Acuse de recibo
Mientras el país mantiene una estable generación de electricidad en medio de la pandemia de la COVID-19 y de tantas dificultades económicas, los habitantes del poblado Santa Mónica, en el municipio mayabequense de Quivicán, se preguntan por qué allí los apagones son reiterados.
Juan G. Baisre Álvarez, residente en el edificio C, apto. 35, de esa localidad, cuenta que la interrupción del fluido eléctrico allí es constante, algo así como un «quita y pon» que se repite, que genera desasosiego e incertidumbre en los pobladores.
«Nos explican que es debido a un mecanismo que se dispara por cualquier problema: lluvia fuerte, gajos de árboles o simplemente una rana, afirma. Pero lo fundamental es que quitan la electricidad con demasiada frecuencia; y cada vez que se necesita una vía libre estamos incluidos en ella».
Refiere que en el presente mes de julio han llegado a tener apagones de más de 12 horas, al coincidir el dispositivo que falla seguido de una vía libre.
Y al propio tiempo, señala el deplorable estado de las vías de acceso al poblado, pues hace más de diez años que no se arreglan. Y con las lluvias, todo el que sale llega bien enfangado, y de tierra roja.
No explica el remitente qué gestiones se han hecho, pero valga esta alerta para que los gobiernos provincial de Mayabeque y municipal de Quivicán posen su mirada y sus energías de cambio sobre este rinconcito de Cuba.
Ricardo Lacaba Abalo (calle C no. 453, apto. 10, entre 19 y 21, Vedado, La Habana) envió un correo electrónico el pasado 20 de julio a Atención a la Población del Banco Metropolitano (BM), para conocer qué trámite debía hacer para solicitar su tarjeta de Telebanca, que acompañara a su tarjeta magnética mediante la cual cobra su jubilación. Era una urgente necesidad en estos tiempos de pandemia, pues él no puede estar moviéndose ni exponiéndose, debido a su invalidez respiratoria.
Y para su sorpresa, el 22 de julio en la mañana lo llamaba por teléfono Karelia del Portillo Raveiro, la funcionaria de Atención a la Población del BM, «quien con infinita amabilidad me comunicó la magnífica noticia de que, también por excepción, había coordinado con la Sucursal Bancaria de 23 y J, muy cercana a mi domicilio, para que me trajeran la tarjeta de Telebanca, lo cual, por supuesto, agradecí y agradeceré infinitamente», afirma.
No pasó una hora, y Ricardo recibió otra llamada, esta vez de la Directora de la Sucursal BM de 23 y J, para confirmar su dirección, pues en el día, y a pesar de las condiciones climáticas de lluvia, una representante le llevaría.
«Ya para colmar totalmente mi felicidad, alrededor de las 3:30 p.m. la gentil compañera Oneida, a quien doy mil gracias y deseo lo mejor del mundo, trajo hasta mi casa la tarjeta y el correspondiente contrato.
«No pararé de agradecer esta amable y noble gestión, que mucho dice de la solidaridad, desinterés, altruismo y humanidad del colectivo del Banco Metropolitano», expresa el veterano, quien confiesa que ese día evocó el concepto Revolución del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.
Y contrastó esa esmerada atención con la de otras instituciones, «que bien podrían simplificar quebraderos de cabeza en estresantes trámites que, por demás, obligan a la presencia física de imposibilitados como yo, en estos difíciles tiempos».
Nereida Herrera Collado, una señora de 77 años que vive en Salud 959, apto. 306, entre Infanta y Quinta de los Molinos, Plaza de la Revolución, La Habana, pregunta por qué demoran tanto en llegar a ella los 300 euros que le transfirieron desde Valencia, España, el pasado 10 de junio.
La sucursal del Banco Metropolitano en Infanta, entre San José y Valle, le plantea que no lo ha recibido. Y en España, por tres ocasiones en que se ha reclamado allá, han planteado que el dinero está en Cuba.
«La referencia es 0073-010069OAKIF35 y, fue enviado a mi nombre. El código es SWIFT, BMNBCUHH, Sucursal 255. Me dieron el teléfono para que llamara, pero siempre es la misma respuesta: no ha llegado: Y necesito ese dinero, por favor».