácter excepcional para esos casos».
Se analizaron los hechos, añade, y se adoptaron las medidas correspondientes con la especialista y la supervisora. La queja fue discutida con el resto del colectivo para evitar casos similares. Se visitó a Mendoza, se le entregó su tarjeta de Banca Telefónica, y obtuvo su pin digital para operar por el servicio de Telebanca. Se le instaló el transfermóvil, que no quedó funcionando por problemas en su celular.