Acuse de recibo
Ramón Gavilán Duran (Barrio Nuevo, Cristino Naranjo, Cacocum, Holguín) podría ser el padre o el hermano de cualquiera de los que toman decisiones allá en su municipio. Y necesita una mano solidaria.
Él padece diabetes mellitus tipo 1 desde 2000, y en 2017 le amputaron la pierna derecha. Refiere que desde entonces se ha acercado a la dirección de la Asociación Cubana de Limitados Físico Motores (Aclifim) en Cacocum, para plantearle la necesidad de adquirir un triciclo de mano. Y no ha recibido respuesta en tal sentido.
Se comunicó personalmente con la presidenta del gobierno municipal en 2018. Se le informó que la presidencia de la Aclifim nacional conocía de su necesidad, y que dependía de esta última la solución de su problema.
«El asunto, afirma, es que mis traslados los realizo en una silla de ruedas que se encuentra en malas condiciones. Vivo con mi madre, que es jubilada. Ahora, para empeorar la situación, mi madre está perdiendo la visión.
«Por tanto, tengo que realizar las compras de los productos para ambos. Los lugares me quedan distantes del hogar, y se me hace prácticamente imposible el traslado.
«Me apoyo en algunos conocidos del barrio que en ocasiones me ayudan, pero esto no es diariamente. No puedo contar con la presencia de ellos en ciertas circunstancias.
«Esta Revolución no deja a nadie sin amparo, soy consciente de ello. Menos a los discapacitados. Tengo fe de que se resuelva mi situación. Tengo 48 años, y confío plenamente en la humildad del sistema y de sus directivos», concluye Ramón.
Precisamente allí en el municipio, donde se conoce todo lo que sucede es donde debe aplicarse esa política protectora de la Revolución, sin esperar siempre lo que llega «de arriba». Mientras no se resuelva el triciclo para ese hijo que, aún con sus limitaciones, tiene que ayudar a su madre, ¿no puede agenciársele un tratamiento personalizado, un trabajador social o un mensajero que atienda todas sus gestiones, las de procurar el alimento y otras?
Nereida Herrera Collado, una señora de 77 años que vive en Salud 959, apto. 306, entre Infanta y Quinta de los Molinos, Plaza de la Revolución, La Habana, preguntó aquí el pasado 26 de julio por qué demoran tanto en llegar a ella los 300 euros que le transfirieron desde Valencia, España, el pasado 10 de junio.
La sucursal del Banco Metropolitano en Infanta, entre San José y Valle, le planteó que no los había recibido. Y en España, por tres ocasiones en que se ha reclamado allá, han planteado que el dinero está en Cuba.
«La referencia es 0073-010069OAKIF35 y fue enviada a mi nombre. El código es SWIFT, BMNBCUHH, Sucursal 255. Me dieron el teléfono para que llamara, pero siempre es la misma respuesta: no ha llegado. Y necesito ese dinero, por favor», clamaba Nereida.
Al respecto, responde Karelia del Portillo Raveiro, jefa del departamento de Atención a la Población del Banco Metropolitano, que «se procedió a verificar, y hasta la fecha no se ha recibido esta transferencia a favor de Nereida Herrera Collado».
Precisa que le propusieron a la cliente que podían iniciar trámites para indagar el destino de los fondos con el banco emisor de la transferencia, siempre que asuma los gastos de la gestión, a lo que respondió que no está en condiciones de asumir eso.
Le sugirieron entonces que el ordenante de la transferencia se dirija a su banco y le pida que contacten directamente con el Banco Metropolitano por la vía oficial del SWIFT. Otra variante sería recibir del ordenante una copia del mensaje SWIFT enviado desde el banco emisor.
La funcionaria concluye afirmando que el Banco Metropolitano ofrecerá una segunda respuesta a partir de las gestiones que realice, según las variantes propuestas.
Agradezco la respuesta, en espera de que el Banco Metropolitano dé seguimiento al caso y nos informe de nuevo.